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"La Argentina en París", una experiencia luminosa


Lucía Cardeñoso, Cristina Carnero y Tania Martín

 

La escena es sumergirse en otro mundo, y, realmente, “La Argentina en París” de la Compañía Antonio Najarro, que ha sido estrenada estos días en La Fundación Juan March, lo logra.


Los dos ballets de cámara –“El contrabandista” de Óscar Esplá, y “Sonatina” de Ernesto Halftter- se enlazan sin interrupción en un acertadísimo intermedio musical (pieza final de “Sonatina”), bajo la dirección de Miguel Balsega, que orquestó las partituras para piano, guitarra y violonchelo.


Cristina Carnero como Princesa, diseño Yaiza Pinillos

Antonio Najarro coreografió perfectamente la narrativa argumental, con expresión y viveza. Y si “El contrabandista” nos cuenta la historia del bandolero que se refugia en un cortijo, y queda seducido por el juego de miradas de la Condesita; y en “Sonatina” es la princesa melancólica a la que nada satisface, hasta que aparece el amor… Son las proyecciones escénicas las que atraviesan el tiempo y el espacio en que las dos acciones se desarrollan, trazando una noche cósmica que transporta.


Resentan dos enfoques diferentes: de lo terrenal, en la primera parte, al mundo de ensueño en la segunda.


Tanía Martín, La Pastora de Sonatina. Diseño Mariano Andreu

Hay que tener en cuenta que estos ballets, felizmente rescatados para el enriquecimiento de nuestro patrimonio cultural, nunca fueron representados en España. Tras muchas vicisitudes por parte de los artistas que los crearon para la compañía de “Ballets Espagnols” de Antonia Mercé, la Argentina, se llegaron a representar juntos en la Ópera Comique de París en 1929.La historia reseñada con detalle en el programa por Idoia Murga, deja vislumbrar los desencuentros entre unos y otros.


Podemos deducir en la corta trayectoria de los Ballets Espagnols que hubo un constante cambio de creativos. Si en 1926 se estrena “El fandango del Cándil” con libreto de Rivas Cherif y vestuario de Néstor de la Torre, por alguna razón, que indudablemente no tuvo que ver con su talento escénico, para estas dos piezas Antonia Mercé no encargó a Nestor los diseños. Tampoco el libreto de "Sonatina" a Rivas Cherif para su disgusto.


Lucía Cardeñoso en La Gitana. Diseño Mariano Andreu recreado por Yaiza Pinillos

En “El contrabandista” el vestuario lo diseñará Salvador Bartolozzi;  y en “Sontanita” tras un intento fállido y unos vestidos que no complacen, Beltrán Massés es sustituido por Mariano Andreu que creará los dos emblemáticos trajes que lució Antonia Mercé en sus papeles de La Gitana y La Pastora. El actual diseño de Yaiza Pinillos los ha mantenido, conservando aquella firma antigua en las líneas modificando únicamente el color del traje de La Gitana. El vestuario que ha creado Yaiza es un reto a la imaginación perfectamente armonizado con la gama de colores de las proyecciones. Siento no tener una máquina del tiempo porque estoy segura que si Antonia Mercé hubiera visto esos trajes, nunca hubiera cambiado de diseñadora. Yaiza recrea y se inspira para saber renacer, como el Dragón que viste un atuendo inspirado en el esclavo de Sherezade, el papel de Nijinsky.


Detrás de tal cúmulo de inspiraciones y riqueza musical, deleitando por igual la vista y el oído del espectador, así como la innovación en el enfoque modernizando sin desvirtuar, está la exquisita mano de Antonio Najarro, junto con la danza de ocho bailarines que se multiplican por efecto del arte, diluyendo su talento individual en el todo.


MERCEDES ALBI

Fotografías Dolores Iglesias 

 

 

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