Tamara Rojo está de vuelta en Madrid. La bailarina ha regresado a la ciudad con la compañía que dirige desde hace dos años, el English National Ballet, para presentar 'Lets we forget' en los Teatros del Canal. El espectáculo, con la música en directo interpretada por la Orquesta Sinfónica Verum, estuvo en cartel hasta ayer a aforo completo en todas las representaciones.
El programa de esta nueva visita de la compañía londinense, que contó con la participación de la propia Rojo en el escenario, es contrapuesto al del año pasado. Frente a uno de los grandes títulos clásicos como es 'El corsario', el English presentó en esta ocasión un triple programa centrado en la Primera Guerra Mundial que ha estrenado recientemente en Inglaterra con coreografías de Liam Scarlett ('No man's land'), George Willianson ('Firebird'') y Akram Khan ('Dust'). El espectáculo original también contaba con una pieza de Russell Maliphant que la compañía no interpretará en Madrid.
La razón de escoger el conflicto bélico para su nuevo espectáculo no es sólo que el año pasado se cumpliera el centenario del inicio de una guerra que cambió por completo el mundo, sino su permanencia e importancia en la sociedad británica, según la bailarina. “Desde que llegué hace 20 años a Inglaterra no ha habido semana en la que no viera un artículo, una película o un libro sobre la guerra”, afirma Rojo, que cree que entonces se produjo uno de esos momentos que “forman, y sigue formando, la psicología y la identidad de una nación”.
Ese fue uno de los motivos por los que la directora del English decidió encargar a los cuatro coreógrafos las obras nada más incorporarse al puesto. El otro fue el de abrir nuevas puertas a la formación. “Era muy tradicionalista, con un repertorio clásico” que se ha propuesto ampliar con otros lenguajes, como hizo ella en el Royal Ballet, la compañía bandera británica de la que Rojo fue una de las principales estrellas hasta su marcha a la acera de enfrente londinense.
'Lets we forget' le ha permitido cumplir esos dos objetivos, ya que las tres obras parten de la técnica clásica para introducirse en mundos diferentes a los habituales del English. Como en 'Firebird', una recreación de 'El pájaro de fuego' que los Ballets Ruses estrenaron en el París anterior a la guerra. Pero sobre todo en el caso de 'Dust', una coreografía que ha llevado a los bailarines de la compañía a trabajar durante casi seis meses para aprender la forma de bailar de Khan, un coreógrafo criado en la danza hindú antes de dar el salto a lenguajes más occidentales, que les “ha obligado a reposicionar el cuerpo”.
CARLOS GALLEGO
(Fotografías de Tamara Rojo y Esteban Berlanga por Ian Gavan)