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Cinco años sin Juanjo Linares

El día 16 de noviembre de 2009 fallecía en Madrid el Maestro Juanjo Linares. Dejaba tras de sí en aquellos que lo conocieron o aprendieron de él una inexpresable sensación de orfandad, sentimiento que se hizo extensivo a toda la Danza Española, no sólo por su talla como ser humano sino además por la pérdida del inmenso caudal de conocimiento que el Maestro había ido acumulando a lo largo de su vida.

Natural de Ordes, población cercana a Santiago de Compostela, aprendió de una de sus tías los bailes tradicionales de la comarca, las jotas y las muñeiras. A escondidas de su padre, que era militar y reservaba a Juanjo un futuro bien distinto, comenzó a presentarse a concursos de danza, ganándolos todos.

Pronto empezó a formar parte del Grupo de Coros y Danzas dependiente del Ministerio de Educación. A los 17 años salió por primera vez de España para presentarse a un certamen en Gales. Era el único varón de un grupo de 12 mujeres.

"Pasé un susto terrible porque cuando bailé mi pieza, el público empiezó a patalear… ¡Uff! Me caí de culo de la impresión. Ganamos el primer premio y tuve que repetir el baile 4 veces. Y es que allí, patalear significaba lo contrario que en España. Era su forma de aplaudir cuando algo les gustaba muchísimo."

Sin embargo, Juanjo no se había atrevido todavía a truncar las expectativas familiares y comenzó la carrera de Derecho, con lo que no dejaba de ser un estudiante que bailaba en sus ratos libres.

Hasta que un día, tras una de aquellas actuaciones como aficionado, entró en su camerino una espectadora inesperada: nada menos que Imperio Argentina, y dijo sin más: “Usted tiene que venirse conmigo”. Y así fue como Juanjo lo dejó todo para unirse al mundo de la farándula.

Su padre se llevó un disgusto enorme. Pero él le replicó: “Estudiar derecho me cansa; bailar también me cansa… Pero me divierte más”, y se marchó con Imperio Argentina. Aquella gran actriz, gran cantante y gran bailarina, que era también, como a él le gustaba repetir, una gran mujer. Desde entonces no paró de bailar y de recorrer los escenarios de España y del mundo.

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Tuvo la gran suerte de vivir una de las épocas de mayor esplendor para la danza española, a finales de los 50, y estar con los mejores, Imperio, Rosario, José Greco, los Pericet, Mariemma, Antoñita Moreno, Marifé de Triana, María Rosa, etc… Desde sus inicios profesionales, además de contratarle como bailarín principal, le dieron la oportunidad de hacer sus propios montajes. Por sus trabajos coreográficos siempre obtuvo el respeto de aquellos con los que trabajó, y la relación profesional acababa indefectiblemente convirtiéndose en amistad.

Aunque siempre recordó con gran satisfacción su vida escénica, el gran objetivo al que consagró la mayor parte de su existencia fue el de recopilar cuidadosamente el legado de la danza tradicional española. Recibido de sus maestros, lo estudió con minuciosidad, lo buscó por los cuatro puntos cardinales de España, y lo fue atesorando con mimo para que no se perdiese.

"Se deben estudiar además de los pasos, la historia de la danza, la localización de movimientos, la indumentaria... Hay que conservar la danza tradicional tal y como es, en su pureza. Los que quieran hacer danza estilizada que la hagan, pero debe respetarse el folklore, pues forma parte del alma del pueblo. Es nuestro patrimonio, es nuestra alma. Es la danza que surge del pueblo. Pero si se le denomina folklore no lo entienden; parece, por desgracia, como si la palabra albergara un matiz peyorativo. La danza tradicional se define con el término científico de raíz griega de “danza demosófica”, de “demos” pueblo, y “sofos” sabiduría, la sabiduría del pueblo."

A pesar de las modas, de la incomprensión y de la falta de apoyo institucional, se mantuvo firme en su propósito, logrando transmitir a nuevas generaciones de bailarines la sabiduría acumulada.

"Tengo el deber de trasmitir lo que amo y lo que a mi me han dado."

Porque la segunda de sus pasiones fue la vocación de Maestro, que le permitió entregar con generosidad el acervo de tantos años de investigación a sus alumnos de la Universidad Juan Carlos I, de Carmen Roche, de Marta de la Vega, o a los asistentes a sus conferencias en España y fuera de ella, como el ciclo impartido en la North Eastern University de Chicago, donde expuso algunas de sus conclusiones sobre nuestras danzas:

"Es el vestido es el que determina el modo de bailar, y no al revés. Si el traje es más pesado o largo, el baile se hace más aechao o asentado, como las danzas maragatas o las charras donde los movimientos son muy horizontales, muy a tierra. En cambio, en la danza bolera los trajes son más cortos, facilitando el salto."

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Y ésto nos lleva a la tercera pasión de Juanjo Linares, nacida de su profunda investigación del folklore, que consistió en ir reuniendo poco a poco y año tras año, la que hoy es, probablemente, la mayor colección de indumentaria tradicional española que existe.

Su casa de Madrid llegó a estar tan repleta por trajes y vestidos de todas las regiones españolas, que el Maestro se veía obligado a dormir en un sofá, porque tenía parte de su colección extendida sobre la cama.

"En 1990, cuando tuve el honor de ser nombrado hijo predilecto de Ordes, mi pueblo natal, aproveché la ocasión y le dije públicamente al alcalde: “Os quiero hacer un regalo, voy a donar mi colección para hacer aquí un museo del traje”. Pasaron 17 años de idas y venidas, y yo ya desesperaba, porque con la edad que tengo, si me pasaba algo… ¡Mi legado corría el riesgo de acabar en el Rastro!"

Aquella quimera de fundar un museo del traje con los más de mil quinientos reunidos por Juanjo Linares, acabó haciéndose realidad en el año 2010. Y aunque el Maestro no vivió para verlo inaugurado, se llevó la última satisfacción de ver por fin su colección en su emplazamiento definitivo, y de poder dedicar sus últimos meses a la titánica tarea de poner en pie el que es hoy Museo del Traje Juanjo Linares.

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Multitud de trajes, con sus complementos y aderezos originales, se disponen ordenadamente en espaciosas vitrinas. El primero en darnos la bienvenida es un vestido de Antonia Mercé, con el que bailaba "Córdoba"” de Albéniz. Los tesoros se suceden unos tras otros: un traje de Anita Delgado, la maharaní de Kapurtala; un vestido bolero diseñado por Picasso; una fiel reproducción del traje de Maribárbola que pintara Velázquez, con el que se danzaron las “Sonatas”del Padre Soler. Pero el interés del museo excede con mucho el ámbito de la danza: la reconstrucción minuciosa llevada a cabo por el Maestro convierte su museo en un recurso de enorme valor para la antropología española.

"El orden en el que he colocado la piezas es fundamentalmente didáctico, pues quiero que la colección tenga una finalidad, la de servir como descripción de lo que es la historia de la indumentaria y el gran papel que desempeña en los momentos más importantes de nuestra vida, desde los bautizos, las fiestas, las bodas… Hasta las mortajas. En algunas regiones de España (Salamanca, Zamora, y algunos pueblos de Galicia), cuando al recién nacido le ponían los primeros pañales ya le regalaban la mortaja con que al morir le habían de enterrar."

Y una cita más del Maestro Juanjo Linares para hacer partícipes de su incansable energía, en estos tiempos tan poco propicios, a cuantos viven o esperan vivir en la danza. Sirvan de recuerdo para quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, y de ánimo para los demás:

"Creo en la perseverancia y en el amor por lo que se hace, es entonces cuando surge el milagro".

Gabriel M. Olivares

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