Rescatar y recrear un ballet estrenado en plena edad de plata de nuestra cultura (1933), con libreto de Rivas Cherif en cuya idea colaboró Lorca, con música de Gustavo Pittaluga y danzado por la Argentinita y su compañía en la que tan activamente participaban personajes como Sánchez Mejías, es todo un reto.
“La Romería de los Cornudos” representada en la Fundación Juan March lo logró. Los artistas han conseguido con su buen hacer abrir una ventana al tiempo desde la modernidad.
La coreografía de Antonio Najarro recrea la original aderezada con una nueva frescura, tal y como los ritmos de las canciones de Lorca vitalizan la composición original de Pittaluga cuando se cuenta con unos intérpretes como la voz flamenca de María Mezcle, la guitarra de José Luis Montón y Miguel López al piano.
La danza no decae pues es vibrante del principio al fin, Carmen Angulo fue una Sierra de acentos profundos, Vanesa Vento una Ventera llena de gracia, Juan Pedro Delgado impresionó con su escultural estampa, José Manuel Benítez hizo un versátil Sacristán y Jonathan Miró lució el extraordinario vigor de su taconeo.
Todos sacaron lo mejor de sí, buscaron en la memoria del pasado y lo convirtieron en presente.
El público formado por gente habitual de las salas de concierto se dejó penetrar por la danza. Se sintió su evolución, desde la sorpresa inicial al entusiasmo de los aplausos finales que no cesaban.
“La romería de los cornudos “ es una joya dormida que se ha desempolvado, que ha despertado de su sueño y regresado a un mundo mucho más complicado y alejado de la maravillosa ingenuidad de los primeros ballets españoles. Actualmente, todo se volvió más técnico, más multitudinario y grandioso. Pero disfrutar de una pieza tan exquisita en pequeño formato nos hace recuperar la íntima emoción que un buen ballet de cámara desprende.
MERCEDES ALBI