Me reúno con Carlos Pinillos y Filipa de Castro en una “Tarde de Danza”, organizada por la asociación Beta Pública, que está a punto de comenzar en el Centro Cultural Paco Rabal. Acaban de terminar el ensayo y están deseosos de que las puertas se abran al público y mostrar sus piezas.
Carlos es extrovertido y expansivo, Filipa tiene un aire soñador. Ella es la brisa que aviva la llama del fuego. Están tan compenetrados que verles bailar juntos es toda una experiencia. La vida, el amor y la danza se hacen uno en ellos.
Carlos Pinillos nace en Madrid. Con cinco años inicia su formación dancística y dos años más tarde consigue una beca e ingresa en la escuela del maestro Víctor Ullate, de cuya compañía formará parte a partir de 1995. En 1998 obtiene el Primer Premio del Concurso Internacional de Danza de Viena. Otros maestros que han sido significativos en su formación han sido Alain Baldini y Attilio Labis, ex bailarines de la Opera de París, y José Parés, Menia Martínez o Aurora Bosch del Ballet Nacional de Cuba. Su currículum como bailarín es impresionante, al punto de ser destacado por la revista Dance Europe como uno de los 10 bailarines del momento.
Estaba interpretando "Giselle" con el Ballet Arena de Verona cuando es invitado por Mark Jonkers, en 2001, para integrar el elenco del Ballet Nacional de Portugal (Companhia Nacional de Bailado), donde aún hoy permanece en calidad de bailarín principal, bajo la dirección de Luisa Taveira, junto con su esposa la bailarina Filipa de Castro.
Carlos nunca para, incluso suele ser bailarín invitado por otras compañías y participa en numerosas galas internacionales. También realiza talleres en diferentes países, y colabora en las funciones de maestro repetidor en la compañía a la que pertenece.
Anne Kisselgoff, crítica de The New York Times, define a Carlos como una mezcla interesante de pura técnica e intenso contacto con el público.
-Carlos, ¿Cómo te sientes bailando en Madrid?
-Te puedes imaginar lo que es bailar en la ciudad que nací, en la que ha vivido durante veintitrés años, donde empecé mi carrera profesional, donde habitan mis raíces, tengo mis amigos, y sobre todo, y es bastante paradójico que viviendo tan cerca en Portugal, es uno de los lugares que menos piso para bailar.
-Filipa y tú sois una de las parejas más consolidadas del mundo de la danza ¿Cuántos años hace que estáis juntos?
-Llevamos 20 años juntos.
-¿Cómo os conocisteis?
-Estas cosas suceden cuando uno menos se lo espera. La encontré justamente en una época en la que no me apetecía conocer a nadie. Atravesaba un momento de crisis, incluso de desapego con la danza, y ni me apetecía salir de Madrid.
Entonces aparece ella en mi vida y me obliga a seguir adelante. Siempre que quiero ir hacia atrás tengo a Filipa que tira de mí. Estoy a punto de cumplir 30 años de carrera.
-¿Fue un flechazo a primera vista?
-Nos habíamos visto bailar, sabíamos de la existencia del uno y del otro... En una ocasión, ella vino a bailar a Madrid desde Lisboa, cuando estaba en el compañía del Real Ballet de Flandes. Tuvimos la oportunidad de conocernos y nada más hablar, zas, surgió una chispa de efecto inmediato. Y aquí estamos.
-¿Qué tal vuestra participación en Beta Pública?
-Es la segunda vez que colaboramos con Beta Pública. Ya lo hicimos hace cinco años y siempre que podemos tratamos de ayudar a promover la danza.
-¿Es complicado promover la danza en España?
-Hay mucho por hacer en materia de difusión, incluso a veces, hay que luchar contra marea y continuar como sea para que sigan surgiendo nuevas generaciones de artistas y nuevas generaciones de público.
-Háblame sobre lo que vais a bailar.
-Son dos piezas que forman parte de nuestro espectáculo titulado "Nuestros nombres".
-¿De qué trata?
-Está inspirado y dedicado la figura del nóvel portugués José Saramago. El ballet "Nuestros nombres" gira en torno a la relación del escritor con su esposa, Pilar del Río, que al ser más joven que él estaba destinada a sobrevivirle. El tema del amor y la muerte tan presente en su literatura nos inspira.
El primer paso a dos que bailaremos es más estilizado más clásico, se corresponde cuando Saramago decía que escribía sobre la escultura -tratando de significar que estaba muy influído por la belleza formal en su escritura-, y luego evoluciona a "escribir sobre la piedra" por lo que la segunda pieza, titulada "El hombre duplicado", corresponde a esa transición estilística en su obra.
-¿El hombre duplicado qué significa?
- Significa que para saber quien somos hay que salir de uno mismo, duplicarse. Es una pieza con música de Piazzola, ya no son líneas estilizadas sino que es un trabajo más introspectivo.
-¿Os gustaría traer "Nuestros nombres" a los escenarios españoles?
-Muchísimo. Te confieso que bailar solo dos piezas me sabe a poco, bailar en España me produce un cierto sinsabor. Reaviva en mí cosas que echo de menos, como esa forma que tiene el público de mostrar su satisfacción con esa calidez tan especial. Aunque somos muy felices en Portugal, ahora nos vamos a actuar en el norte del país, y seguidamente a Sintra. No paramos.
-¿Cómo encajais vosotros, que provenís del mundo clásico, en un evento como Beta Pública que formenta la danza contemporánea?
-Nos estimula compartir escenario con gente que viene del mundo del contemporáneo. Nosotros no hacemos la distinción entre clásico y contemporáneo. No queremos parcelar las cosas. Danza es danza, simplemente utilizamos distintas herramientas. Ninguno podemos apropiarnos de ella. Eso es lo que nos ha llevado a participar a compartir esta idea con el resto de bailarines. El ideario de Beta Pública es algo que compartimos plenamente. Siempre que nos sea posible lo apoyaremos con nuestra participación.
MERCEDES ALBI
Fotografías Alba Muriel
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