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América para los americanos


Joaquín de Luz y Lauren Lovette en “Sinatra Suite”

Al primer golpe de vista, cuando leo las piezas escogidas para el programa “América”, me asalta la impresión de su falta de originalidad, si bien, cuando una amiga -ajena a la danza- me pide que le aconseje qué ver en la cartelera madrileña, afirmo sin dudar: no te pierdas “América” de la Compañía Nacional de Danza en el Teatro de la Zarzuela.


Esta aparente contradicción a la hora de valorar un mismo espectáculo cambia según quién sea el que vaya a verlo. Y cada persona es un mundo. Por tanto, es posible que se esté programando tanto repertorio clásico americano -a veces se tiene impresión de que no hay vida después de Balanchine o de Gene Kelly- para agradar al público mayoritario y contribuir a la difusión de la danza.


No hay riesgo, pero tampoco sorpresa. Ambos van de la mano. No existen el uno sin el otro. Es como emprender un viaje por planetas muy visitados, pero se deja a un lado esa inmensa emoción de explorar universos nunca vistos que en el arte se denomina creatividad.


¿Disfrutaremos? Por supuesto que sí. Pero si se escoge un camino sin riesgos ni sorpresas, nunca nos alejaremos de una existencia anodina que puede devenir en aburrimiento. Hay que encontrar nuevos estímulos y creadores españoles que puedan dotar a la CND de su necesaria identidad.


Apollon Musaget”, creada por el joven Balanchine para los Ballets Rusos de Diaghilev, ofrece un papel estelar del dios griego más escultórico que técnico. De hecho fue ideado para el bello Serge Lifar en su estreno parisino de 1928, de quien, a pesar de sus rivalidades, Balanchine siempre opinó que había sido el mejor de sus Apolos.


Alessandro Riga (Apolo), junto con las tres musas encarnadas en Giada Rossi, Cristina Casa y Ana Mª Calderón, bailaron este trocito de historia de la danza que comunica los dos continentes, al emigrar con su creador hacia el nuevo mundo.


El programa continuó con el “Barber Violin Concerto”, coreografía de Peter Martin para dos parejas de bailarines. Un tema abstracto de base musical a cargo de una magnífica violinista en la orquesta, Cristina Pascual Godoy.


“Sinatra Suite”, obra de Twyla Tharp, nos trajo reminiscencias de Broodway y del cine musical, con un paso a dos interpretado excelentemente por Joaquín de Luz, director artístico de la CDN, y Lauren Lovette, artista invitada.


“Tchaikosky Pas de Deux” de Balanchine, es una obra trazada dentro de la más pura tradición balletística, interpretado por Elisabetta Formento con Thomas Guigovaz, que mostró su dominio técnico.


Hasta la pieza final “Heatscape”, creada por Justin Peck para el Miami City Ballet, no hubo ninguna coreografía de conjunto en la que tuviera participación el cuerpo de baile de la CND, lo que dejó al público una sensación de dinamismo más acentuada, que despertó los aplausos y fue un adecuado broche final a una inolvidable noche de danza.


MERCEDES ALBI

Fotografía; Alba Muriel


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