Ha tenido lugar el estreno de "Staying alive: the sacrifice of giants", en el Festival Ellas Crean, que celebra estos días su 11ª edición en el Teatro del Centro Conde Duque.
Su autora, Camille Hanson, vive en Madrid, lo cual es un lujo no siempre suficientemente reconocido. Esta coreógrafa y bailarina norteamericana, formada en Los Ángeles -donde se licenció en Bellas Artes, en Danza Contemporánea, obteniendo el Máster en Coreografía y Performance por La Universidad de California- eligió nuestra ciudad como plataforma para la creación de sus obras. Se trasladó aquí en el año 2002 y fundó el proyecto "Ladinamo Danza".
Desde 2008 colabora con el artista visual, Juan Carlos Arévalo -autor de estas fotografías-, fusionando la danza, la fotografía y la vídeo-creación.
Es una danza que no se queda en sí misma, sino que, prescindiendo del virtuosismo y subordinando la técnica a la expresión, apela directamente a la conciencia del espectador.
Cuatro bailarinas, siendo una de ellas la propia Camille, nos sumergen en el mundo marino a través de un espacio sonoro compuesto fundamentalmente por el rumor de las olas, que se va transformando, una vez los delfines son capturados, en un sofocante palpitar; unas imágenes de vídeo completan la trama, e incluso detienen la representación para hacer un alegato sobre el drama que viven estos bellos animales.
Si la vida media de un delfín en libertad es de 25 a 65 años, una vez los capturan, la mayoría mueren en unos meses y, como máximo, alcanzan a vivir no más de 5 años a causa del deterioro producido por el agua clorada, el ruido de las ciudades, la imposibilidad de nadar y pescar como hacen en su hábitat... Unos animales tan inteligentes y sensibles, que tienen hasta su propio lenguaje, cambian en el encierro sus costumbres y dejan incluso de hacerse cargo de las crias de sus compañeros muertos, debido a la depresión y la tendencia al suicidio -que muchos se auto-inflingen-. Un drama que pasa desapercibido a los visitantes de los parques marinos que ríen y aplauden sus "gracias". Es lo que Camille denomina "la sonrisa fingida del delfín en su cautiverio". Este cruel negocio desaparecería si nadie acudiera a esos lugares de ocio sustentados sobre la esclavitud animal.
Camille Hanson explica la intención de sus trabajos, "I feel as an artist a responsibility to live consciously and to engage in critical reflection about the world we live in and know most intimately".
El mudo leguaje de una danza contemporánea muy expresiva, de caracter narrativo, se puso al servicio de un dolor también silente: el de la pérdida de la libertad.
En las primeras escenas las bailarinas-delfines conviven en armonía con el mar, nadan, juegan entre ellas movimientos trenzados muy bien coordinados y plásticos; sin embargo, desde el principio se deja sentir la presencia de una amenaza, la cual se manifiesta claramente con la aparición del pescador, que portando una antorcha, otea, busca hasta que despliega sobre ellas una red imaginaria. La lucha es desigual, todo cambia y se vuelve axfisiante.
Destaca el dramatismo de un solo en el que la bailarina va enredándose cada vez más en una red de pesca. La escena tiene un fuerte contenido simbólico. Y es que la pérdida de la libertad no queda circunscrita al ámbito de los delfines, pues es tan amplia que se identifica con u sin número de circunstancias.
La tensión sobre escena va creciendo, la armonía de los delfines se torna en violencia, nadan ensimismados dando vueltas sobre si y chocan entre ellos, caen al suelo, levantándose cada vez con menos fuerza, hasta que mueren. Todo desaparece, el escenario se queda vacío, la vida se marchó a otro lugar.
La obra pertenece al movimiento intenacional "Empty the tanks", cuya finalidad es promover la lucha contra el cautiverio de cetáceos, por la educación, el ecoturismo y la conservación de las especies.
"Staying alive" es danza para un mundo mejor.
MERCEDES ALBI