En estos días de confinamiento ante la ausencia de buenas noticias, resulta apropiado mirar hacia el pasado, hacia nuestra historia de la danza, algo que se hace presente siempre que se rescata. Es por eso una cuestión de justicia conversar con Emilio Martí, Jefe del Departamento de Danza Española del Conservatorio Maribel Gallardo de Cádiz.
Emilio se mueve por el corazón, por una pasión obtuvo su resultado en la tarea titánica de inaugurar prácticamente con su solo esfuerzo, una gran exposición en torno a la figura de Antonio el Bailarín.
La falta de ayuda material fue suplida por el amor de otras personas que se sumó al suyo: su esposa, Isabel Pérez; familiares y amigos de Antonio, que le ayudaron a recopilar material, como Carmen Rojas...
Emilio, desde su rincón de Cádiz, sigue investigando, algo que que se refleja cláramente en los interesantes contenidos de su web MásQueDanza.
También su hijo Samuel Martí se dedica de forma profesional al baile, aunque en un estilo diferente, obteniendo un gran éxito como finalista en el programa Got Talent.
-¿De dónde procede tu fervor hacia la figura de Antonio el Bailarín?
-Yo diría más bien diría que tengo fervor a la danza en general y a la danza española en particular. Es mi vocación, que así denomino a aquello que me impulsa a sacar adelante los proyectos en los que me involucro.
Además, al estar casado con mi mujer, Isabel, también bailarina y profesora de danza española, hace que esa vocación sea compartida.
-¿Cuándo fue la primera vez que oíste hablar de Antonio el Bailarín?
-Desde que empecé a bailar en Linares, cuando tenía unos siete añitos, siempre escuché hablar del gran Antonio de una manera excepcional, incluso por personas ajenas al mundo profesional. Cuando leí el libro “Antonio. La verdad de su vida” de P. Fuentes Guío, quedé sorprendido por su trayectoria artística, desde que empezó bailando con cuatro años por las calles de Sevilla junto a Juan el Organillero.
-¿Has bailado su repertorio?
-Algunas obras sí, porque yo en 1994 entré a formar parte del elenco del Ballet Español de María Rosa, en el que estuve durante 10 años, así que imagínate si tuve tiempo de conocer el maravilloso legado coreográfico de Antonio, y aprender ese lenguaje que él dominaba como nadie.
-Luego pasas a la docencia, ¿Dónde ejerces actualmente?
-Soy profesor y Jefe del Departamento de Danza Española en el Conservatorio Profesional de Danza de Cádiz “Maribel Gallardo”.
-¿Cómo se te ocurrió montar una exposición sobre Antonio?
-En 2016 se cumplieron los 20 años de su fallecimiento y para conmemorarlo realicé una exposición, junto con otras actividades como conferencias, proyecciones, talleres… en torno a su figura.
-¿De qué material te nutriste?
-Desplegué una gran actividad de investigación. Analicé el material que tienen en el Centro Andaluz del Flamenco de Jerez, además recogí testimonios de gente que lo había tratado mucho: familiares de Antonio, que incluso había bailado con él (Enrique, Paco, Pepín); también con bailarines de su compañía (Carmen Rojas, Betty, Teresa, Rosa, Mariana Recuero, Carmen Roche, Víctor Ullate, José Antonio, Rafael… entre otros).
Así recopilé esa información que no está en ningún libro.
Gracias a su sobrino Enrique, pude tener en la exposición objetos personales de Antonio como: castañuelas, botas, zapatos, neceser, cinturón…; y Carmen Rojas puso a nuestra disposición su gran archivo personal, además de su memoria.
Ella fue fundamental para reconstruir la etapa de Antonio desde 1953, cuando Carmen entró en su compañía en la que permaneció durante más de 16 años.
-Te confieso, ya que estamos en cuarentena y no nos ve nadie, que si de entre todas las personas que he entrevistado, me obligasen a escoger unas pocas, Carmen Rojas sería una de ellas.
-Lo entiendo, porque es una mujer excepcional. Yo no la conocía, y cuando la llamé por teléfono para explicarle el proyecto, no dudó ni un segundo en ayudarme.
Recuerdo la gran alegría que tuvimos al ir a recogerla a la estación de Cádiz. Vino con Rafael Moreno (bailarín de la compañía de Antonio y gran amigo suyo). A partir de ese día fue como si nos conociéramos de toda la vida, pues su carácter tan extrovertido y su cariño tan sincero, hizo que jamás perdiéramos el contacto.
-Una de las cosas que más me llama la atención de ti es el cariño que demuestras por los maestros, porque ese montaje tan bonito que has hecho sobre Betty en el día de su cumpleaños me parece un detalle precioso.
-Carmen Rojas me ha ayudado mucho también para recopilar datos de la biografía de Betty, porque ellas son como hermanas. En un encuentro celebrado Córdoba de profesores de Danza Estilizada de los Conservatorios Profesionales de Danza de Andalucía, se le hizo un homenaje a la Maestra Betty, y tuve el enorme placer de fui el encargado de presentar su biografía junto con un pequeño vídeo-montaje de su trayectoria.
-Vamos, que no paras e investigar y recopilar datos.
-Lo intento, me parece una labor fundamental, porque cada maestro que se va nos deja un enorme vacío y se lleva con él una página de historia de la danza que nunca será escrita, si alguien no se encarga de recogerla y difundirla.
-¿Realizas alguna tarea de investigación en este momento?
-Sigo recopilando información tanto de Carmen como de otros bailarines con los que voy contactando, para conseguir algún día hacer una biografía ilustrada de la trayectoria artística de Antonio, excluyendo de la misma su vida personal, pues pienso que debemos recordar lo mucho que hizo por la danza española y el flamenco, el grandioso legado coreográfico que en el año 2020 sigue siendo de rabiosa actualidad, y a las pruebas me remito.
-Tu hijo Samuel es bailarín de danza urbana ¿Cómo ha sucedido eso?
-La relación de nuestro hijo con la danza ha sido muy curiosa pues, teniendo a sus padres bailarines de danza española, habiéndose criado en una escuela de danza desde bien pequeño, nunca quiso saber nada de la danza, por el contrario, sentía bastante aversión porque para él significaba algo que le impedía estar con sus padres.
-¿Cuando cambió de opinión?
-Todo cambió cuando murió Michael Jackson en junio de 2009, que Samuel tenía 12 años, fue entonces cuando se hizo fan suyo y empezó a imitarlo. Se despertó sorprendentemente un algo interior que lo conectó con la danza, aunque en un estilo que nada tiene que ver con el nuestro.
-¿Os sorprendió?
-Claro, nunca podríamos imaginar que nuestro hijo tuviera una sensibilidad especial para la danza, es un algo innato, que se traduce en una musicalidad especial de su movimiento, una plasticidad… que en muchas ocasiones nos hace estremecer.
-¿O sentís satisfechos que haya escogido la profesión de bailarín?
-Pues a pesar de lo que pueda pensar la gente, jamás hemos sido condescendientes con él. Por el contrario, le hemos intentado abrir los ojos y mostrarle lo difícil que es el mundo profesional y lo mucho que le queda por aprender, para que nunca jamás se crea alguien superior, e inculcarle esos valores tan importantes para ser no un gran bailarín, sino una gran persona.
-¿Dónde está ahora Samuel?
-En casa, con nosotros. Ha sido muy duro para él, sus ilusiones, como las de tantos artistas, se vieron interrumpidas de repente.
Imagínate que iba a participar en el espectáculo de inauguración de los Juegos Olímpicos el próximo 24 de marzo. Ahora estaba en Arabia con unas actuaciones programadas que no pudieron hacer porque se tuvieron que volver a España a los tres días de su llegada...
-¿Cuál es tu reflexión en estos días de encierro?
-En esta situación ten inhóspita en que nos encontramos, nos damos cuenta de que tenemos que valorar las pequeñas cosas, echamos de menos cosas que antes nos parecían insignificantes, como pasear por la playa o por un parque, un abrazo...
Ojalá esto sirva para poder valoras esas pequeñas cosas que en realidad son GRANDES COSAS.
MERCEDES ALBI
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