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Gala Homenaje a Mariemma, la emoción del recuerdo en el Teatro de la Zarzuela

La Gala Homenaje a Mariemma del Teatro de la Zarzuela ha sido un acto muy hermoso. El público pudo disfrutar del recuerdo de una bailarina prodigiosa, maestra sublime y coreógrafa llena de sensibilidad y amor a la danza española en toda su extensión. Esto ha sido posible gracias a los bailarines, que según palabras de Antonio Najarro ponían su corazón a los pies de la homenajeada donde quiera que esté, en unas palabras que pronunció antes de la apertura del telón junto con Eva López Crevillén, Rosa Ruiz y Mar Mel.



Y si Mariemma estaba mirando, seguro que se sintió muy orgullosa de ver sus coreografías tan bien interpretadas por alumnos del Conservatorio Superior de María de Ávila y del Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, y , en la segunda parte, por el elenco del Ballet Nacional de España con “Danza y Tronío”.



Contemplar estas obras puestas en escena con tanta precisión y fidelidad, nos hace posible afirmar que perdura y existe un “estilo Mariemma”, porque a pesar del dilatado período de tiempo en que las fueron creadas, al verlas juntas se percibe que su actividad coreográfica se sustenta en 2 pilares básicos: una intrínseca relación de la coreografía con la música y su amor por España, tanto a su historia como a sus danzas. Además, sus pasos son rigurosos y ortodoxos, pues dentro de la exigencia técnica que demandan mantienen siempre la pureza de las formas de la danza española, guardando incluso en las estilizaciones una conexión muy profunda con aquello que las inspira.



El color, la pasión y la alegría de los danzantes inundaron el patio de butacas en un programa muy bien escogido y acorde con la estructurada claridad clasicista de la artista, siempre de menos a más, y con un colofón final brillante en el que participan todos los interpretes.



Los alumnos de los conservatorios protagonizaron la primera parte con “Fandango”, un paso a seis encargado por Antonio Gades a Mariemma en 1962 para el Ballet Nacional, e “Ibérica” estrenada en 1964, una coreografía en la que la música de Ravel posibilita un repaso global de la danza española. Y se intercalaron dos solos, “Andaluza” interpretada por Sara Arévalo, bailarina del cuerpo de baile del BNE, que lo danzó acompañándose con un maravilloso toque de castañuelas; y “Bolero 1830”, momento particularmente emotivo protagonizado por Eduardo Martínez, primer bailarín del BNE y alumno predilecto de Mariemma, que lo creó para él. La pieza que fue bailada con la elegancia y técnica espléndidas que siempre luce Eduardo, herencia directa de su maestra.



La segunda parte, el Ballet Nacional de España asume el reto de un radical tránsito desde las representaciones de "Electra" al emblemático ballet de Mariemma "Danza y Tronío", de escuela bolera e inspirado en el Madrid goyesco. Sin embargo, este cambio tan complicado fue realizado con suma facilidad, como si lo estuvieran bailando todos los días.


Y eso es precisamente lo que significa ser un gran artista: lograr hacer lo imposible como “dejándolo caer”, de forma que el espectador lo vea todo perfecto pero sin percibir el esfuerzo, haciendo fácil lo difícil. Cuando se alcanza ese momento, entre artistas y público fluye una oleada envolvente de magia colectiva.



Todos a una a un lado y al otro del telón, juntos y en rendido homenaje a Mariemma, pues no se puede amar la danza española sin admirarla a ella.


Texto: Paola Panizza

Fotografías de Jesús Vallinas



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