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Conversando con Mario Galindo y Ricardo Franco


Recibimos una gratísima sorpresa al encontrarnos con Ricardo Franco y su alumno Mario Galindo en el Teatro de la Resad, unos minutos antes de la apertura del telón. Asistimos a la XVI edición de las Jornadas de Formación de Nuevo Público organizadas por el Real Conservatorio Profesional Mariemma en donde ellos son destacados protagonistas.


Mario, vestido para escena, está un poco nervioso; Ricardo, sabio y pausado, ejerce sobre el muchacho una “autoritas” tan cercana que no necesita de las palabras. Entre ellos se comunican con un simple gesto. Esa complicidad es fruto de los muchos años de formación y de los miles de momentos compartidos, que me hace percibirlos como si conformaran una unidad. Ambos constituyen un símbolo, el claro ejemplo de la valiosa transmisión del maestro al alumno, ese vínculo por el que el arte evoluciona y emprende el camino hacia lo que es eterno.



-Mario, creo que acabas de regresar del concurso internacional de Ballet de Lausanne...


Mario-Sí, ha sido una experiencia muy buena. Estoy muy agradecido a todas las personas del centro que han hecho que haya sido posible, y por supuesto a Ricardo.


-Ricardo, ¿Qué me podrías contar sobre Mario? ¿Cuando comenzó a recibir vuestra formación?


Ricardo-Mario es un madrileño de Vallecas que entró chiquitillo en elemental, hizo las pruebas de acceso en el conservatorio para los pequeños.


Mario- Comencé a bailar en una escuela de mi barrio (Escuela de Vicky Cortés y Lidia Merayo) a los cuatro años, porque mi hermana bailaba y yo pedí a mis padres que me apuntaran.


-¿Qué edad tenía Mario cuando llegó al conservatorio?


R-Alrededor de nueve o diez años. Se entra a partir de los 8 años, pero recuerdo que él no entró en primero.


-Parece que te acuerdas de los detalles de cada alumno.


R-Pasamos juntos mucho tiempo, los ves crecer y formarse día a día. De Mario llamaba la atención que tenía un aire varonil tremendo, aunque fuera un chiquillo tenía una seriedad y un carácter propios de mayor.


Cursó tercero y nos dimos cuenta que podía estar por encima del nivel. Por lo que le presentamos a la prueba de acceso al grado profesional, la pasó sin que hiciera falta que completase todos los cursos de elemental.


-¿Cuándo pasa un alumno al grado profesional?


R-Tenemos que comprobar el nivel de aptitud, condiciones, formación...


-¿A qué edad?


R-Se puede comenzar a los 12 años, coincide con la ESO de los colegios. Dura seis cursos, pero Mario ha hecho los 6 en 5 años debido a el año pasado volvimos a promocionarle para que pasara directamente a un curso más arriba.


-¿Cuándo se presenta a un alumno a un concurso?


R-Los concursos no se limitan al mero hecho de competir y punto, sino que exige una preparación concreta y más exigente previa a su celebración, un extra adicional de preparación.


Le presentamos al concurso de Ribarroja del Turia y ganó; y luego dejamos que se formara más, que cogiera más técnica, que estuviera preparado para afrontar el nuevo reto.


-¿El concurso de Lausanne?


R-Sí.


-¿Por qué al de Lausanne?


R-En el conservatorio hemos ido en distintas ocasiones, a veces obtuvimos primeros premios y otras veces no… Pensamos que será interesante para él para poder abrirse su camino. En España, solo hay una compañía por eso no hay muchas salidas para los bailarines.


-¿Qué tal fue la experiencia?

M-El simple hecho de haber sido seleccionado para participar ya es muy gratificante. Allí ha sido un placer trabajar con diferentes maestros y repetidores, aunque no haya sido seleccionado para la final, la experiencia ha sido inolvidable.


R-Ha salido bastante bien. La competición dura una semana; dan clases, les ven, les preparan las piezas del concurso, que son una pieza clásica y otra contemporánea. No tenemos permitido ensayar con ellos.


-¿Qué pieza de ballet escogisteis?


M-La variación de Basilio del 3er acto de El Quijote.



-¿Y de contemporánea?


M-“Abstract” de Jean Ch. Maillot.


 -¿Cuál fue el resultado?


R-Mario compitió muy bien, pero en la semifinal no estuvo todo lo brillante que podía. Tuvo el inconveniente de que el escenario está inclinado, y él no tiene costumbre de bailar así. Se quedó en las semifinales, sin embargo, las impresiones sobre Mario han sido fantásticas y ha recibido un montón de ofertas de trabajo: Basilea, Amberes, compañías de América…


-¿Por cuál te has decidido Mario?


M-Voy a entrar en el San francisco Ballet.


-¿Por qué  lo escogiste?


M-Porque es una gran compañía y escuela, me gusta el repertorio y también la ciudad. Y me encantan las clases de Patrick Armand que es uno de los maestros y repetidores clásicos que fueron al concurso de Lausanne. Es el director de la escuela del San Francisco.


-¿Te da pena despedirte de los alumnos, Ricardo?


R-Me siento satisfecho de haberles ayudado a lograr sus metas. Y me siento muy orgulloso de lo que ha mostrado en el concurso porque ha quedado patente el gran nivel que impartimos en España. La preparación de Mario es totalmente equiparable a la de las mejores escuelas internacionales, incluso me atrevo a decir que en algunos aspectos es más aventajada.


-Háblame de tu carrera como bailarín, Ricardo.


R-Mi carrera se desarrolló principalmente en la Compañía Nacional de Danza. Estuve en ella desde su creación durante 17 años.


-Ahora que la dirección de la compañía va a cambiar ¿Cómo te gustaría que fuese el nuevo director?


R-Me gustaría que fuera una compañía abierta, que mantuviera un repertorio clásico, neo y de nueva creación. Mi ideal es un modelo con una línea de dirección como la que tienen actualmente el Ballet de la Ópera de París o el Royal Ballet.


-Pero ellos tienen muchísimos más medios.


R-Claro, pero como directriz pienso que debería ser así. Lo único que faltan son los medios económicos, porque los medios humanos los tenemos. En España hemos desarrollado una gran escuela desde la formación ecléctica, y tanto en los conservatorios como en las academias privadas existe un gran nivel. Estamos formando en lo académico con la vista puesta en la capacidad del movimiento neoclásico. 


Lo primero que tendría que haber es una firme directriz de compañía que se tendría que marcar desde el Ministerio de Cultura, independientemente de cual fuera el director. Y desde esa idea contratar a los profesionales para insertarlos en un todo organizado, como si fuera una gran orquesta cuyos músicos pueden interpretar obras de repertorio clásico y de nueva creación.


Ricardo Franco en "Diana y Acteón"


-¿Hay más bailarines que salidas tienen en España?


R-Sí. Año tras año exportamos muchísimos bailarines. La calidad de danza que se produce en España daría para una compañía de primer nivel internacional si tuviéramos los medios económicos.


-¿Quién piensas que será el nuevo director de la CND?


R- Se sabe que se están presentando muchos proyectos para asumir la dirección. Espero que se tenga un buen criterio de selección, y que quien asuma la dirección tenga experiencia en ese terreno.


-La CND es tu compañía.


R-Sí, soy de los bailarines fundadores cuando se creó con Víctor Ullate. Audicionamos en el año 78 con Ullate y Béjart en el Teatro de la Zarzuela. Al principio, Febrero del 79, las clases las dábamos con Carmen Roche en un pequeño estudio que tenía Mariemma, después nos trasladamos a Atocha, al edificio donde ahora está el Museo Reina Sofía.


-¿Has estado con casi todos los directores de la CND?


R-Ha sido un privilegio vivir toda esa evolución pasando por varias direcciones hasta los tiempos de Nacho Duato.


-¿Cuándo te retiraste como bailarín?


R-A los 36 años mis rodillas decidieron que no podían seguir el ritmo de trabajo de la compañía.


Ricardo Franco en "Las Sílfides"


-Cuéntame un recuerdo de tu vida artística.


R-Por ejemplo, cuando Maya Plisetkaya me eligió para ser su partenaire.


-¿Qué bailaste con ella?


R- En “Carmen” fuí José, y fui su pareja en los ballets “María Estuardo” y “La Willy”.


-¿Cómo fue la experiencia?


R-Maya era impresionante, poseía esa luz que solo tienen los grandes artistas. No olvidaré la sensación que tuve la primera vez que me miró a los ojos, fue en un ensayo de Carmen, su mirada me traspasó, y nos separaban más de 30 años! Era una artista inmensa. Cada función bailando con ella era mágica.


Como bailarín, el descubrir los secretos de la gran técnica con Azari Plisetsky, que llegó seguramente en el momento en que mi cabeza y mi cuerpo estaban preparados para comprender definitivamente la esencia del trabajo clásico.


Pero de lo que realmente estoy muy agradecido es de haber vivido toda la evolución de la compañía. Bailamos tantos coreógrafos de primer nivel como Béjart, Balanchine, Tetley, Tudor, luego a partir de Ray Barra los clásicos Petipa y Fokin, y mi última época con Duato, donde bailamos, además de las piezas de Nacho, Kylian, Forsythe, Mats Ek...


Todo ese bagaje me ha servido mucho para poder enseñar. Todo lo que bailas de ese nivel es bueno y todo te aporta matices muy interesantes para la evolución de la técnica y para la forma de interpretar. 

Ricardo Franco en "Las Sílfides"


-¿Cual es tu coreógrafo favorito? Se que es dificil decantarse, pero siempre habrá alguno que te haya complacido más al bailarlo...


R-En mis tiempos, por los 80, todos queríamos hacer las piezas nuevas de Kylian, con su originalidad de movimiento y maravillosa musicalidad. Después, la teatralidad de Ek y la fisicalidad de Forsythe. Por suerte, todo ello llegó con Duato, además de sus propias coreografías que disfruté realmente. Lo cierto es que, si te gusta la danza y el movimiento, aprendes, evolucionas y disfrutas de todo lo bueno, sea del estilo que sea, y por suerte, en la CND tuvimos siempre piezas de mucha calidad.


-¿Las preferencias evolucionan?


R-Sí, claro. Por ejemplo, antes de esa etapa, como gusto personal yo era más de Robbins que de Balanchine, tenía algo más de historia, pero eso es hablando de matiz muy personal. Me encanta Balanchine, que nos cambió a todos la forma de proyectar en extensión nuestra técnica.


En ningún caso puedes descartar a ninguno de los grandes creadores de la historia de la danza, aunque no todo te guste igual.


-Imagino, Mario, que tienes mucha ilusión...


M-Muchísima, porque al fin y al cabo estoy consiguiendo lo que quiero que es vivir del ballet. Nunca olvidaré a Ricardo y a todos los que me han ayudado a cumplir mi sueño.

MERCEDES ALBI

FOTOGRAFÍAS JESÚS VALLINAS

(FOTOS ESCENA, COLECCIÓN DE RICARDO FRANCO)

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