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Entrevista a Marlene Fuerte



En plena etapa de cambios, Marlen Fuerte (La Habana, 1988) afronta «súper emocionada» su retorno a España para impartir unas Master Class, el próximo sábado, en Benicàssim. Tras siete años en el Víctor Ullate Ballet donde alcanzó el rango de primera bailarina, Fuerte acaba de incorporarse al Ballet de la Ópera de Niza, dirigido por Eric Vu-An, en calidad de bailarina principal. Formada en la escuela del Ballet Nacional de Cuba, debutó con la compañía de la ‘Prima Ballerina Assoluta’ Alicia Alonso a la edad de diecisiete años. Hace casi una década que realizó sus primeros pinitos en el mundo de la docencia y, hoy día, Marlen Fuerte compagina su carrera internacional de bailarina con sus clases magistrales, motivo por el cual la figura cubana se acerca a Benicàssim.



-¿En qué consiste la Master Class que va a impartir en Benicàssim?


Consiste en que los alumnos se sientan muy a gusto y aprendan no sólo lo que es una técnica o hacer un paso, sino cómo se hace todo para llegar ahí, es decir, la evolución. Cada movimiento, cada pauta y cada conocimiento que yo voy a compartir con ellos, les puede ayudar en un futuro. Les voy a transmitir toda la pasión, todo el esfuerzo, todo el tiempo que yo tengo por la danza que, para mí, lo es todo, y que se puede logra aunque uno no tenga condiciones. Estoy llevando a la Master Class mis raíces cubanas, que son de muchísima técnica y fuerza, y así puede ver ellos varios estilos, no sólo el estilo europeo, por decirlo así.


-¿Qué va enseñar a los niveles iniciación/medio y medio/avanzado?


En el nivel iniciación/medio, me gustaría, sobre todo, que pongan ganas y que traten de hacerlo lo mejor posible si de verdad les gusta, porque esta carrera es de muchísimo sacrificio y hay que ponerle mucho empeño, trabajar duro, repetir los ejercicios cada día. Quiero enseñarles qué es el trabajo y qué conlleva empezar de cero. Con los alumnos del nivel medio/avanzado, quiero que noten que no es bailar por bailar: que cada movimiento que tienen aprendido, siempre se puede aprender a hacer algo mejor y si no sale, pueden repetirlo varias veces, porque no pasa nada porque no salga esa vez.


-¿Qué se puede trasmitir en dos horas de Master Class?


En dos horas, yo, por lo menos, les puedo enseñar de todo (ríe). Si se quedan con ganas de más, está bien que quieran seguir luchando, trabajando, mejorando. Me gustaría que aprendieran lo que conlleva esta carrera que es mucho sacrificio y que, de verdad, si tanto nos gusta, si tanta pasión tenemos, es porque esto nos llena.


-¿Aporta algo diferente a una clase el hecho de que usted sea una bailarina en activo?


Creo que sí, sobre todo, el hecho de bailar y de mostrarles que cuando uno está encima de un escenario, se te olvidan todas las cosas. Quiero que en la clase se sientan como si estuviéramos en un escenario de verdad, bailando y disfrutando y sé que eso sí se lo puedo transmitir. No quiero que piensen en qué dolor en la pierna, por ejemplo.


-Se formó en la prestigiosa escuela cubana de ballet, ¿cuáles son sus características más reseñables?


La escuela cubana es de muchísima fuerza. Tanto chicos como chicas hacemos los mismos pasos: saltamos igual, giramos igual. A esa escuela cubana, yo le añado la suavidad, la ligereza, el control que para mí tiene lo que es la parte europea. Intento ponerle a la escuela cubana esa otra forma de ver los pasos. Hay pasos suaves, hay pasos más lentos, otros con mucha más rapidez, pero, sobre todo, mi base es fuerte. Quiero que ellos vean esa parte y mezclaré con lo que he aprendido en la escuela y en la compañía de Víctor Ullate.



-¿Cómo surgió compaginar su carrera de intérprete con su faceta como docente?


Cuando llegué a España, no tenía trabajo y estaba con el tema de los papeles. Había una vecina, una niña pequeña, que me había visto bailar en un vídeo de YouTube. Ella me propuso darle unas clases y vi cómo ponía tanto empeño en hacerlo, que me entusiasmó muchísimo. Justamente me pidieron dar unas clases en la escuela de Carmen Roche y me sentí muy a gusto de poder compartir mis conocimientos, mis ejercicios desde pequeña, todo lo que yo he hecho. Es una parte que me gusta muchísimo.


-Profesionalmente ha habido cambios, ¿en qué momento se encuentra?


Ahora estoy trabajando como bailarina principal en la Ópera de Niza y quizás, próximamente, como artista invitada en la Ópera de París. Como bailarina, es una etapa que la estoy disfrutando desde el minuto uno, porque llevaba tanto tiempo sin hacer clásico y estoy volviendo a lo que hacía antes en Cuba. Víctor Ullate es más neoclásico y, la verdad, es que me he sentido muy realizada durante mis siete años con él. El primer día con el Ballet de Niza fue de una emoción total, pero, a la vez, con muchísima añoranza. Creo que necesitaba ese cambio como bailarina, ya no sólo por hacer clásico, sino por bailar ballets de otros coreógrafos como Robbins, Forsythe, Kylián, o el Quijote de Nureyev... La verdad es que me siento muy feliz ahora.


-Yendo al pasado, ¿recuerda cómo fue su debut con el Ballet Nacional de Cuba?


Tenía muchísimos nervios, pero fue una experiencia buena y emocionante. Vino de un día para otro: se lastimó una chica y tuve que debutar en ‘El Lago de los Cisnes’, con 17 años, apenas entrada en la compañía. Alicia Alonso me ayudó muchísimo, sobre todo, por el nervio que yo tenía de haber entrado y debutar. Estaba agobiada, porque ella me tomaba los ensayos y me decía: “No, no, no, ésa no es la música”. Al no tener la vista, se le ha desarrollado el oído increíble. Escucha todo, incluso los pasos que yo hacía (ríe). Todo fue muy bien.


-Durante siete años ha permanecido en España donde despuntó como primera bailarina del Víctor Ullate Ballet, ¿qué balance hace de esta etapa?


En 2011, comencé con Carmen Roche y ya luego con Víctor Ullate. España ha sido uno de mis cambios totales. De Cuba a España, fue muy duro porque tuve que dejar a mi familia allí para poder buscar profesionalmente lo mejor para mí y también un beneficio para ellos. Nunca había salido de Cuba, me lancé y lo que más recuerdo fue mi primer día en la compañía de Víctor. Siempre me va a quedar marcado lo bien que se comportaron conmigo. Víctor y Eduardo [Lao, director artístico del Víctor Ullate Ballet] me han ayudado muchísimo como bailarina, me han formado y me han dado ese arte que tiene Víctor, que es tan especial y que siempre se va a quedar conmigo.


-¿Cómo se define como bailarina?


Me defino más como una bailarina de potencia y menos lírica, de los 32 fouettés o los 64, los que me pongan (ríe). Soy muy fanática del clásico. Con un ‘Don Quijote’ o con el paso del ‘Cisne Negro’ de ‘El Lago de los Cisnes’, soy súper feliz. Uno de los ballets que más me han marcado ha sido ‘Carmen’, no sólo la versión de Víctor, sino la de Roland Petit, que sé que me iría muy bien. Ahora mismo estoy ensayando el ‘Don Quijote’ de Nureyev y ‘En Sol’ de Jerome Robbins. Me encantaría poder bailar obras de Forsythe, de Kylián, de los que no he hecho nada. También me gustaría ‘El Cascanueces’, que aún no lo he bailado y, cómo no, ‘Giselle’. Emocionalmente, el primer acto me gusta mucho.


-¿Cuáles son sus metas dentro del mundo del ballet?


No sé hasta dónde voy a llegar, pero quiero transmitirle a la gente con el baile lo que yo siento, todo el trabajo que he podido hacer hasta ahora. Desde pequeña me dijeron que yo no podía bailar porque no tenía unas condiciones apropiadas. Se lo dijeron a mi madre cuando yo tenía seis años, delante de mí. Es lo que quería hacer. Y claro, luchando con mis condiciones: las piernas en equis, escoliosis, que si tenía los tobillos no sé qué. Al final, mis preparadores físicos me ayudaron muchísimo y ahora soy una bailarina profesional. Nunca llegué pensé llegar a donde estoy ahora.


-Aún es muy joven, ¿ha empezado a pensar hacia dónde se dirigirán sus pasos cuando se baje del escenario?


En la compañía de Víctor, me decían que ahora estaba en mi mejor momento. Todavía falta mucho para pensar en retirarme, pero me gustaría seguir como profesora, repetidora y, por qué no, directora de una compañía. Quiero poder ayudar a los bailarines como lo hago a los estudiantes de danza en las Master Class.


-Por último, ¿qué mensaje transmitiría a sus próximos alumnos en Benicàssim?


Que se animen, porque muchos me comentan que es muy difícil seguir esta carrera. Me encantaría que tuvieran fe y seguridad en sí mismos. Quiero transmitirles que no pasa nada por el hecho de que haya muchísimos bailarines. Si desde el principio estás al 100% y quieres aprender nuevas cosas, eso se nota a la hora de bailar. El arte y esa pasión que uno lleva dentro, es lo que te define como bailarín y lo que marca la diferencia.


IRATXE DE ARANTZIBIA

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