La Compañía Nacional de Danza confirma su participación en el programa cultural organizado por el Ayuntamiento de Madrid con motivo de conmemorar el IV Centenario de la Plaza Mayor. Los bailarines de la CND, dirigida por José Carlos Martínez, ofrecerán a los presentes el próximo 23 de septiembre un espectáculo formado por dos coreografías de diferentes estilos: Don Quijote Suite, de corte clásico; y Minus 16, de corte contemporáneo.
El objetivo principal de la programación que el Ayuntamiento de Madrid –junto a la comisión del IV Centenario- ha preparado para conmemorar el IV Centenario de la Plaza Mayor es devolver el protagonismo a la plaza más significativa de la capital, permitir que recupere su esencia y convertirla en un espacio vivo que sea el foco cultural de la ciudad. Para alcanzar este objetivo se está contando con las principales instituciones culturales y centros de producción nacionales como, en esta ocasión, con la sobresaliente participación de la Compañía Nacional de Danza.
En la noche del sábado 23 de septiembre, la CND, bajo la dirección artística de José Carlos Martínez, abandonará su sede ubicada en el Matadero de Madrid para presentar en la Plaza Mayor un programa doble que incluirá Don Quijote Suite, obra con coreografía del propio José Carlos Martínez inspirada en el clásico de Petipa y Gorski con la que la compañía retomó el ballet clásico en 2015 sobre una partitura de Ludwig Minkus, y Minus 16, una pieza “diferente” , impredecible e única del israelí Ohad Naharin y estrenada por la compañía en 2013 en el Teatro de la Zarzuela.
400 años de la Plaza Mayor
Compañía Nacional de Danza
Dirección José Carlos Martínez
PROGRAMA
Don Quijote Suite
Coreografía: José Carlos Martínez (inspirado en las versiones de Marius Petipa y Alexander Gorski)
Música: Ludwig Minkus
Diseño de vestuario: Carmen Granell
Coreografía Adicional Fandango: Mayte Chico
Estreno absoluto por la Compañía Nacional de Danza, el 14 de febrero de 2015, en el Auditorio Víctor Villegas de Murcia con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia.
Dirección musical Gonzalo Berná.
El Ballet Don Quijote de Marius Petipa fue, junto con El Lago de los Cisnes, uno de los ballets más populares en Rusia, donde se creó en 1869 sobre una partitura de Ludwig Minkus. Esta obra, llena de color, rompía con el universo de las criaturas sobrenaturales o etéreas de los ballets clásicos del XIX, para poner en escena a la gente del pueblo.
El libreto se basa en un episodio del segundo volumen de El Quijote de Cervantes (capítulo XXI, “Donde se prosiguen las bodas de Camacho y otros gustosos sucesos…”), y la acción se centra más en los amores tumultuosos de Quiteria y Basilio que en las propias aventuras de Don Quijote y Sancho.
El ballet fue transmitido de generación en generación de manera ininterrumpida. En Rusia gracias a la tradición y a sus revisiones sucesivas, siendo la más importante de ellas la de Alexander Gorski en 1900.
Muchos han sido los coreógrafos que han creado sus propias versiones de este gran clásico, como Rudolf Nureyev para la Ópera de Viena, o Mikhail Baryshnikov para el American Ballet Theatre.
En su Suite de Quijote (que recoge varios extractos del primer y del cuarto acto original) José Carlos Martínez centra aún más la acción en los personajes de Quiteria y Basilio, utilizando al cuerpo de baile para dar más dinamismo a la acción de este gran clásico intemporal con sabor español.
Minus 16
Coreografía: Ohad Naharin
Música: Collage (*)
Figurines: Ohad Naharin
Diseño de iluminación: Avi Yona Bueno (Bambi)
Puesta en escena: Shani Garfinkel y Shahar Biniamini
Duración: 32 minutos
Estreno mundial por la Batsheva Dance Company en el Lucent Dance Theater, La Haya (Países Bajos), en 1999. Estreno por la Compañía Nacional de Danza en el Teatro de la Zarzuela, Madrid (España), el 16 de Noviembre de 2013.
Contando con una ecléctica partitura que va desde Dean Martin al mambo, del tecno a la música tradicional israelí,Minus 16 de Ohad Naharin utiliza la improvisación y el aclamado método Gaga, un lenguaje único de movimiento que rompe con los viejos hábitos, empujando a los bailarines a desafiarse a sí mismos de maneras nuevas y diferentes. La obra es única debido a la ruptura con la barrera entre los intérpretes y los espectadores. Minus 16 no sólo se deleita en su propia excentricidad sino que también celebra el gozo de bailar. La pieza tiene elementos de impredecibilidad y diversión que hace de cada actuación de Minus 16 una experiencia deliciosamente diferente.
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