Inauguramos una nueva temporada de la Agrupación de Danza del Ateneo de Madrid con la visita de Joaquín de Luz. Un verdadero placer recibirle junto con su madre Gloria y pasear con ellos por las dependencias de la institución cultural. Joaquín transmite energía positiva. Está contento, parece como si el tiempo se hubiera detenido para él. Y es que el Primer Bailarín del New York City Ballet conserva en su expresión un aire de niño eterno que le confiere su hermosa sonrisa.
Porque Joaquín es un ser que irradia, y lo hace desde todos los ángulos y desde todas las distancias, ya sean cortas como cuando se conversa con él de tú a tú; o en las largas, cuando baila sobre el escenario y demuestra con cada actuación que sigue ocupando por derecho propio un lugar en el privilegiado podio entre los mejores bailarines del mundo.
Hace unos días recogió el Premio Nacional de Danza, y ha regresado de nuevo a España para participar el próximo sábado 30 de septiembre en la Gala Valencia Somos Arte, que se celebrará en el Palau de Les Arts Reina Sofía.
P-¿Cuándo has llegado a Madrid?
-Ayer por la tarde, porque quise aprovechar y llegar a tiempo de ver a la Compañía Nacional de Danza bailar en la Plaza Mayor.
P-¿Qué te pareció la actuación?
-Fue emocionante... Todo un éxito. La plaza estaba abarrotada, con todos los asientos ocupados y aún había personas de pie en torno a los soportales.
Me sorprendió ver a la gente del pueblo, personas que quizá no se pueden costear la compra de una entrada para ballet, tan entusiasmadas con la Suite Quijote.
P-¿Cuál es tu opinión sobre el público de la danza?
-Verás, lo que vi ayer me hizo reflexionar, y he llegado a la conclusión de que el calor de la gente, la emoción por el arte es algo que existe y se encuentra en el pueblo, entre las personas de la calle.
Eso es lo que necesita la danza: que el ballet no sea elitista, que se acerque, que se difunda... Si la gente lo ve, entonces lo siente de inmediato y se vuelca.
El problema de la danza en España no tiene nada que ver con que a la gente no le guste el ballet, porque es todo lo contrario, les encanta.
Cuando bailamos "El Quijote" en la Zarzuela llenamos todos los días.
P-Me alegra que lo estés pasando tan bien.
-Me encantó ver ballet en la Plaza Mayor, una de las plazas más emblemáticas de España, para mi es como la plaza de las plazas. Un privilegio admirarlo allí, te quedas con ganas de ver más.
Y además me trae recuerdos. Fue por el año 93. Bailé en una gala homenaje que se llamó "Los Divinos", donde se homenajeaba a grandes de la historia. Participaron los mejores, Joaquín Cortés, Julio Bocca, Nacho Duato... Yo estaba entonces con mi maestro Víctor Ullate. Solo tenía 17 años. La gala se retransmitió por TVE y la RAI de forma simultánea. Así que imagínate lo bonito que ha sido para mi esta especie de reencuento.
P-Hace poco viniste a recoger el Premio Nacional de Danza.
-Sí. Y justamente ha sido la última vez que me han preguntado por la situación de la danza en España... Ha sido Su Majestad el Rey. Cuando el otro día me entregó en Cuenca el Premio Nacional de Danza, me preguntó con mucho interés cuál era mi opinón sobre lo que necesita la danza en este país.
Me agradó mucho su pregunta, porque define un interés y demuestra que el rey Felipe está al tanto de la situación.
Porque... ¿Qué sentido tiene todavía que se quede en el extranjero el talento de los bailarines españoles?
P-¿Eres feliz viviendo en NY?
Sí, en NY estoy muy contento, pero jamás he dejado de sentir de donde vengo, y una de las cosas más grandes que siento cuando me aplauden es que estoy representando la marca España.
P-Me parece que tú eres de los que piensan sobre España como Rafa Nadal.
-Sí, rotundamente, coincido con Rafa en ésto y en muchas cosas. Cuando viene a jugar el Open de NY no me pierdo un partido y tengo una relación muy cordial con Toni Nadal. Una vez me citó en una columna que escribe en El País. Son unas personas encantadoras.
(Su madre, Gloria, me muestra entonces una foto de Rafa jugando, con Joaquín como espectador al fondo)
P-Has venido precisamente en unos días en los que atravesamos una situación algo confusa en España.
-La situación aquí, a veces me sorprende. Yo vivo en un país donde hay banderas americanas por todas partes, e independientemente del signo político de las personas, todos se sienten orgullosos de su bandera. Por eso me es difícil de entender lo que sucede aquí.
P-¿No te cansas de bailar?
-Soy consciente de que pasan los años y de que estoy en la etapa final de mi carrera de bailarín.
Sin embargo, me lo estoy pasando muy bien en el escenario, la presión se ha ido. Por eso, creo que disfruto más que nunca. Salgo a bailar, y trato de darlo todo con la sensación de que tal vez sea mi ultimo show, por eso me lo paso genial, siento que cada nueva vez es como un gran regalo que me ofrece la vida.
P-¿Piensas en retirarte?
-Estaré hasta que el cuerpo aguante, y empieza a darme señales de que estoy cerrando mi carrera...
Te aseguro que no estaré ni un minuto más de lo que sienta que soy capaz de estar a la altura.
P-¿Te da miedo afrontar el momento en que dejes de bailar?
-Estoy preparado para asumirlo.
P-¿Se madura de cuerpo a la vez que de mente?
-Todo llega. Hace años si pensaba en que algún día dejaría de bailar, me sentía fatal. Ahora que estoy más cerca de que llegue ese momento, lo asumo sin problemas. No siempre ha sido así.
P-¿Cuándo no te resignabas?
-Hace 8 años tuve un momento horrible a consecuencia de una lesión de espalda. Los médicos me anunciaron que mi carrera de bailarín había terminado. Tenía el nervio ciático pinzado. Entonces me matriculé en la universidad y empecé a aceptar...Pero no me resignaba.
Encontré un terapeuta especialista en tratar lesiones de músicos, como violinistas a los que les duele el hombro por hacer la misma postura con el arco y cosas así. Trabajé con él unos meses y cuando me anunció que volvería a los escenarios... Fue maravilloso. Eso sí, me dijo que mi vida cambiaría y que a partir de entonces mi cuerpo necesitaría estar sometido a una rigurosa disciplina. Seguí sus consejos y aquí estoy.
P-Recuerdo cuando bailaste el Basilio en la Zarzuela, y el público te gritaba “torero, torero”... mientras te hacían palmas.
-No hay nada como bailar aquí. Soy consciente de que he bailado en sitios maravillosos.
P-Cuéntame alguno de esos recuerdos.
-Por ejemplo, en Rusia. El público tiene muchísima cultura de ballet. Recuerdo que una vez me encontré con una señora en el autobús y ella no podía contener las lágrimas. Me contó que había estado 2 años ahorrando para poder ver la función. Fue algo impresionante.
Pues aun así, afirmo que para mi no hay nada como bailar para el público español.
P-¿Vienes mucho por aquí?
-Este año he venido bastante. La última que he bailado fue la segunda edición de una gala en Menorca. Forma parte de un proyecto muy bonito que reúne bailarines españoles por el mundo. Fue un éxito y hay planes para hacer algo un poco más grande...
En este viaje he venido a participar en la Gala Valencia Somos Arte, y también porque formo parte del jurado que otorga el Premio Nacional de Danza.
P-¿Cuándo conoceremos vuestra deliberación?
-A mi me llamaron en diciembre para informarme del nombramiento. Pero este año se sabrá antes.
P-¿Cuando dejes de ser Primer Bailarín en el NY City Ballet piensas regresar a España?
-Me planteo la cuestión. Cuando pasa el tiempo se ponen la cosas en una balanza... España es España. Sé que es algo difícil de explicar, en NY tengo muchos amigos, muchas ofertas de trabajo que llegado el momento tendré que valorar, pero soy consciente de que aquí hay un factor humano, un modo de vida que no existe en ninguna parte del mundo. El problema es que, para desarrollar una carrera, si lo comparas con las oportunidades que surgen en el ámbito internacional, pues sinceramente, no hay color.
P-Entonces, ¿Qué vas a hacer cuando dejes de bailar?
-No lo sé todavía. No descarto regresar a España, pero tengo que valorar algunas propuestas muy interesantes.
Sin embargo, mi país me tira mucho y sea como sea, pienso volver a la menor oportunidad, aunque solo sea de visita.
Y es que cada vez que vengo a España, siempre siento al marcharme que me voy con el alma llena.
MERCEDES ALBI