“Muerte en Venecia” es un bellísimo ballet narrativo de una gran complejidad, luminoso y minimalista, que consigue envolver al público en la emoción de su historia vital de soledad, pérdida de la juventud y muerte....
Realmente nos encontramos con un clásico, porque a estas alturas del siglo XXI así podemos catalogar la obra de Neumeier (1937), en general, y este ballet en particular, pues fue estrenado en el 2003 en Hamburgo con gran éxito de público y crítica.
La famosa novela de Thomas Mann, llevada al cine por Visconti con la música del adaggieto de la 5ª sinfonía de Mahler, se convierte en ballet. La novedad más curiosa es que Neumeier ha trasformado al protagonista escritor en un coreógrafo, también exitoso, cansado y falto de ideas como en la obra original.
En el ballet, Aschenbach, es un coreógrafo prestigioso que recibe el encargo de crear un ballet sobre la vida del rey Federico el Grande de Prusia. Viaja a Venecia en busca de ideas y en el Hotel des Bains conoce al joven Tadzio del cual se enamora…. Un amor imposible, inalcalzable que culmina con la muerte del coreógrafo y con su ballet sin terminar.
La obra se divide en dos actos compuestos por diez escenas. El interés aumenta según avanza su desarrollo, destacando el segundo acto, mucho más ágil e interesante que el primero.
La música es exquisita Bach para las cuatro primeras escenas con fragmentos de “ Das musikalishe Opfer” y “ La Suite n 1 en Mi menor para Laud ; las seis escenas siguientes suena Wagner con una selección de varias de sus óperas -“Tristán e Isolde “ “Thanhauser” y” Sigfried”..- Magnifica la interpretación de la pianista Elizabeth Cooper.
El juego de luces sincroniza a la perfección los momentos del día, los estados del alma, y va cambiando desde el blanco luminoso, que otras veces se vuelven moradas, rosadas y tornasoladas como una puesta de sol junto al mar.
La coreografía es muy elaborada, densa, descriptiva, llena de pequeños pasos, pero a veces se torna confusa. Es porque Neumeier desea que el espectador se sienta abrumado, sobrepasado por la misma angustia que siente el protagonista. Esto lo logra llenando la escena con muchos bailarines que danzan pasos diferentes, y conviven a su vez con otras personas que simplemente pasean. Así, la soledad y la incomunicación quedan reflejadas y se acentúan en medio de la belleza que además es algo efímero que también se escapa.
Entre todas las escenas destacaría por su gran romanticismo, la primera de la segunda parte, titulada “En el Eliseo”. Tiene lugar en la playa del Lido. Hay bañistas, sol y una luz mediterránea radiante. Achenbach (Lloyd Riggins) y Tadzio (Edvin Revazov) bailan su pas de deux pleno de emoción y significado. Y por su impacto, resaltaría la escena de la Danza de la Muerte, cuando la epidemia de cólera se ha extendido en Venecia, la armonía se trunca con dos músicos que tocan música heavy con guitarras eléctricas y los bailarines danzan hacia la muerte.
PAOLA PANIZZA