Fue una noche especial. La Plaza de Toros de las Ventas se recortaba bajo el cielo de invierno como un palacio de leyenda. Atravesar el umbral de la Puerta Grande, con una maravillosa alfombra roja que nos conducía hacia el albero, poder admirar la plaza iluminada con unos matices tan distintos a los que luce en los días de toros... Desprendía un halo de misterio bajo el que sucumbimos, ¿Cómo no sobrecogerse al pasar frente al emblemático tendido siete, la cátedra de los taurinos?
Y es que no se puede encontrar un entorno más apropiado para un programa de danza española. La decoración no estaba sobre el escenario, sino que era la plaza misma la que nos envolvía y abrazaba, en su acogedora redondez, la ilusión arroyadora de los jóvenes bailarines. Recibir en ella su primer aplauso, es un bautizo de honor.
El mismo suelo que elevó a lo más grande a las figuras de renombre de nuestra tauromaquía era cómplice de lo que sucedería más tarde. El albero en esta ocasión estaba ocupado por mesas y sillas perfectamente dispuestas. En torno a ellas las gradas que ampliaban el aforo dando cobijo a un público entusiasta.
Se respiraba ambiente de fiesta, de una fiesta diferente, de una fiesta de danza. Al fondo el escenario con el telón cerrado. Y detrás de él muchos nervios, calentamientos, repasos de últimos detalles de maquillaje o de vestuario. Todo listo para empezar.
La escena desnuda, escenario neutro, sin decorados ni acompañamientos porque no hacía falta. Estas jóvenes promesas lo supieron invadir con toda la luz de sus ilusiones. Nos hicieron sentir, viajar, ilusionarnos, soñar, con la gracia de su virtuosismo, la personalidad propia de los grandes artistas que en muchos de ellos ya se vislumbra. Y el trabajo que realizan en el durísimo día a día muestra sus frutos. Los profesores y las aulas son el medio donde se aprenden la técnica y las coreografías, pero es la prueba del escenario donde se exponen los conocimientos llevados por las emociones. Y lo lograron.
Partíamos de un escenario neutro, sin decorados y con pocos recursos escenográficos. La primera aparición en escena vino de la mano de los bailarines de clásico, con "El Compromiso de Solor" (coreografía de Ricardo Franco). De pronto se hizo la magia e invadieron el escenario con toda la luz de sus sueños. Y nos hicieron soñar, viajar, sentir a pesar de tener entre sus manos una pieza con muchas dificultades técnicas.
A continuación y con una acertada elección por parte de la dirección artística, disfrutamos de "Sonata en Re Menor" del Padre Soler con coreografía de Malena Mexía y "3 de plata" de Emilio Ochando. Ambas piezas interpretadas por dos alumnos que habiendo terminado sus estudios en el Conservatorio ya comienzan a dar pasos firmes en solitario. Son dos excelentes referentes para el resto de compañeros.
Arantxa Carmona eligió esta noche para estrenar su nueva coreografía, "Rosa de invierno". Una vez más esta maestra enamorada del folclore puso su sello en una pieza. Arantxa sabe hacer como pocos de "lo nuestro", "lo suyo". Impregna sus coreografías de argumentos que cuentan "pedacitos de historia" en pocos minutos. Lo acompaña de un excelente cuidado en los detalles, con mágnifico vestuario de Carmen Granell. Y el resultado es una hermosa JOTA con mayúsculas. De esas que hacen vibrar al que la baila y al que la disfruta desde la butaca.
También la segunda parte fue memorable de principio a fin. Y empezó con una pieza de repertorio memorable: “El fandango del cándil” uno los primeros ballets españoles que se crearon. Se estrenó por la gran Antonia Mercé en 1927; luego lo rescató Mariemma del olvido, y esperamos que gracias a las nuevas bailarinas que lo representan, permanezca “en vida” para siempre.
Y conjugando estilos armónicamente pasamos del clasicismo de la escuela bolera a una pieza muy flamenca de la mano de "Un poco de ti" de Ricardo Franco. Y sin romper el ritmo y la cadencia tan importantes en una Gala, volvimos de la mano de los clásicos con música de Joaquin Turina a "Orgía" de Paco Pozo. En ambos casos piezas de excelente ejecución en manos de dos grandes promesas.
Como colofón "Por derecho" de Antonio Pérez, cargado de connotaciones del más puro clásico-español. Ya tuvimos la ocasión de disfrutarlo en la Gala de Navidad y nuevamente nos ha cautivado. Es una coreografía muy nuestra, en la que por momentos nos parecía entrever la figura del gran maestro Antonio "El Bailarín". Algunas secuencias nos recordaban a personajes emblemáticos de nuestra danza. Es una obra que a medida que vaya rodando ira "in crescendo".
Y hablando de maestros, no podemos ni debemos obviar la excelente labor que desarrollan. Cuando el futuro de nuestra cultura y en especial el de la danza, es tan incierto, ellos no dejan de ilusionar a sus alumnos. Nadie dijo que fuera fácil pero el que no lucha no gana. Los profesores y las aulas son el medio donde se aprenden la técnica, la historia, las coreografías, pero es en el escenario donde se exponen los conocimientos llevados por las emociones. Es el escenario donde se crece, donde se viven los minutos mágicos y donde se encuentra el sentido al inmenso esfuerzo que conlleva esta disciplina. Es el calor del público el que da el aliento para seguir trabajando.
Desde Albidanza debemos deciros que ya estáis preparados para rodar. Que esta mágica noche nos cautivó y quedará grabada en nuestra memoria.
A LARREAL le mueve la danza y nosotros siempre nos moveremos por y para ella.
¡¡¡Gracias!!!
GEMMA ORTEGA
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