La realidad del artista es tan compleja como cada una de las inspiraciones que le permiten seguir siendo artista. El artista: el personaje admirado, el centro de atención de las reuniones, el diferente, el que siempre tiene algo que contar ante la monotonía del resto de vidas. El artista.
El artista no puede ser artista 24 horas al día, aunque 24 horas al día esté contagiando su arte. El artista siente, llora, sufre, ríe, mea, folla, caga, sonríe, come, sangra... el artista es otro más.
El artista, cambia su vida continuamente, es un alma errante, con rumbo pero sin morada. El artista termina sólo en una reunión de mucha gente. El artista es objeto de deseo, de envidias, de admiración, de orgullos y de decepciones.
El artista no tiene un horario fijo, no tiene una nómina fija, no tiene un compañero fijo. Es difícil conocer realmente al artista.
El artista tiene que ser un conquistador continuamente, el artista tiene que enamorar en cada mirada.
El artista se cansa, se agobia, se lamenta y nunca sabe qué pasará mañana.
El artista llena un teatro, gana dinero, conoce gente, es perseguido, es criticado, es cuestionado, se arruina, fracasa, triunfa pero cuando todos duermen, el artista no.
¡Qué suerte! Viajarás mucho!! dicen muchos. Conocerás a muchos famosos dicen otros, y el artista que debe una sonrisa continua porque de esa continua conquista depende su futuro, se marcha sólo al hotel y en una habitación de lujo unos, en una habitación mediocre otros o en los asientos de un autobús, el artista duerme solo.
Añora a sus amigos, añora una caricia, una conversación profunda, un cigarrillo compartido y una mirada más allá de los sentidos.
Una almohada llena de lágrimas cobija las noches de los artistas. Un pasillo interminable de un hotel es el recorrido más triste del artista para al día siguiente volver a ser el artista.
Por eso si conocéis a algún artista miradle a los ojos y veréis cuánto de persona desconocida hay en su mirada.
PACO MORA