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Europa más allá de las fronteras


·"A tu Vera" CND. Fotografía de Alba Muriel

En este amplio tándem programático que ha desplegado la Compañía Nacional de Danza, dividiéndose en dos espectáculos bajo los inabarcables títulos de dos continentes, “América” –del que disfrutamos la primera semana, en torno a Balanchine y su influjo- y “Europa”, queda clara la superioridad del viejo continente, representada especialmente en las dos primeras obras pertenecientes a la órbita del Nederlands Dans Theater: “Bella Figura”(1995) de Jiri Kylian y “Sad Case”(1998) coreografía de la española Sol León junto a Paul Lightfood, quienes constituyen una de las parejas creativas más duraderas, pues han superado los 25 años de feliz unión con decenas de trabajos conjuntos.


Las programaciones de los dos espectáculos han supuesto para los bailarines de la compañía un importante cambio de registro pasando del estilo neoclásico al contemporáneo, superándose con creces en el segundo. En “Sad Case” estuvieron inmejorables, dignos en el “Bella Figura”, y mención aparte merece “A Tu Vera”, de Sara Calero y Joaquín de Luz, director de la CND, que culminó el espectáculo y llega recién estrenado en el Festival de Granada.


Lo mejor de “A Tu Vera” es la originalidad y la raíz, un más allá en el desdibujamiento estilístico del ballet y la danza española, con la amplitud del espectro técnico de Sara Calero y su virtuosismo, y el intento de Joaquín de mezclar pasos flamencos con sus depuradas líneas balletísticas y giros clásicos, atreviéndose de esta manera a afrontar una farruca y un paso a dos con Sara… Hay que verlo. Opiniones existen para todos los gustos. Hay quien ha percibido incluso la influencia en las escenas grupales de musicales a lo West Side Story. Los puristas no salieron encantados, sin embargo, hubo a quien sí entusiasmó.


No vayamos a pensar que Europa empieza en los Pirineos, ni que América se reduce a NY, por supuesto que no, pues Sudamérica tiene muchísimo que decir en danza, no se puede olvidar a Cuba, ni otros países. Precisamente en estos días, nuestra Avatara Ayuso estrena con el Ballet de Santiago de Chile su “Nijinska”, por poner un ejemplo de lo que aquí, por desgracia, no vemos.


También Tamara Rojo habita en San Francisco, aunque parece que el mundo entero sea su patria; Igor Yebra hizo una magnífica labor con el Ballet de Uruguay; María Rovira ha realizado numerosas coreografías para el ballet cubano, y tantos otros artistas españoles son valorados en América. Hay mucho, muchísimo que hacer en España, muchas nuevas ideas que pugnan por salir y no pueden quedar ni olvidadas ni dormidas como un magma hirviente bajo la corteza de nuestros pies.


Alabo de “A Tu Vera” que Joaquín de Luz haya sido él mismo. Se nota que le nació de dentro, siendo producto fraguado desde su formación con Víctor Ullate y a su amor por lo español. De esa forma se aleja de aquella fábula en la que un día Dios baja a la tierra y le regala a un pintor un lienzo en blanco con una riquísima paleta de colores para que pintase lo que quisiera. Y el pintor para disgusto de la divinidad, se limita a ir al Prado a copiar Las Meninas.


El riesgo, afortunado o no, ha sido asumido y personalizado. Destaca la abundancia de talento que arropó a los bailarines, pues la música ensamblada de forma excelente por Pablo Martín Caminero, interpretada por la guitarra de Javier Conde, acompañado de un cuarteto de cuerda; el vestuario de Carmen Granell; iluminación de David Picazo, así como la escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, cuyo final sutilmente lorquiano y simbolista (parecen atravesados por las seis cuerdas de la guitarra al son de la música de Federico) vislumbran todo un universo de posibilidades que hay que explorar, siendo absolutamente necesaria la apertura de una compañía nacional hacia la creación española y sus coreógrafos.


MERCEDES ALBI



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