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Alta intensidad. "Pineda" del Ballet Flamenco de Andalucía (crítica)

  • Foto del escritor: sertorio
    sertorio
  • 8 feb
  • 3 Min. de lectura


El espectáculo “Pineda” del Ballet Flamenco de Andalucía, dirigido por Patricia Guerrero, ha inaugurado el Centro de Danza Matadero, que nace "con el objetivo de, por una parte, la escucha de los profesionales que se dedican a la noble y necesaria tarea de crear belleza y sentido, y por otra, a los deseos estéticos de toda la sociedad” bajo la dirección artística de María Pagés y El Harbi.


Por tanto, el estreno de “Pineda” en Madrid, es doble: nuevo espacio para la danza, y primera vez que se baila en Madrid, bajo la dirección recién asumida de Patricia Guerrero, en el Ballet Flamenco de Andalucía.


Patricia es Mariana Pineda. Siempre que veo a esta joven bailarina me impresiona su fortaleza, se despliega entera en un movimiento que abarca todo su cuerpo. Se transforma en sus protagonistas, y las hace suyas; fue La Bella Otero, y ahora se dirige a si misma como Mariana.


Es indudable que ha sabido escoger muy bien a sus compañeros de aventura. 


En el Centro de Danza no hay telón. Sobre el escenario, unas sillas de enea. La función da comienzo y se sientan un grupo de mujeres que hacen labores; son del Coro Femenino de la Asociación Cultural Cruz de Mayo. Entonan un lamento sobre la historia de aquella Mariana Pineda que, hipotéticamente, aun se recuerda. Es un modo original de señalar que su historia existió. La dramaturgia a cargo de Alberto Conejero está muy bien equilibrada, pues sabe como sintetizar en el lenguaje de la danza la obra de teatro de Federico García Lorca.


El gran logro de este ballet radica en haber sabido conjugar la estética y el drama. Una de sus claves es el vestuario de Pablo Árbol, quien ha esquematizado con genial elegancia unos diseños que, partiendo de elementos históricos del romanticismo, evolucionan, especialmente en los trajes de Mariana, y amplían el significado del personaje. Su vestido verde esmeralda con reminiscencias goyescas, correspondientes a la moda de su época, se va tornando atemporal hasta despojarse del vestido rojo, estilo diosa griega, para quedarse ataviada como la heroína de la Libertad de Delacroix, con sus gasas mecidas por el viento.


La carga simbólica es evidente. Todo conduce a ello sin palabras, pero sí con mucho amor y sentimiento. Y gracias a unos bailarines que además de bailar, interpretan. La coreografía de las escenas de grupo carece de monotonía, y aunque el conjunto esté siempre acompasado y muy ensayado, nunca parece una masa homogénea taconeando al unísono. La escena de la Batalla del Albaicín ha sido creada por Albert Hernández e Irene Tena. También colaboraron en este sentido con la propia directora Patricia Guerrero, los dos bailarines principales de la obra: Alfonso Losa (invitado) y Eduardo Leal.


Ellos son el bien y el mal, o mejor dicho, el héroe (Eduardo Leal) y el villano (Alfonso Losa). Uno es amado y el otro, al no ser correspondido, detiene a los protagonistas, que son ejecutados. Lo cierto es que los papeles les van como anillo al dedo. Eduardo Leal despliega en su baile y en él mismo una gran elegancia, su don es el de destacar siempre aunque no se lo proponga. Se comprende que Mariana lo ame; y Alfonso Losa, más terreno, despliega la fuerza del malvado con asombrosa credibilidad.


“Pineda”, es música con dos excelentes guitarras y cante (hasta de la misma Patricia Guerrero); baile y narrativa gracias a un conglomerado de jóvenes artistas que ofrecen un espectáculo que esperamos y deseamos abra una nueva andadura en este nuevo espacio escénico madrileño tan necesario para la danza.


MERCEDES ALBI

Fotografía Marcos Medina

 

 

 
 
 

1 Comment


belen gutant
belen gutant
Feb 18

El jueves 13 de febrero tenía las entradas para mi y mi marido en este espectáculo de matadero, y para nuestra más desagradable experiencia a las 20:05h no nos dejaron los porteros entrar a verlo. Es muy lamentable que prefieran dejar butacas vacías a qué den unos minutos de cortesía teniendo que aparcar en las inmediaciones, con la dificultad que conlleva y que al público (8 personas nos quedamos en la puerta) nos impidan ver un espectáculo elegido y pagado, que barato no es y más habiendo viajado desde otra provincia para verlo y disfrutarlo. Ni siquiera nos ofrecieron pasar en un momento de oscuridad del escenario. Cómo es posible que en un lugar como este centro de danza no…

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