Este viernes 13, Nacho Duato ha estrenado en el Teatro de la Ópera de Berlín, con el Staatsballet, la versión de "La Bella Durmiente" que realizó durante la temporada de 2011 para el Ballet del Teatro Miljailovsky de San Petersburgo.
Es dificil resistir el hechizo de unas imágenes tan cautivadoras como las que se muestran en las fotografías de Stas Levshin.
Hay clásicos que resisten algo mejor que otros las "revisiones", porque los intentos de modificar ballets como "Giselle" o "El Lago de los Cisnes", sólo han logrado, en su mayoría, transformar la poesía en burdas parodias.
Tal vez sea el lado onírico de la Bella, el que posibilita a los coreógrafos lucir el juego de la imaginación mejor que en otros ballets de rerpertorio mucho más inamovibles. El esquema de las nuevas versiones se sintetiza únicamente en dos elementos: la música de Tchaikovsky, y el encantamiento de la "prima ballerina", la lucha entre el bien y el mal.
Es posible que el espectador tenga que adquirir una predisposición especial si quiere disfrutar de la obra en el momento de la apertura del telón. Tiene que hacer un esfuerzo adicional para el olvido, y mantener la mente en blanco, libre de los recuerdos que evoca la música. Solo entonces concedería al coreógrafo la misma oportunidad que si estuviera ante una obra nueva, ante un folio en blanco, y no frente a un relato emborronado o mejorado, debido a la supuesta "caducidad" del texto antiguo.
El dilema se cierne sobre la elección de escribir algo nuevo, o por el contrario, estropear lo ya escrito, aunque hay una tercera vía, que es justamente la que trata de seguir Nacho Duato con su Bella: modernizar lo clásico, tal y como él mismo explica en la siguiente filmación.
En un momento en que los lenguajes coreógraficos estan agotados, y nos invade la sensación de que en el arte ya no quedan rutas inexploradas, porque hasta la vanguardia se tornó en monotonía, se hace mucho más necesario emocionar a la vez que sorprender y cautivar con las nuevas obras.
Por eso hay que aceptar el reto de Duato, el guante que nos lanza con un guiño clásico, su re-visión de un ballet. El genio se lanzó a diseñar en el Teatro Mijailovsky, con un gran elenco de bailarines clásicos, una nueva forma de repertorio.
Estamos seguros de que lo logró, de que abrió un nuevo sendero. La originalidad de su concepción es de base esteticista, con toques barrocos y una gran armonía en las formas.
Y lo mejor de todo: su Bella nos hará soñar muy pronto. La cita será en el Teatro Real, donde con el Staatsballet abrirá en septiembre la próxima temporada.
MERCEDES ALBI