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"Cartas a Pastora", vida y arte sobre el escenario


Esta temporada de danza madrileña, La Lupi parece vivir un momento espléndido en el que se ha multiplicado como si poseyera el don de la ubicuidad.


En un intervalo de dos semanas ha estado en “El arte por delante”, al mismo tiempo que estrenaba una pieza en el “Zaguan” del BNE -“Tangos en la Fonda de la Carmencita”-, dos noches en el Corral de la Morería, y por si fuera poco presentó el pasado viernes “Cartas a Pastora”, una obra estrenada en abril del 2014 en el Teatro Echegaray de su Málaga natal.


Según cuenta la Lupi, la inspiración del espectáculo le vino de una forma casi mágica … En 2013 el Museo Carmen Thyssen de Malaga organizó una exposición sobre Julio Romero de Torres y su obra. Dentro del ciclo de actividades en “El Sueño Flamenco de Julio Romero de Torres” se dedicó un día a la figura de Pastora Imperio. La Lupi participó homenajeando a Pastora con su baile, y de este encuentro surge el embrión para dedicarle todo un ballet.

En “Cartas a Pastora” se nos narra a través de la danza los azarosos momentos de su vida: fue una existencia llena de pasión, en la que el amor, el maltrato, la lucha por seguir siempre hacia delante impulsa a la gran artista a continuar.


La Lupi hace un ejercicio total para el lucimiento de sus grandes dotes expresivas, que culminan en las escenas que narran el amor y desamor de Pastora con el famoso torero Rafael el Gallo, hermano del malogrado Joselito. La bailaora nos habla, seduce entera, sin dejarse nada, pues hasta las pupilas de sus ojos dicen algo.


En ningún momento imita a Pastora, no se puede copiar lo inimitable, y a La Lupi le sucede lo mismo, no hay dos personalidades iguales en el flamenco, cada una tiene su chispa, su aquel, por lo que el reto es enorme, tan grande como grandísima fue Pastora Impero.

Ángel Rojas, director artístico de la función, acompaña a La Lupi en unos pasos a dos en los que se enredan en el juego de ser unos personajes envueltos con total complicidad, como si fueran uno solo desde el principio gracias a su estrecha coordinación.


El comienzo del espectáculo impacta visualmente. La Lupi aparece ataviada con un precioso traje negro de lunares muy a la moda en la época, con Angel Rojas vestido de mayoral portando un sombrero rojo, logrando momentos de gran belleza plástica, conjugados con algún movimiento de danza contemporánea.

Destaca también otro paso a dos donde Ángel, como Rafael el Gallo, aparece vestido de torero con un capote que El Juli le regaló, moviéndolo con gran solera.


Las emociones estallaron a flor de piel. Se pudo palpar perfectamente a través del movimiento el sufrimiento de Pastora. Le falta el aire, le falta la libertad... Hay una escena donde El Gallo queda a un lado del escanario, toreando y cosechando éxitos, mientras que al otro, Pastora aparece cubierta con un velo negro atado al cuello, hasta que uno de los cantaores se lo quita… Las manos de La Lupi lo dicen todo.


El peso excesivo del espectáculo sobre tan pocos personajes para una función de hora y media, es compesado con el buen hacer de los músicos, -el guitarrista, Curro de María, director musical del espectáculo; percusión de David Galiano, junto con el violín de Nelson Doblas; y el cante de Antonio Núñez, El Pulga con Antonio Campos, y con las palmas de Roberto Jaen-.


Un espectaculo interesante que fue ovacionado por el pùblico puesto en pie al final de la representación, como ya viene siendo habitual en todas las funciones de este recién inaugurado ciclo "Madrid Flamenco".


PAOLA PANIZZA

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