Cuando Beatriz Barcelo de la Universidad Europea me llamó para que contactase con el Teatro Nacional Opera de Iasi, jamás habría imaginado cuantas satisfacciones que me esperaban en aquella ciudad. Era mi puesta coreográfica número 13 de la ópera Carmen, y estándo próxima una nueva producción para las temporadas de Milán y Corea, me sentía muy ilusionado. Si el duro camino de la vida artística está plagado de luces y sombras, sentí que está época avanzaba hacia nuevas metas y espacios.
En este caso Iasi ha sido un teatro imponente, donde su cúpula parece que te abraza con una decoración Moldava en oros, carmines y verdes agua de elegancia extrema.
El primer día que entré había un cartel dándome la bienvenida, intuí que ese teatro poseía una sensibilidad artística fuera de lo acostumbrado, donde saben cuidar hasta el último detalle y honrar a sus artistas. Tuve chofer en puerta las 24 horas, alojado en un hotel diseñado por Eiffel, como nuestro Ritz, y en la habitación una botella del más preciado vino de Moldavia, región a la que pertenece Iasi. En todo ello se esconde la mano de su Directora, Beatrice Rancea. Y aunque no hablábamos la misma lengua había algo en común que nos une. Beatriz había sido bailarina y actualmente es coreografa y directora de escena, por lo que la comunión artística fue nuestra mejor comunicadora.
En ese teatro, la danza clásica, el bel canto y la dramaturgia comulgan conujntamente entre sus paredes. Sergueiv y Dorina son los directores del Ballet de la Ópera,una agrupación llena de talento en sus 60 componentes, con unos primeros bailarines y solistas de gran técnica sobre todo Vlad Marculescu, que siempre te quiere regalar la mayor cantidad de piruetas a lo Barishnikov, y Mónica Alisiev, un encanto de sensibilidad y línea excepcional, sin olvidar a la más flamenca de todos: Pamela Tanasa, bailarina súper completa que si bailase el Paso a Cuatro de Antonio nos dejaría con la boca abierta, seguramente.
El trabajo ha sido arduo con un ballet no acostumbrado a los zapateados y menos a los contratiempos. En esta ocasión, la coreografía ha navegado más en la danza clásica, fusionándola a la académica española con algunos zapateados más orientados a su formación, sin perder jamás nuestro sabor flamenco, el cual agradecen, y obtiene un gran respuesta del público, que nada más ver a su ballet zapatear empieza a aplaudir con entusiasmo sin esperar ni a que termine la pieza.
Los bailarines se sientieron emocionados ya que en las Óperas los ballets casi siempre son un adorno, pero que en esta ocasión se conviertieron en protagonistas conjuntamente con los excelentes solistas vocales.
Lo más sorprendente fue cuando el director musical, Cristian Orosanu, me invitó a tocar las castañuelas en el foso junto con la Orquesta Nacional.. ¡Nuestro instrumento más español resonó en sus paredes! Muy emocionante y gratificante fue interpretar a Bizet como invitado especial. Esta producción contó con la dirección escénica de Karel Drgac (Viena), decorados de Octavian Neculai (Bucarest) y vestuario de Josef Jelinek (Praga), coro, orquesta y ballet de la Ópera siendo en conjunto una soberbia producción que alcanzó un elenco de 200 artistas.
La Ópera me ha otorgado el título de "Valor de la Ópera" por el que tu nombre se distingue como en uno más del nutrido grupo de grandes artistas que por su historia han pasado; y el próximo 31 de Octubre en la Gala Awards, que se retransmite en directo en la TV a toda Rumania, que premia a lo más relevante del año, la coreografía de Carmen ha sido galardonada.
Por todo ello, mi experiencia en Iasi, una ciudad que compite con Cluj y a Bucarest por ser reconocida como ciudad Cultural Europea, y que en lo que se refiere a excelencia en su programación les gana, siempre tendrá en mi corazón un sitio especial y con sumo placer me encantará regresar, y lo haré con un nuevo proyecto: Don Quixote de Minkus.
Gracias, ÓPERA NATIONALA ROMANI DE IASI, Multumesc! La Danza Española os agradece tan maravillosa acogida.
CARLOS VILAN