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Vicente Escudero (2): De Sacromonte a París

Una mente tan inquieta, tan despierta y tan genial, necesita romper barreras; ansia medios y conocimientos que le permitan exteriorizar sus sensaciones. Para subsanar parte de esas carencias decide en primer lugar adentrarse en el "Sacromonte" (barrio de la ciudad de Granada) cuna del flamenco más puro. Su primera intención es perfeccionar todo aquello que había aprendido de manera intuitiva en su infancia. Allí no se siente extraño, forma parte de ellos.

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Al tiempo y sin dejar a un lado su claro objetivo, necesita sobrevivir a su propio empeño. Para ello, baila en pequeños cafés donde los guitarristas al uso, no son capaces de acompañarle en sus formas de expresión. Aquello motiva, que algunos empresarios de la época, rehuyeran contratarle. Le acusaban de no "estar enterao", pero sin dudarlo esa era su mejor cualidad.

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Huyendo de cumplir con el servicio militar, emprende una nueva aventura en Portugal. Después de unas primeras andanzas en las que no obtuvo los éxitos esperados, encarga una chaquetilla "larga" justificándole al sastre que el no necesita enseñar sus caderas para bailar por derecho.; contrata a un guitarrista capaz de interpretar sus libertades y se marcha a París. Sus primeras impresiones allí quedan resumidas con estas palabras:

"Veía que todos bailaban igual, como cortados por un mismo patrón, con un estilo uniforme, aprendido en las mismas fábricas de baile. Y aunque algunos realizaban su trabajo con una precisión y un virtuosismo admirables, no me interesaba imitarles».

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Corría el año 1920 cuando gana el Concurso Internacional de Danza que organiza el teatro de la Comedia de París. Recorre los escenarios más emblemáticos y distinguidos de la "Corte" . Fue pionero y con la valentía y el descaro que le caracterizaban, en la época en que los ballets rusos más exquisitos exponían sus mejores obras, el se presenta con una muestra del folclore español. Empieza un largo periplo que va desde el Teatro Olympia, hasta la Sala Gaveu. Sus formas anárquicas sorprenden al público más exquisito y por fin triunfa "el chalao" en la corte de los "enteraos" del momento. Su capacidad genial de innovación atraviesa las retinas y remueve sentimientos. Eleva a los mejores escenarios las raíces de su cultura.

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"Para bailar no necesito imitaros a vosotros; yo uso para mis bailes la arquitectura, y según el motivo que interpreto escojo el estilo gótico, románico, egipcio o griego".

GEMMA ORTEGA

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