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"Aquellas que habitan en mí" de Estela Alonso (crítica)

  • Foto del escritor: sertorio
    sertorio
  • 1 oct
  • 3 Min. de lectura
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En el Ciclo Canal Baila, Estela Alonso, bailarina solista del Ballet Nacional de España y reciente galardonada con el Premio Revelación del Festival de Jérez 2025, ha estrenado su nuevo espectáculo bajo el título "Aquellas que habitan en mí".


Las entradas se agotaron el mismo día que salieron a la venta, pues la joven bailarina genera mucha expectación entre los aficionados a la danza española. Además, se encuentra en el preciso momento en que poco a poco va dejando de ser talento emergente para configurar una madurez que presagiamos dichosa. Posee dentro del clásico español un virtuosismo técnico que luce desde los pies a la cabeza.


Y no solo se trata de ser una buena bailarina, porque cuando se forja una estrella, su cuerpo no lo es todo, sino que su mente ocupa asimismo un papel primordial. Si se analiza la evolución es posible observar la existencia de unas condiciones de carácter que la separan de la homogeneidad del conjunto. Es una especie de capacidad, una necesidad no forzada se sobresalir, son ejemplos vivos del aquel concepto de voluntad enunciado por el filósofo Schopenhauer.


"el cementerio está lleno de valientes, pero de los cobardes, nunca se ha dicho nada"

Con “Aquellas que habitan en mí” y a lo largo del desarrollo del la obra, Estela fue mudando de traje y de piel, revelando a las mujeres que forman parte de sí misma.


Su dominio del cuerpo es absoluto, mostrando unos equilibrios y giros de sobresaliente. El público percibió desde el primer momento que se encontraba ante la presencia de una gran bailarina.


-Qué bien baila…, exclamé.


-Y expresa, asintió el maestro Alberto Portillo.


Estela embelesó. Se va trasformando. Surge en escena como una Coppelia, la muñeca que adorna la cajita de música y va cobrando vida. El toque balletístico de Mar Aguiló se percibe al principio, combinando elegancia y técnica clásica; y la coreografía de una güajira sin abanico, lleva el sello de Nani Paños. El resto es todo made in Estela.


Ella se entrega, desde su técnica ahonda en su misma raiz. Fue precioso el homenaje que baila al folklore salmantino, de donde procede su familia paterna, seguido de un especial recorrido por los ritmos flamencos, que más que estilizados, sería mejor definirlos como producto de su propia fantasía, de su lado onírico, destacando la farruca sinuosa y elegante con que nos obsequió en la segunda parte, que culminó con una briosa danza con castañuelas que supo cerrar de manera suave, en hermosa transición, un poco perturbada por el sonido demasiado inmediato de los aplausos entusiastas.


Su personalidad como bailarina también se encuentra en las ondulaciones que traza con su cuerpo. A veces se asemeja a un duende travieso transmitiendo una vivacidad única. Es esa ligereza veloz con la que llena todo, la que contribuye a que parezca superior en zapatillas frente al zapato.


Es una ligereza veloz con la que llena todo, la que contribuye a que parezca superior en zapatillas frente al zapato.

Y Estela tiene muy buen gusto, se nota en el control de todos los detalles, tanto en la iluminación como en el vestuario o en el espacio sonoro... No ha escatimado en nada y está acompañada por un equipo francamente bueno: 3 músicos excepcionales (José Almarcha, Iván Mellén y Bruno Duque) junto a la cantaora Gema Caballero, con unas canciones de contenido poético.


Es imposible sentirse defraudado con una artista en la que se percibe de principio a fin una absoluta entrega.


Ella misma lo expresó en el coloquio posterior a la actuación, recordando el consejo de su maestra: "el cementerio está lleno de valientes, pero de los cobardes, nunca se ha dicho nada".


MERCEDES ALBI

 

 

 

 

 

 
 
 

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