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Desde la Ballethaus de Dusseldorf, entrevista a Martin Schläpfer con Brigitta L. Merki


En la Ballethaus de Dusseldorf, sede de la compañía del Ballet del Rhin, me reúno con su director, Martin Schläpfer, uno de los coreógrafos más prometedores del panorama creativo actual, reconocido con el Benois de la Danse (2007). La compañía Flamencos en Route se encuentra allí, ensayando una pieza de Brigitta L. Merki basada en un poema de Lorca.

El edificio es un mundo vivo. Los sonidos musicales se mezclan con una especie de trasiego silente de bailarines que van y vienen presos de un intenso quehacer. Es sábado por la mañana, al día siguiente actúan en la Ópera de Dusseldorf. Ensayan las tres piezas programadas –"Symphonie G-Moll" de Martín Schläpfer, "A dónde vas Siguiriya? Carpicho flamenco" de Brigitta Luisa Merki y " Rättika" de Mats Ek-. Hay nervios, imprevistos de última hora, ilusión, concentración...


Martín nos espera en su despacho. Es un habitáculo muy sencillo que dice mucho sobre él. Me llaman la atención los objetos de su escritorio, pues percibo por la combinación que ha hecho de forma inconsciente con los colores rojo y blanco, que me encuentro ante un esteta, un hombre muy ordenado con tendencia hacia la abstracción mental -al punto que necesita un cartel con la advertencia de que lo primero que hay que hacer antes de comenzar la jornada es leer la agenda- y gran sentido del humor. Hay una vaca de madera, recuerdo de su origen suizo; una imagen de Buda, signo de la espiritualidad inspiradora, en contraste con un frasco de colonia, el elemento terrenal que estimula los sentidos.


Es un absoluto placer poder conversar con dos grandes artistas como Brigitta L. Merki y Martin Schläpfer.


Martin, mientras habla, traza con sus manos círculos en el aire, es un alquimista del movimiento; Brigitta le mira complacida, interesada en sus palabras, reflexiva, inteligente y siempre creadora.


Pregunta.- Martin, me gustaría conocer su opinión sobre el flamenco.


Martin.- El ballet y el flamenco son dos fenómenos culturales europeos. Son dos estilos muy maduros que existen desde hace tantísimo tiempo... Ambos están tan consolidados que puede permanecer cada uno en sí mismo, uno no necesita al otro. No tienen porqué tener elementos comunes, sino que son dos formas de danza que han crecido y madurado, un maravilloso fruto del acerbo cultural europeo.


P.- ¿Qué piensas de esta colaboración en la pieza de Brigitta de bailarines flamencos con los del Ballet del Rhin?


Martin.- La base de todo es que bailan dos estilos totalmente independientes. No se trata de fusionarlos, ni de que los flamencos bailen vueltos del revés, alcanzar un estilo requiere mucho trabajo, mucho estudio, muchas horas, diría que casi toda una vida...


Y una vez se alcanza ese dominio del arte, y nunca antes, es cuando debe surgir la curiosidad sobre qué tipo de dialogo puede establecerse entre ambos. Pero tiene que ser en un nivel super-profesional donde esta relación se produzca. Es precisamente esto lo que encontré en Brigitta.

P.- ¿Cómo se logra que ambos estilos se conecten sin que se distorsionen?

Martin.- Es por la esencia, hay algo más allá, son como dos seres que buscan lo mismo y ahí está su unión. Son trazados de arquitectura humana.


Por supuesto que hay arquetipos en estos lenguajes, digamos que cada idioma usa unos términos diferentes, por eso lo interesante era adentrarse en una búsqueda de lo común. Y al final te das cuenta de que, en definitiva, todo arte expresa una parte intrínseca del ser humano.


Brigitta.- Tienes que ver cosas de Martín, son coreografías con una sensibilidad tan especial...

Martin.- Yo, cuando veo algo de Brigitta, pienso: “algo funciona...”


En el fondo es el punto de vista artístico lo que nos une, pues en nuestras diferentes disciplinas partimos de un aprendizaje con un dominio técnico muy duro.

P.- En este momento actual donde a veces se tiene la sensación de que en el arte ya está todo hecho, de que los lenguajes están agotados, ¿Hacia dónde crees que la danza debería evolucionar?


Martin- El problema surge porque hay gente que se sube al escenario en base a una especie de “todo vale”. Eso es lo que hace daño y conduce a un punto muerto.


P.- ¿No todo vale?


Martin.- Por supuesto que no. Por ejemplo, cómo te diría, pondré un simil con la pintura. Rothko trazó unos rayos blancos, zas, zas (y Martin hace el ademán de dibujar sobre la pared unas líneas imaginadas). Rothko pudo hacer de unas simples líneas una obra de arte porque había llegado. Él tenía su camino y alcanzó un nivel en el que hizo ésto. Lo que no se puede hacer es partir de unos garabatos y querer hacer pensar al público que es una expresión profunda e instintiva. No, eso aburre, eso es un engaño. Cada arte necesita un saber, un aprendizaje, un nivel técnico. Si no se parte de ese punto no se puede crear un verdadero contexto artístico.

P.- Bueno, pero partiendo de que el dominio técnico es necesario... ¿Se necesitará algo más?

Martin.- Sí, porque esa técnica es lo que justamente permite tomar distancia, posibilita el estado de conciencia, que es cuando se logra ser plenamente consciente de tus posibilidades expresivas.


Es entonces cuando se puede establecer el diálogo con el publico. Hay que dominar el idioma, y la danza es un idioma, si ésto no está claro no hay ni que empezar.

P.- Brigitta, ¿Qué opinas tú sobre esto?

Brigitta.- Estoy completamente de acuerdo con Martin. Él no cesa de formar a los bailarines de su compañía, sigue profundizando en el campo técnico, en el sentido evolutivo. También siento que él me comprende, se da cuenta de que yo no estoy en el pasado del flamenco sino que mi estilo forma parte de la evolución.


Me hace mucha gracia que la crítica me llame “la coreógrafa flamenca más europea”, porque España es Europa, porque sigue cambiando con el mundo de hoy. El estilo español no se detiene y opino que hay otro concepto más allá del mero arquetipo tradicional, ya que la cultura española contiene muchísima riqueza.

P.- Tú creas con elementos españoles pero desde fuera de España.. ¿Ello te da una dimensión diferente?


Brigitta.- Sí, quizás yo lo veo todo desde otro angulo, recuerdo a Susana, mi maestra... Ella utilizaba una expresión refiriéndose al mundo del flamenco: “no estoy en la sopa” (ríe), y pienso que si “estás en la sopa” no puedes crear algo nuevo, te estereotipas.


El camino no termina nunca, el camino es el camino.

P.- Martin, ¿De dónde recibes la inspiración?

Martin- De la música.

P.- Brigitta, ¿Dónde la encuentras tú?

-Yo me inspiro en el físico de los bailarines, en su personalidad, pues lógicamente, para mí el flamenco posee una conciencia, una esencia muy humana. Está muy conectado con el ser humano, es un idioma de la danza en el que llevamos zapatos, andamos sobre la tierra.


El flamenco debe ir más allá. Tiene muchas posibilidades hacia donde explorar, porque es importante que nos demos cuenta de que no se agota en el individuo. No termina en lo pequeño. NO se debe hacer para un teatro grande lo mismo que se haría en un tablao.


Yo creo fírmemente en el flamenco concebido para teatro grande, el problema es que hay demasiado show en el sentido del “yo”, es un yo estoy aquí. Hace falta trabajar. En el tablao está ese "aquí estoy yo y tú mírame", y es algo muy interesante de vez en cuando porque el "yo" es importante, pero no para un espectáculo entero... Aburre.

Eso es un concepto que, a mi entender, tendría que evolucionar en la mentalidad flamenca, pues me he encontrado con el obstáculo de que muchas veces les es difícil sentir que son un conjunto.

P.- Eso siempre ha sido así, ese problema ya se lo encontró Diaghuilev cuando vino a España, y fascinado por los bailaores españoles los contrató para los Ballets Rusos. Primero fue Félix el Loco, y luego una mujer excepcional, María del Albaicín. En las memorias de Shokolova, bailarina de carácter de la compañía, cuenta de ella que era una criatura encantadora, pero con mucha dificultad de ceñirse a los pasos... Y es que el flamenco es la danza más individual que existe, ¿No te parece?


Brigitta.- Pero la coreografía es también una expresión, una dramaturgia, y mantener una visión estrecha del flamenco lo reduce.


Yo he vivido en los 70 lo que era el flamenco puro de las pequeñas peñas. He sentido con ellos momentos extraordinarios, el bailaor, el guitarrista en su magnífica intimidad... Eran diálogos profundos y muy honestos.

En el fondo parto desde esta experiencia en mis obras pero cambiando el angulo de mi enfoque, el entorno sin perder esta honestidad en el diálogo. Con esta consciencia se entra hacia una conexión más amplia con el resto del mundo.


P.- ¿Cómo definirías tu estilo flamenco?

Brigitta.- Yo desnudo el flamenco, exijo técnica y la respeto muchísimo, pero tambien nececito la expresión individual de cada uno. Y cambio su look de los 50, suprimo los signos folklóricos, el tipismo, y entonces es cuando ves lo que hay.


El Flamenco no nececita riqueza en vestuario, para mi pierde la escencia, la expresion corporal tan fuerte con demasiado vestuario. Para mí puede llegar hasta un arte abstracto en ciertos momentos, considerando el mundo ritmico que conlleva.


También te digo que los músicos están más avanzados, son más innovadores y tienen muchísimo más claro el camino hacia su evolución. En la música, sí se hace, *se está integrando elementos tradicionales en composiciones actuales y salen musicas innovadoras sin este aspecto de "retro" como lo hay en la danza.


Martin.- Pienso que lo que denominamos contemporáneo está en la mente, es la mente la que utiliza los elementos, y aunque sean clásicos, los convierte en contemporáneos. Por eso el término "contemporáneo" me aburre, es algo superado, tendría que referirse a lo que se hace en la atualidad y no circunscribirlo a un estilo así o asá.


Por ejemplo, yo utilizo en mis coreografías zapatillas de punta, y sin embargo, soy muy contemporáneo, no soy para nada un coreógrafo clásico.


Yo tambien soy un outsider (ríe).

P.- Cuéntame, Martín, sobre la situación actual del Ballet del Rhin, ¿Cuántos bailarines tienes?


Actualmente son 46. Y ahora vivimos un momento muy gratificante de reconocimiento a nuestra labor. Lo mejor es que vamos a estrenar en septiembre una nueva sede, un maravilloso edificio de 3.000 metros.


Brigitta- Ha sido gracias a Martin que se ha logrado esto. Su labor es muy reconocida y valorada en el ambiente artístico, ahora le dan un nuevo premio.


P.- ¿Qué premio?

Brigitta- El Premio de Música de la ciudad de Duisburg (Musikpreis der Stadt Duisburg 2015). Es uno de los premios de arte más importantes de Alemania.

Los únicos coreógrafos que lo han recibido son Hans van Manen y Pina Bausch. Normalmente el premio se concede a musicos de gran categoría como Dietrich Fischer-Dieskau, por poner un ejemplo.

P.- Felicitaciones.

Martin.- Sí, por ello me siento doblemente afortunado porque se suele dar a artistas musicales y es un honor que sea para la danza. Cuando pienso en los grandes artistas a los que se les ha concedido este premio, casi estoy abrumado...

Reconozco que atravieso una buena etapa de mi vida.

P.- ¿Cómo fue que empezaste a bailar, Martin?

Martin.- Empecé a bailar, o más bien a moverme, y yo no sabía lo que era. Tenía 15 años, y un profesor me miró a los ojos y me dijo “tú tienes que venir a bailar”. Mis padres me dieron permiso, y así fue... Gané el Premio de Lausanne al mejor Bailarín, y pude elegir compañía.

P.- ¿Cuándo empezaste a coreografíar?

Nunca quise ser coreógrafo. Ha sido todo un descubrimiento hacia el que la vida te conduce por una serie de coincidencias.


Yo quería enseñar, y empecé con la docencia en Basilea, y ello me llevó a dirigir el Ballet de la ciudad de Berma, y como no teníamos dinero, me puse a coreografíar...(ríe) Nunca me imaginé esto.

P.- Ahora que has llegado... Confiésame, ¿Es difícil ser artista?

Martin.- Muy, muy difícil, llevar gente, enseñar, dirigir, organizar.... Es un trabajo ambivalente, porque además de la parte creativa hay exigencias organizativas y burocráticas de gran envergadura. Se tienen que soportar situaciones muy complicadas sin desfallecer.

Brigita.- Aquí en el Hausballet hay un ambiente muy artistico, muy inspirador. Esta atmósfera sale de Martin. Se nota en los bailarines, se nota en la musicalidad, hay muchísima concentración dentro del trabajo y nos ha influido mucho. La experiencia es única.


P.- ¿Cuales son tus sueños, Martin?

Martin.- ¿Mis sueños? (ríe)... Tenéis que entender que no soy tan conocido a nivel internacional, por ejemplo en España el Ballet del Rhin casi no ha actuado, pues en Madrid nos cancelaron en el Teatro Real. Y lo comprendo, aunque no me hace feliz. Soy consciente de que mi estilo coreográfico no es para las masas. Tampoco me importa, ni busco la fama, no tengo sueños, solo me concentro en dirigir, entrenar a mis bailarines, y me conformo con lograr crear piezas que signifiquen algo. Mi deseo es poder seguir desarrollando la técnica y abrir la mente hacia el resto de las artes, conectarlo desde fuera con el mundo interior, porque realmente el arte habita en el corazón de las personas.

Todo el mundo parece empeñado en crear un nuevo ballet, algo nuevo aunque el mundo no lo necesite. Mi pasión no es crear por crear, yo siempre me siento inseguro, busco y vacilo hasta que encuentro. Yo siempre dudo.

MERCEDES ALBI

(Fotografías de "A dónde vas Siguiriya? Capricho flamenco" por Gelt Weigelt)

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