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Explosión de arte en el Corral de la Morería



Si las emociones quedasen suspendidas en la atmósfera de los lugares y mediante un conjuro pudiera condensarse su esencia en un frasco, el perfume más intenso de España se destilaría en el Corral de la Morería.


Nada más entrar por la puerta sientes que se respira diferente. Blanca del Rey sabe como envolverlo todo en un halo de amor y elegancia. Cuanto trabajo, cariño y sabiduría deposita la familia Rey entre esos cálidos muros. Merecen un monumento. Blanca y sus hijos no se quedaron prendidos en las glorias del pasado, atrás quedó esa nostalgia que con frecuencia aqueja al mundo del flamenco conduciéndoles a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, sino que supieron renovarse sin fisuras en una progresión creciente.


Si el Corral de la Morería tiene tras de sí una gran historia, en noches como la de ayer uno es consciente que la historia se construye día a día desde el presente. Algo que solo es posible si los artistas actuales vencen la grandísima responsabilidad de bailar sobre unas tablas que han pisado los más grandes. Pero todo el elenco que interpretó “Camino” de Jesús Carmona superó el reto con la excelencia de su arte.


Las bailaoras Inmaculada Aranda, Inés Rubio, la danza bolera de Estela Alonso Yusta y la personalísima Mara Rey, con Juan Triviño, El Pola y Jesús Flores en el cante, acompañados de las guitarras de El Ñoño y Dani Jurado; y el bailarín que todo lo puede: Jesús Carmona.



Cuando Jesús sube a escena es como si un ídolo de bronce volviera a la vida. No parece de este mundo. Y en el tablao su fuerza se incrementa con una intensidad difícil de imaginar para los que no estuvieron allí. No se puede describir, había que sentirlo.


Estela fue la gracia personificada, el contraste ligero y hermoso de un ser que en vez de pies parecía tener alas acompasadas con la sonoridad de sus mágicas castañuelas, frente a la hondura flamenca de Inmaculada Aranda e Inés Rubio, que situaron alto el listón. Y un Jesús que a todas se amoldó de tal manera que mostró en su esplendor la faz camaleónica del artista sin límites. Pues nada se resiste al que todo lo puede.



MERCEDES ALBI



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