La IV Edición de la Gala Valencia Somos Arte se ha celebrado el pasado sábado en el Palau de les Arts Reina Sofía.
Realmente, es un placer ver al público valenciano tan volcado en un evento que se ha consolidado como cita ineludible de la vida cultural de la capital levantina y aspira a alcanzar una posición de referencia en el mundo de la danza.
La presente edición posee la misma estructura que la gala precedente. Así, en líneas generales se podría indicar que el peso de la celebración queda sustentado con la presencia de una figura estelar (el pasado año fue Lucía Lacarra y este año ha sido Joaquín de Luz) junto con bailarines de alguna compañía extranjera (antes fueron los del Ballet de Toulouse y esta ocasión provenían en su mayoría de la Scala de Milán).
Es una fórmula que funciona, pues es difícil que una presencia escénica a la altura de estos dos iconos de la danza no arranque emocionados aplausos.
El telón se abrió con el paso a dos de Esmeralda, lo cual entraña el riesgo de fijar de entrada un listón demasiado alto que impide fomentar en el espectador la sensación del “in crescendo”, máxime cuando lo bailan dos interpretes tan buenos como Anna Ol y YoungGyu Choi del Het National Ballet de Ámsterdam.
Anna Ol se deshizo en alardes técnicos, mantuvo un portentoso equilibrio y mostró una gran elasticidad en el desarrollo de los developpés característicos del personaje. Se notaba su escuela rusa; y YoungGyu Choi encantó. Sus saltos poseen un ballon sorprendente, muy elegante, nada forzado, con la rara cualidad parecer quedar suspenso en el aire. Y es que YoungGyu es un bailarín de salto alado.
A continuación, dos pasos a dos de danza contemporánea de gran lirismo: “L´altro Casanova” de Gianluca Schiavoni, con Marta Gerani y Antonino Sutera; y “Desde Otello” de Goyo Montero, con los bailarines valencianos Esther Pérez y Luis Tena.
Y apareció Joaquín de Luz con YaeGee Park en el paso a dos de El Quijote, cerrando magníficamente la primera parte...
¿Qué se puede decir que no se haya dicho todavía del enorme artista que es Joaquín de Luz? Es algo muy complejo el tratar de reducir a palabras la emoción de admirar a un artísta inigualable. Y si reflexiono sobre qué es lo que hace a Joaquín tan excepcional, me decanto porque además de su incuestionable técnica posee la elegante bravura propia del que es un bailarín español de los pies a la cabeza.
La segunda parte se abrió con Static Time, una coreogafía de Nacho Duato, muy intensa, de hondo dramatismo a cargo de Gentian Doda y Lucio Vidal.
Y siguieron el paso a dos del Cascanueces, con Anna Ol y YoungGyu Choi, y el paso a dos de La Silfide, con YaeGee Park y Joaquín de Luz, para cerrar con la Suite de la Bella Durmiente danzada por solistas y cuerpo de baile de la Scala de Milán.
El público entendido echó de menos que se hubiera programado alguna pieza de danza española. Es en mi opinión el defecto mayor de la excelsa gala. ¿Cómo es posible que en un evento de esta categoría no exista una muestra de nuestra danza?
Pienso, por ejemplo, en Folía de Caballeros, que baila el mismo Joaquín de Luz con Sergio Bernal (que acaba de ser destacado por la Revista Forbes como uno de los jóvenes menores de 30 años con mayor proyección internacional), una coreografía con la que han triunfado hasta en Miami y que todavía no hemos podido ver sobre un escenario español.
Solo apuntar que, ahora que los Ballets de la Generalitat han desaparecido, gracias a la loable labor de la Fundación Hortensia Herrero y a la Asociación de Danza y Arte del Mediterráneo (ADAM), organizadoras de la gala, se suple algo la enorme carencia que sobre el arte de la danza existe en Valencia. También sería muy positivo que se promulgase en España una Ley del Mecenazgo que favoreciera e impulsara las iniciativas culturales privadas como ésta, cuya recaudación se destina cada año a una labor humanitaria. Unir belleza y bondad... Y es que ayudar a crear entre todos un mundo mejor siempre será la meta de nuestros sueños.
MERCEDES ALBI