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"Zincalí", el sello de Antonio Najarro en el Corral de la Morería



Si el baile es la naturaleza vista a través de una personalidad, en “Zincalí” nos encontramos con la presencia de 3 naturalezas de bailaores-bailarines diversas, tamizadas por la dirección escénica y coreográfica de Antonio Najarro.


La calidad de la música -compuesta por José Luis Montón, que además toca la guitarra acompañado de Jesús Losada, la flauta de Juan Carlos Aracil y el cajón de Paco de Mode y el cante de Inma La Carbonera y Miguel de la Tolea-, y el vestuario -diseñado por Oteyza, con alguna aportación proveniente del fondo de armario de Blanca del Rey-, conforman un magma de primera que los cohesiona.


Es un espectáculo de gran estética, es como si el tablao se hubiera sofisticado, incluso entre los músicos flamencos destaca la presencia poco usual de una flauta travesera, el instrumento del dios Pan. El inconsciente del espectador se traslada como llevado por la mágica presencia de los duendes desde el inició con  Miguel Fernández “El yiyo”, que parece venido de otro mundo.


Es un bailaor que, aun siendo de raza, posee en su físico un raro exotismo, semejante a la reencanación de un príncipe azteca. El Yiyo despliega un enorme potencial que no se desboca porque queda contenido por su gran sentido del son. Blanca del Rey lo definió muy acertadamente en su presentación, asemejándolo a un rayo.



Inma Salomón, primera bailarina del Ballet Nacional de España, en las distancias cortas, en el reducido espacio de las tablas, condensa su porte y luce impresionante desde su primera aparición, con una preciosísima bata de cola blanca que acentúa su imagen escultórica. Inunda al público de arte y belleza haciendo un despliegue de elegancia clásica española.


Inma hace su aparición de forma estática sobre un pedestal, porque en Zincalí se amplía el escenario integrando distintos espacios de la sala. Baila su solo con “Lejos” una pieza compuesta por Fernando Egozcue, para unirse a la soléa por bulerías del Yiyo. Sus ropas se van transformando de forma dinámica y ambos terminan vestidos de si mismos, con su propia piel tatuada.


Belén López entra fuerte mostrando sus dotes de bailaora con el flamenco arrollador de su “Farra”, interpretada con reminiscencias gitanas aunque sea paya. Pero la bailaora se transforma en bailarina mostrando su gran versatilidad, y sincronizándose con Imaculada Salomón en unas malagueñas con verdiales preciosas en las que ambas comparten un mismo mantón.



"Zincalí" posibilita disfrutar de estos tres magníficos danzantes de estilo español con personalidades tan definidas y distintas, en un espacio de convergencia construido con la original elegancia del sello de Antonio Najarro.


El Corral de la Morería no se queda anquilosado en su impresionante historia, sino que mira hacia el futuro con total entrega y sin regateos, situándose con cada nuevo espectáculo en un espacio de referencia entre los tablaos de España.


MERCEDES ALBI

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