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Ecos primitivos en la Muñeira Ribeirana


Escena de Muñeria ribeirana, Arteixo 1905

Entre la numerosa y variada cantidad de danzas tradicionales que pueblan nuestra tierra de norte a sur, los investigadores refieren el caso de algunas como La Baila de Ibio de Santander o El Pericote asturiano, que conservan una raíz originaria antiquísima debido al aislamiento geográfico de algunas poblaciones situadas en la cornisa cántabro-asturiana, que fueron impermeables a la romanización. Sin embargo, en Galicia, en los pueblos de la Costa da Morte, se baila un tipo de Muñeira, denominada "Vella", Ribeirana o Empuñada, en la también encontramos signos de un pasado muy remoto.

Muñeira ribeirana. Años 50 (Foto Bene)

Nunca deja de sorprenderme la riqueza del folklore que habita en todos y cada uno de los rincones de España. Tal vez hubiera sido bueno apreciarlo desde fuera, pues aunque a nivel local las danzas se mantienen, en un plano general se carece de un estudio serio y fundamentado que las valore en su justa e inabarcable medida. Nos envuelve la ignorancia, la fragmentación, incluso algo de desdén hacia lo que casi nadie se preocupa por conocer.


Sin embargo, hubo ilustres huéspedes como el compositor húngaro Bela Bartok, que visitó nuestro país en varias ocasiones desde 1906 a 1940, que opinaba que erámos los más ricos del mundo en danzas populares; o el bailarín Serge Lifar, que nos consideraba junto con Rusia como los paises más destacados en la materia.


Lo cierto es que siempre existe una correlación directa entre la historia y la danza tradicional, porque la vida deja en ella su huella.


Lo que no está escrito no permanece en el tiempo y las culturas que no narraron sus hechos quedan reducidas a unos cuantos objetos arqueológicos que nos hacen soñar sin traspasar los límites de la leyenda.

Y me pregunto, ¿Qué fue antes, la danza o la palabra? Una clara respuesta me la dió una niña. Era un domingo de comunión, en la misa, amigos y familiares llenaban la iglesia. Cerca de mí había una nenita de unos dos años. La capacidad de observación que demostraba, sin armar jaleo alguno, revelaba los futuros rasgos de su sensibilidad. De repente llegó el momento de la comunión, el coro de la iglesia comenzó a cantar -bastante desafinadamente-. Pero la inteligente bebé detectó que allí había música, e instintivamente comenzó a mover sus caderas envueltas en un pañal de un lado a otro, con ritmo, con la gracia de quien todavía desconoce normas y ataduras. Ella tenía la respuesta: la danza es previa a la palabra.


Antes que el hombre primitivo desarrollara el lenguaje, ya danzaba. Y la forma coreográfica más antigua es el círculo. Con toda probabilidad se bailaba en torno a algo, un fuego, un objeto sagrado... El baile iba unido al rito. Danza y magia eran una sola cosa. Existen numerosos ejemplos en el arte rupestre levantino.


Pintura Cueva de los Grajos en Cieza (Murcia)

En nuestra península todavía es posible encontrar danzas de origen remoto. Se ubican en lugares con un acceso geográficamente complicado, en los que no calaron ni la romanización ni el islam. Entre los ejemplos que citan los investigadores destacan tres: El Pericote asturiano, la Baila de Ibio en Santader y el "Ball Pagés" de Ibiza.


El Pericote


Un ejemplo de danza neolítica es El Pericote. Su tema es una ceremonia de cortejo de un hombre a dos mujeres. Ellas aparecen como vestales, a penas se mueven y conservan en todo momento su majestad. Veamos esta filmación donde lo danzan desprovistos de trajes regionales y con un único trío:



Algunos estudiosos la han relacionado con la danza neolítica representada en las Cuevas de Cogull.


Escena de danza. Cuevas de Cogull (Lérida)

La Baila de Ibio


El escritor Vicente Marrero en su libro "Geografía festiva de la Danza en España", imagina que este amenazante sonido de las caracolas que inicia esta danza, es el mismo que escucharon las tropas de Octavio Augusto en su campamento, cuando intentaban conquistar a aquellos irreductibles bárbaros, que ni el mismísimo Julio Cesar había logrado vencer.


Escojo este ejemplo como filmación de La Baila de Ibio, danza guerrera con primitiva música de viento (al son de la caracola) y percusión.



La campaña de Augusto duró dos infructuosos años, y finalmente, fue el general Agripa quien doblegó a los cántabros tras una decena de combates en el año 38 a. de C.


El historiador Dión Casio narra con detalle los hechos de la campaña de Augusto, dando cuenta de los rasgos de valentía que tanto le impresionaron. Así, cuando Augusto pone precio a la cabeza del caudillo Corocota, él mismo se presenta en el campamento romano y le dice: "has puesto precio a mi cabeza y he venido aquí para cobrarlo". El romano quedó tan impresionado por su valor que le perdonó la vida.


Cuando situamos un baile en su contexto histórico se aprecia mucho más. Y se debe tratar de respetar en la danza su significado primitivo. En el caso de la Baila de Ibio la presencia actual de bailarinas pervierte, en mi opinión, su sentido original como danza guerrera, pues no existe fuente alguna que avale la existencia histórica de mujeres en aquellos combates.


La Muñeira Vella o Ribeirana


La danza es vida, en ella habita un poso que hunde sus raices en el tiempo que va mucho más allá de cuando se referenció el hecho. Y es que lo que existe porque sí no tiene necesidad de ser documentado, los que lo poseen lo disfrutan sin sentir más allá del momento presente, aunque lo transmiten a las nuevas generaciones. Por eso perdura.


La muñeira se documentó por primera vez a finales del siglo XIX. Pero, ¿Cuando nació? Eso nadie lo sabe, ni se podrá determinar con certeza al igual que sucede con el origen de la jota aragonesa, o del flamenco... Todo son suposiciones, teorías basadas en la similitud con las danzas de otros lugares. Entramos en el terreno de la mera observación pero también en el de otra fuente muy valiosa: el sentido común.


Por características geográficas e históricas, en determinadas zonas de Galicia no penetró, al igual que en las montañas cántabras y astures, la influencia exterior. Ello establece la posibilidad de encontrar algún reflejo primitivo en alguna danza que haya sobrevivido al paso del tiempo.


Estrabón, en su geografía, cita que los nativos de estas tierras tenían la costumbre de bailar los días de plenilunio en la puerta de sus casas; Julio Caro Baroja, veinte siglos después, encontró danzas de este tipo en los pueblos de Galicia.


La pervivencia de los usos antiguos se refleja en algunas cosas que, a diferencia de los bailes, son tangibles. Los antiguos habitantes autóctonos del noroeste de la península, según los escritos clásicos de Avieno, Estrabón o Plinio, eran celtas. Vivían en castros, aldeas situadas en lugares estratégicos cuyas ruinas todavía se conservan en diferentes lugares.

Castro de Borneiro. Siglo IV a. C.

El tipo de casa es idéntico al de las pallozas leonesas de la zona del Bierzo, que han conservado su utilidad en la sierra de los Ancares hasta tiempos modernos.


Pallozas turísticas, Montes leoneses

Los arqueólogos, gracias a las escavaciones de los castros gallegos, evidencian que sus habitantes pertenecían a un tipo de sociedad estratificada y jerarquizada, belicosa, guerrera y gobernada por un "Prínceps". Practicaban una religión politeista que, entre otros, adoraba a unos dioses menores denominados en latín "Lares Viales", a quienes se les rendía culto en las encrucijadas de los caminos donde, según sus creencias, convergían las almas de los difuntos. Este caracter mágico pervivió en los cruceiros y en los petos de ánimas.


Peto de ánimas en Arnoya, Orense

El baile se lleva en la sangre, pero también se traspasa. Hay un tipo de muñeira antigua que se la conoce como "Vella" o "Ribeirana" que se da en las alejadas aldeas de la Costa da Morte, que es posible que conserve algún elemento de danzas antiguas al tratarse de zonas geográficamente aisladas de difícil acceso.


Solo hay voz y percusión. Tiene la particularidad de que la pandereta se toca con el puño, por lo que también recibe el nombre de "muñeira empuñada". El canto posee una armonía disonante que lo carácteriza. No suenan las gaitas ni instrumento de viento alguno. Tal vez no las conocían o no pudieran adquirirlas por falta de medios económicos. Desarrollaron su propia forma musical, como muestra el grupo Xacarandaina en la siguiente filmación.



En cuanto a la danza, coreográficamente se trata de un cortejo en el que la mujer domina al hombre y le hace girar sobre su eje a voluntad. Es muy aventurado por mi parte ver en ello un reflejo de aquellas mujeres celtas que eran libres de escoger marido, manteniendo una cierta capacidad de decisión y un estatus mucho más igualitario frente al hombre que el que había en otras sociedades coetáneas. Pero no voy a adentrarme en terrenos imaginarios y, como aquellos que la bailan, es mejor disfrutar los tesoros escondidos, siempre faltos de difusión a nivel general y nunca suficientemente investigados.


Lo que no está escrito, se pierde en las brumas del tiempo.


MERCEDES ALBI


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