Tengo el placer de reunirme con Lucrecia Enseñat Benlliure en el Jardín de la Casa-Museo de Sorolla. Ella, bisnieta del gran escultor valenciano, preside la Fundación Mariano Benlliure y realiza una encomiable labor de catalogación y difusión de las obras, organizando interesantísimas exposiciones.
En este año que conmemoramos el 75 aniversario del fallecimiento de Mariano Benlliure, en el Museo Sorolla han expuesto algunas de las esculturas que forman parte del patrimonio familiar del pintor. Los dos artistas estaban muy unidos, se consideraban mutuamente como hermanos y tenían sus casas el uno junto al otro. Lamentablemente, la de Mariano Benlliure no se conservó.
Visitamos la exposición y conversamos en el jardín. Es una especie de edén, una isla protegida del intenso ajetreo de la ciudad. Escuchamos el rumor del agua de la fuente inspirada en la del Patio de los Leones de la Alhambra, junto a la que nos sentamos.
Me cuenta historias del pasado, recrea momentos de la vida de su bisabuelo y de sus obras, de las bailaoras que quedaron inmortalizadas en ellas, de ese milagro instintivo del que nace para el arte y vive para él. Habla de su amistad con Pastora Imperio, o el hechizo que sintió al ver a la gitana Pinrelitos, a la que Mariano Benlliure descubrió en un viaje rumbo a Tánger. Fue en un café-cantante de Cádiz.
Impresionan hondamente esas escenas de danza congeladas para siempre en el mármol, el bronce, el barro… Benlliure siempre trató que sus esculturas tuvieran movimiento. Sus modelos y bailaroras parecen representar una danza eterna que transmiten a quien las contempla. La presencia del genio se siente en su obra.
-¿De dónde procede la afición de Mariano Benlliure por la danza?
-Desde muy joven, lo que Mariano Benlliure trató de lograr con sus obras era el movimiento, evitar en lo posible que las esculturas tuvieran una apariencia estática o inerte.
Para ello encontró la inspiración en tres temas fundamentales: la danza, los toros -le atraía mucho la estética del toreo, aunque rechazaba la violencia- y los niños, porque que nunca paran quietos.
Tiene muchísimas obras que giran en torno a estos motivos porque lo que buscaba era captar el instante, dotar de vida a sus esculturas.
-¿Podrías contarme alguna anécdota sobre Benlliure y su afición por el baile?
-Claro, por ejemplo, allá por el año 1908 en un viaje rumbo a Tánger visitó un café cantante de Cádiz donde le impresionó mucho la danza de una gitanilla. Se pasó toda la noche tomando bocetos de ella de quien afirmó que “era el instinto mismo de la danza”.
Luego, regreso a Madrid y la modeló.
-¿Se sabe quién era esta bailaora?
-Sí, la llamaban La Pinrelitos. La gitana era muy joven -según cuenta Benlliure años después en una entrevista- tenía menos de quince años de edad, y alternaba su baile con el de otra bailaora de unos 40 años (su abuela), mientras amamantaban a un niño, hijo de la más joven, entre actuación y actuación.
Hizo de ella dos esculturas, una primera en bronce y otra en mármol.
-¿Hay constancia del palo flamenco que baila?
-La pose, el gesto y siendo de Cádiz nos señalan con bastante probabilidad que sea alguno de los palos festeros propios del lugar como alegrías, tanguillos… Podemos imaginarlo pero nunca se sabrá con exactitud.
-La grabación más antigua de unas alegrías es de 1909, con Sebastián el Penas al cante. Pero las denominan "Jaleos", porque entonces los palos no estaban tan definidos como lo fueron posteriormente. Si como afirma Benlliure, su modelo bailaba por instinto, es posible que no se ciñera de forma ortodoxa a un palo clásico ¿Dónde se puede admirar la escultura?
-La Pinrelitos en bronce que fue comprada por la Duquesa de Alba. Se encuentra en el Palacio de Dueñas de Sevilla en la llamada Sala de la Gitana; la versión en mármol fue adquirida por el Jockey Club de Buenos Aires y allí está.
-Recuerdo una preciosa figura de cerámica que esculpió a Pastora Imperio, ¿Cuándo se conocieron?
-Fue en el año 1915 cuando se puede constatar su relación, una época en la que la bailaora alcanza su cumbre artística con el estreno de “El Amor Brujo” de Manuel de Falla. Pastora posaba para él entre ensayos y funciones, en pleno montaje de la obra.
-¿Tuvieron una gran amistad?
-Pastora Imperio frecuentaba la casa de mis bisabuelos, Mariano y Lucrecia Arana, hay fotos de los tres que así lo atestiguan. ´
Además, en mi familia conservamos un magnífico retrato de Pastora Imperio pintado por Villegas y dedicado a mi bisabuela, Lucrecia Arana.
También existen cartas escritas por Pastora.
-¿Qué cuenta en la correspondencia?
-Hay, por ejemplo, una carta de diciembre de 1936 en la que se dirige a Benlliure para solicitarle ayuda. La bailaora está atravesando graves problemas económicos y acude a él para tratar de vender un retrato que le había pintado Manuel Benedito.
-¿Cuántas figuras hizo de Pastora Imperio en aquel momento en que estaba bailando “El Amor Brujo”?
-Cinceló una escultura en mármol, que está en la sede de la Embajada de Italia en Madrid. Tiene además en su plinto un friso muy curioso, porque es una secuencia de la danza de Pastora con desnudos a la manera griega; también realizó varias versiones en cerámica: una esmaltada en blanco y otras dos policromadas.
No existen dos iguales. A partir de un mismo modelo va experimentando, pero jamás se repite.
-Esa es una característica definitoria de los genios: la búsqueda permanente. ¿Por qué hacía cerámicas?
-Porque le encantaba. Era para él un reto, ya que el esmalte de la cerámica hace que se pierda la definición del modelado, pero la policromía lo compensa. Hasta se puso un horno en su casa para controlar personalmente la cocción. Logró unos craquelados finísimos que daban a la piel el tono perfecto.
-Son maravillosas. Es una pena que no se haya conservado su casa, que estaba a dos manzanas de la de su gran amigo Sorolla, a quien consideraba como un hermano.
-Sí, Joaquín Sorolla construyó esta casa cercana a la de Mariano Benlliure. Incluso, fue mi bisabuelo quien le recomendó a su arquitecto, Enrique María Repullés, para que le construyese la suya.
-¿Por qué no se conserva la casa de Mariano Benlliure?
-Tuvo una vida sentimental complicada. Es una larga historia.
-Me encantaría que me la contases.
-Benlliure era autodidacta, desde muy niño empezó a modelar figurillas en barro (algunas de bailaoras), y siempre con esa búsqueda permanente aprendió todos los procesos necesarios para el tratamiento de los materiales. Fue aprendiz de platero, luego trabajó con un marmolista, y al llegar a Roma en el año 1881 aprendió el proceso de fundición a la cera perdida con un broncista. Allí obtuvo su primer éxito, solo tenía 19 años cuando realizó “Accidenti”-en España se la conoce como “El monaguillo”-, que fue expuesta en el Círculo Internacional de Roma, y premiada en España en la Exposición Nacional de 1884.
-La temática de “Accidenti” es totalmente inusual, porque escoger como motivo a un monaguillo al que se le cae el incensario y se quema, no es nada común. Era totalmente arriesgado e innovador presentar semejante obra.
-Se basó en una anécdota real que sucedió cuando era niño y, ayudando en la misa de su colegio de las Escuelas Pías de Valencia, se le cayó el incensario que portaba. Pasó mucha vergüenza y se hizo unas pequeñas quemaduras. La anécdota se le quedó tan grabada que así la representó más tarde, siendo la escultura que lo dio a conocer. La compró el Conde de Fernán Núñez, que hizo una fiesta en su palacio de Madrid para exhibir la obra y presentar al joven y prometedor escultor. En esa recepción conoció a la que sería su primera esposa.
-¿Quién fue?
-Era una chica de la alta sociedad madrileña, hija de una familia muy conocida. Se llamaba Leopoldina Tuero O´Donell. Se enamoraron, se casaron y se fueron a vivir a Roma.
-¿Por qué se rompió el matrimonio?
-Es algo que he investigado, tengo incluso copia de las actas de separación. Parece ser que a Leopoldina le aburría la vida junto a un artista y añoraba las fiestas de la alta sociedad y comenzó a coquetear. Hay testigos que afirman haberla visto arrojando notas para sus pretendientes desde la ventana de su casa. Cuando Mariano se entera, la encierra en un convento. Les concedieron la separación civil en Roma, pero nunca pudo, por las presiones de la familia de Leopoldina, obtener la nulidad en España. Tenían dos hijos, y la hija se queda a vivir con la madre y el hijo con el padre.
-¿Cuándo conoce a tu bisabuela, la cantante Lucrecia Arana?
-Cuando ya se instala en Madrid, porque cada vez iba teniendo allí más encargos. Se prendó de ella durante el verano de 1895 cuando la escuchó cantar en el Príncipe Alfonso y, unos meses después ya como primera tiple del Teatro Zarzuela, donde fue la estrella en aquel momento. Se enamoraron y se fueron a vivir juntos, en contra de las convenciones sociales imperantes. Tuvieron un hijo, mi abuelo, y nunca se separaron hasta la muerte repentina de Lucrecia a los 59 años de un derrame cerebral.
-Debió de ser algo desolador, perder así al amor de su vida ¿Nunca pudieron casarse?
-No, fue imposible. Unos años después de la muerte de mi bisabuela, inaugurando un monumento en Jerez de la Frontera coincidió con Carmen Quevedo, una viuda con la que se pudo casar en 1933 pues con la República se instauró el matrimonio civil en España. Pero el vínculo se consideró nulo después de la guerra, lo que motivó que tras la muerte de Benlliure en 1947, fuese expulsada de la casa por los hijos del primer matrimonio sin derecho alguno. La diversidad de intereses y los problemas económicos motivaron que la casa fuera derruida.
-Uno de los más hermosos bustos que esculpió Mariano Benlliure fue el de la bailarina francesa Cléo de Mérode, la cual se formó en la Ópera de París y fue la estrella del Folies Bergère. No sabía que vino a actuar a España.
-Sí, actuó en Madrid en 1907 y posó para Benlliure. Ella tenía una relación sentimental con el Marqués de Perinat, que era gran amigo y cliente del escultor y le compró varias obras. Cléo y el marqués vivían en el mismo edificio en París. Fue considerada la mujer más bella de su época.
-¿Crees que la obra de Mariano Benlliure está en la actualidad justamente valorada?
-Pienso que no, pero a partir de la labor expositiva y de difusión por la que estamos trabajando desde la Fundación, vamos avanzando y no nos detenemos en esa búsqueda constante de localización y catalogación de las obras, así como la organización de conferencias, exposiciones.
-Te felicito por el ciclo de conferencias organizado en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, he escuchado los audios y son interesantísimos. ¿Qué es lo próximo que vais a organizar?
-A finales del próximo mes de octubre, en Valencia se inaugurará una exposición en la Casa Museo José Benlliure bajo el título “Un arte por descubrir”. Mostrará obras muy variadas, abanicos pintados y dedicados por el escultor, obras en torno a ellos, fotografías… Facetas de su ámbito íntimo.
MERCEDES ALBI
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