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"La Giselle" de Joaquín de Luz para la Compañía Nacional de Danza


GISELLE Ballet en dos actos

Coreografía y dirección escénica: Joaquín De Luz (a partir de la original de Jules Perrot y Jean Coralli)


Música: Adolphe-Charles Adam (versión musical: Joaquín De Luz y Óliver Díaz)

Dirección musical: Óliver Díaz Libreto: Borja Ortiz de Gondra y Joaquín De Luz (a partir del original de Jules Henry Vernoy y Theóphile Gautier)

Dramaturgia: Borja Ortiz de Gondra

Escenografía: Ana Garay

Figurines: Rosa García Andújar

Diseño de iluminación y creación de vídeo: Pedro CHamizo

Espacio sonoro: Víctor Tomé

Voces en off: Pedro Alonso y Ángela Cremonte

Asistentes al coreógrafo: Pino Alosa, Joan Boada, Yoko Taira Bailarines invitados: Elisa Badenes y Gonzalo García

Ayudante de escenografía: Isi López-Puget

Ayudante de vestuario: Lucía Celis

Construcción de escenografía: Proescen

Confección de vestuario: D’Inzillo Sweet Mode

Peluquería: Mª Jesús Reina

Taller de utilería: Carlos del Tronco y Palomia Bravo

Producción de la grabación fonográfica: Fernando Arias (Aria Classica)

Orquesta: Orquesta titular del Teatro de la Zarzuela. ORCAM. Director de Orquesta: César Álvarez

Duración: 2h Estreno absoluto: Compañía Nacional de Danza en el Teatro de la Zarzuela de Madrid (España), el 9 de diciembre de 2020 Giselle accesible para todos los públicos.



En 1841, la Ópera de París estrena el ballet Giselle, en el que el poeta Théophile Gautier, inspirándose en leyendas alemanas de Heinrich Heine, crea mitos románticos que marcarán toda la historia de la danza: inocentes campesinas enamoradas, fiestas de la vendimia, apuestos príncipes seductores, fantasmas espectrales de espíritus del bosque… El año anterior, Gautier había visitado España y con su libro Le voyage en Espagne inaugura la moda romántica de los viajeros europeos que descubren el país, sus tipos populares y sus danzas tradicionales.


El año anterior, Gautier había visitado España y con su libro "Le voyage en Espagne" inaugura la moda romántica de los viajeros europeos que descubren el país, sus tipos populares y sus danzas tradicionales.


En 1863, el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer se retira al Monasterio de Veruela, en la Sierra del Moncayo, y allí, rodeado de bosques y naturaleza, escribe sus rimas de amores desgraciados y leyendas de tristes destinos. Para esta nueva versión que presenta la Compañía Nacional de Danza hemos querido imaginar una Giselle vista a través del romanticismo español: inspirándonos en la poesía de Bécquer, bailaremos la historia de esa muchacha enamorada del apuesto viajero extranjero al que amará más allá de la muerte. Sin abandonar los elementos que han hecho de esta obra una de las cumbres del ballet clásico, en nuestra Giselle aparecerán también la escuela bolera y las tradiciones españolas, y en el bosque nocturno donde habitan las wilis, esos espíritus de muchachas muertas antes de casarse, las voces del viento susurrarán versos de Bécquer. Al final de Giselle, la fuerza del amor y la fuerza de la danza vencen a la muerte y la oscuridad. Esa es la esperanza que nos guía en este espectáculo.”

Joaquín De Luz

Borja Ortiz de Gondra


“En las largas noches

del helado invierno,

cuando las maderas

crujir hace el viento

y azota los vidrios

el fuerte aguacero,

de la pobre niña

a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia

con un son eterno:

allí la combate

el soplo del cierzo.

Del húmedo muro t

endida en el hueco,

¡acaso de frío

se hielan sus huesos!”


Extracto, Rima LXXIII, Gustavo Adolfo Bécquer



SINOPSIS


Primer acto


En una aldea cercana al Moncayo vive Giselle, una campesina de extraordinaria belleza que por encima de todo ama bailar. Un día de otoño, cuando baila a solas para sí misma, es descubierta a lo lejos por un grupo de viajeros extranjeros; uno de ellos, Albrecht, cae rendido ante sus encantos y de común acuerdo con su amigo Wilfred decide internarse en la aldea y cortejarla haciéndose pasar por un lugareño. Rendida por los encantos del nuevo pretendiente, Giselle ignora a Hilarión, su enamorado, quien sospecha de la identidad y el engaño del forastero. Giselle y Albrecht bailan juntos, cada vez más atraídos, y a ellos se une toda la aldea. Pero pronto la madre de Giselle la reprende, asustadísima: la salud de su hija es frágil, y por el esfuerzo de la danza puede terminar convirtiéndose en una wili, uno de esos espíritus nocturnos de muchachas muertas vírgenes que rondan por el bosque después de la media noche. Llega a la aldea el resto de los viajeros y, mientras los lugareños los agasajan ofreciéndoles de beber, Giselle entabla amistad con Bathilde, la prometida de Albrecht, sin saber ninguna de las dos que aman al mismo hombre. Comienza luego la fiesta de la vendimia y las jóvenes eligen reina de la fiesta a Giselle, quien con permiso de su madre baila para todos. Hilarión, furioso por el coqueteo de Giselle y Albrecht, descubre la verdadera identidad de este, y termina por desenmascararlo. Bathilde pide cuentas a Albrecht, quien confiesa que Giselle solo ha sido un pasatiempo. Albrecht se abraza a Bathilde para seguir viaje sin mirar atrás, negándose a sí mismo el amor que ha surgido en su pecho. Ante la traición de Albrecht, Giselle enloquece y baila hasta caer muerta.



“Allí donde el murmullo de la vida,

temblando a morir va,

como la ola que a la playa viene,

silenciosa a expirar;

allí donde el sepulcro que se cierra

abre una eternidad,

todo cuanto los dos hemos callado

allí lo hemos de hablar.


Extracto, Rima XXXVII, Gustavo Adolfo Bécquer


¡Yo, que a tus ojos en mi agonía

los ojos vuelvo noche y día;

yo, que incansable corro

y demente tras una sombra,

tras la hija ardiente de una visión!


Extracto, Rima XV, Gustavo Adolfo Bécquer


"Dime, ¿es que el viento

en sus giros se queja,

o que tus suspiros

me hablan de amor al pasar?

Dime, ¿es que ciego deliro,

o que un beso en un suspiro

me envía tu corazón?”


Segundo acto


En el bosque, junto a la tumba de Giselle, rotos de dolor, un cortejo da el último adiós a la joven muerta antes de abandonarla. Cae la noche y en la soledad entra Hilarión, que deposita un humilde ramo de flores silvestres sobre la tumba. Allí es sorprendido por Myrtha, la reina de las wilis, que ordena a estas su cruel venganza: le harán bailar hasta que caiga muerto de extenuación. Poco después se adentra en el bosque Albrecht, que viene a visitar la tumba de Giselle profundamente desolado por no haber comprendido a tiempo a quién amaba realmente. Conmovida por ese gesto, Giselle se hace visible y trata de salvar a Albrecht de la maldición de las wilis; en una noche inagotable, baila sin descanso infundiéndole su aliento y haciéndole resistir vivo hasta que amanezca. Con la llegada del alba, las wilis se ven obligadas a volver a las sombras, y Giselle se retira sabiendo que su amor ha creado un lazo eterno con Albrecht: lo ha salvado, pero a cambio de que jamás consiga olvidarla. Y año tras año, hasta convertirse en un anciano, Albrecht seguirá acudiendo a la tumba de Giselle y escuchando en su cabeza las hermosas palabras de la muchacha que lo amó más allá de la muerte.


“Si al resonar confuso a tus espaldas vago rumor,

crees que por tu nombre te ha llamado lejana voz,

sabe que entre las sombras que te cercan te llamo yo.

Si se turba medroso en la alta noche tu corazón,

al sentir en tus labios un aliento abrasador,

sabe que, aunque invisible, al lado tuyo respiro yo.”


Extracto, Rima XVI, Gustavo Adolfo Bécquer




Fotografías Alba Muriel



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