La tercera edición de "Los bailarines del BNE crean" -que ha tenido durante dos días consecutivos en la sede del Po. de la Chopera- ha sido como en sus pasadas ediciones, una experiencia única que posibilita al público el acercamiento directo con los bailarines.
Ver, estar y sentir desde un mismo plano, frente a frente, sin camuflaje alguno, a estos excelentes intérpretes de danza española, genera una corriente de alto voltage artísitico, emocionante e irresistible.
La libertad que ofrece al artista un escenario grande y vacío que tiene que llenar con su solo cuerpo, es un reto apto únicamente para seres de enorme talento. Así lo afrontaron Ángel Manarre en "Granada", y Tania Martín en "La mujer morena". Todo un regalo para los sentidos fue Ángel - vaticinamos en él grandes dotes coreográfica, es dúctil y sensible-; y Tania, maravillosa, dulce con arrebatos flamencos y gran estetismo compositivo, que acabó integrandose al final de su pieza con la morena del cuadro de Romero de Torres.
La fuerza de "Pasajes de ayer" de Eduardo Martínez; el embeleso del "Contigo de ida y vuelta" de Estela Alonso -cuya manera y gracia harían de ella una interprete perfecta para el "Fandango del Cándil"-; la agilísima sintonía de "Amistad" de Vanesa Vento; el innovador "Uqui" con reminiscencias orientales, creado y bailado por Patricia Fernández y Aitor Hernández; el profundo "Lapso" de Pedro Ramírez que contemporaneizó la danza española con gran acierto; y de nuevo Ángel Manarre cuyo "Fandango" cerró el espectáculo con garra y equilibrada geometricidad.
Ha sido una prueba más de lo poco que se necesita cuando el genio existe y sus chispas salen, escapan, se derraman y prenden por todas partes. Y es que estos jóvenes bailarines poseen la energía creadora de los volcanes. La lava, ese demonio de la danza que fluye en su interior, hace que sus cuerpos ardan mientras el sudor escapa a ráfagas por los poros de su piel.
Nos han regalado lo mejor de ellos mismos, unos instantes en que fueron libres para poder mostrar algo de todo el potencial que llevan dentro, y que desarrollan en el BNE gracias al trabajo constante y buen hacer de su director Antonio Najarro.
MERCEDES ALBI