"A mis 20 años participé por primera vez en una performance de Tatsumi Hijikata, en compañía de mi padre. De los tres yo era el más joven, el que se ocupaba de la logística y tenía los pies en la tierra. Hijikata murió a los 58 años y mi padre quedó a los 90 en silla de ruedas. Le cuide durante una década, hasta el día de su muerte. Cuando me quise dar cuenta, yo mismo tenía ya 70 años aunque me sentía igual que a los 20."
Así resume Yoshito Ohno su trayectoria al lado de dos pioneros de la danza butoh: Tatsumi Hijikata, el creador de la técnica y primer coreógrafo, y Kazuo Ohno, figura espiritual de ese arte, fallecido en 2010 a los ciento tres años de edad.
"A los 30 hice mi primer solo y vi que había fracasado"-, sintió que había llegado el momento de intentarlo de nuevo: "Kazuo era cristiano y estando en lugar sagrado consideró que yo me había inspirado. A partir de ahí me puse a perder peso, dejé mi vida sedentaria y de excesos, me afeité la cabeza y me acerqué a la tradición budista para volver a bailar", explica.
Cuando Hijikata le vio preparado, se encerraron dos días a trabajar: "Camina sobre las hojas de otoño; siente el olor de la muerte...". Su modo de trabajar era a través de la palabra, "que poco a poco iba permeando en ti".
"El butoh nació de la suma de experiencias de distintas danzas. Yo mismo quise bailar como Nijinsky, a quien admiraba, y luego quise imitar a Marcel Marceau y su pantomima, pero nada funciono. Tatsumi y Kazuo intentaron otros bailes como el flamenco, pero no acababan de encajar, de modo que volvieron a su esencia y crearon el butoh, una danza de reacción, contraria a la gracilidad del ballet, una danza que surge del sufrimiento y en la que uno tiene que crear para romper".
¿Qué puede aportar el butoh al público de la aldea global?
"Aprender a valorar hasta que punto es importante hacer el esfuerzo de vivir, aunque te vaya la vida en ello", expone Yoshito tras impartir un taller en la sala Pina Bausch del Mercat. "Hijikata tuvo una infancia dura, de supervivencia, y de este esfuerzo de lucha nace el butoh. Y luego esta Kazuo Ohno, que tuvo una vida de sufrimiento inimaginable, nueve años en la guerra. Al regresar quiso reivindicar a través de la danza la importancia de la vida. De ahí la importancia de transmitir el mensaje a las generaciones jóvenes".
¿Cómo fue la relación con tu padre? (Las respuestas de Yoshito constituyen siempre un hermoso e impactante giro).
"Un día Hijikata me pregunto que me parecía el butoh de Kazuo Ohno. 'Es danza moderna' le dije. La respuesta le gustó porque había hablado de Kazuo Ohno y no de mi padre. Piensa que cuando yo vi por primera vez a mi padre ya tenia 9 años. Llegaba de la guerra y a mí me pareció un extraño. Mi madre entró en el lavabo y yo me quedé con él, oyéndola llorar. Siempre hubo una distancia entre él y yo. Aunque algún día en mi danza me gustaría llamarlo papá y no Kazuo Ohno".
(Texto seleccionado por Luis Antonio Valdivia Durán de Danza Libre, escrito por Maricel Chavarría, Yoshito Ohno "El butoh nos enseña la importancia de vivir". La Vanguardia, Barcelona).
Fotografía: Kazuo y Yoshito Ohno por Eikoh Hosoe
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