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Maribel Gallardo, alma de danza (entrevista)

  • Foto del escritor: sertorio
    sertorio
  • 12 oct
  • 11 Min. de lectura

Actualizado: 13 oct


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Maribel posee un extraño halo dorado, no lo finge, su elegancia se irradia de forma natural. La miras de cerca y quedas envuelto por su mirada oceánica. Te absorbe.


Carece de estridencias. Podría atravesar una estancia en total silencio, tratando de que su presencia no se notara, pero todos los ojos se posarían en ella. Te conduce a su universo.


Se encuentra en un momento decisivo de su vida profesional: su adiós a los escenarios, habiendo tenido la oportunidad de alargar su estancia más allá de lo que hubiera podido presagiar o soñar aquella niña a la que un día llevaron ante la maestra Victoria Eugenia (Betty) a que la viera bailar, en el estudio de Karen Taft, para saber si podría o no dedicarse a ello.


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Su trayectoria está profundamente unida al Ballet Nacional de España, ingresando en la compañía en 1981, bajo la dirección de Antonio el Bailarín, y ascendiendo a Primera Bailarina en 1985, bajo la dirección de María de Ávila. Actualmente, combina su labor de maestra repetidora con papeles estelares como la reciente Madame Otero.


Ha sido galardonada con la medalla al Mérito de las Bellas Artes (2021), tiene el honor de ser la única bailarina que, en vida, tiene un conservatorio de danza con su nombre, el de Cádiz, lugar de origen de su familia.


Dispuesta a decir adiós a la escena, lo hará por la puerta grande en el Teatro Real de Madrid el próximo 19 de octubre con Medea.


Maribel Gallardo, ensayo Medea, Teatro Real. Fotografía Merche Burgos
Maribel Gallardo, ensayo Medea, Teatro Real. Fotografía Merche Burgos

-Te marchas siendo Medea en el Teatro Real, ¿cómo ha sido ésto?


-Verás, yo hace cosa de año y medio hablé con Rubén y le dije que me quería retirar de ser bailarina. Es algo que, desde que lo deseo hacer, se ha ido retrasando y retrasando.


-¿Desde cuándo lo habías decidido?


-Ya en 2001 decidí que no me encontraba para estar como primera bailarina tantas horas. Entonces acababa de nacer mi última hija, que por cierto, en junio pasado se graduó. Pero siempre por "h" o por "b" me han liado en algo.


Cuando nació, no me veía con fuerzas para estar al cien por cien. Decidí parar. Así que escogí quedarme en el Ballet Nacional como maestra repetidora y de este modo no tener que viajar tanto; podría estar más tiempo con mi familia.


-¿Pero no pudiste dejar de bailar?


-Bajo la dirección de Elvira Andrés, bailé; con José Antonio, bailé; entró Antonio Najarro y también bailé... Y ahora con Rubén. Entonces, ¿qué pasa? Hace diecinueve años que había decidido no bailar y seguía sin concluir el capítulo.


Hablé con Rubén y le dije: ¡no he cerrado esa etapa!


-¿Convenciste a Rubén de que era cierta tu retirada?


-Fue muy comprensivo y me hizo un regalo, me preguntó dónde quería bailar mi última función.


Maribel niña en la playa
Maribel niña en la playa

-¿Dónde?


 -Pensé que en el Teatro de la Zarzuela, porque yo, con solo 8 años, ya pisaba su escenario, y me propuso: ¡pues te vas a retirar en el Teatro Real y con Medea! Me emocioné muchísimo.


-Es el momento de que mires a atrás y me cuentes aquellos comienzos.


-Empecé con seis años ballet clásico al lado de casa, pero a los 8 años entré en Coros y Danzas, allí descubrí nuevos rumbos, como por ejemplo, comenzó mi pasión por las castañuelas.


Función ballet con Maribel ( primera fila a la dcha.)
Función ballet con Maribel ( primera fila a la dcha.)

-¿Cuándo comenzaste a tocarlas?


-Verás como fue... mi madre iba justa de dinero, y fue un bailarín quien le regaló un par suyo para que yo pudiera tocar. Lo pasé fatal. Mis manos eran pequeñas, no tenía casi fuerza para tocar aquellos palillos tamaño XL. Me costó la vida. Además el maestro Antonio Jarreño, que nos daba clases en la calle Arenal, era muy exigente, nos ponía casi en quinta posición a tocar las castañuelas. A mí me pesaban muchísimo, pero practicaba en casa, y seguía y seguía y cada día me gustaba más.


Maribel Gallardo
Maribel Gallardo

Cuando bailaba con ellas, me sentía muy cómoda. He tenido el privilegio que tanto el maestro Granero como Betty, han creado para mi coreografías con castañuelas. La castañuela es parte de mi ser y deseo seguir dando conciertos con ellas.


-Háblame de Betty.


-Estando en Coros y Danzas alguien le dijo a mi mamá que había una maestra que era una de las mejores de España. Y fuimos a verla.


Victoria Eugenia estaba entonces en el estudio de Miss Karen, en la calle Libertad. 


Recuerdo a Betty como si la estuviera viendo ahora. Estaba embarazada de su hijo Fernando. Me impresionó mucho su porte con ese moño recogido y su falda de lunares y un mantoncillo que llevaba; accedió a verme.


Maribel con el maestro Jarreño
Maribel con el maestro Jarreño

¿Fue amable con vosotras?


-La verdad es que, de entrada, nos advirtió que ella no cogía a niñas que empezaban. Pero mi madre insistió, necesitaba simplemente que nos hiciera el favor de indicarle si yo tenía o no condiciones a fin de no perder el tiempo ni el dinero, porque nosotros éramos 5 hermanos.


-¿Recuerdas qué le bailaste a Betty?


-Bailé mi repertorio, una especie de popurrí que interpretaba algunos fines de semana en la Casa de Sevilla. Allí me presentaban como a la sustituta de Carmen Amaya (ríe). Es que yo quería ser flamenca.


Y cuando Betty me vio bailar, exclamó: ¡esta niña se queda aquí!

Juana Taft me becó de por vida con la única condición de que no debía faltar ni una clase.


-Me dio mucha pena que falleciera Betty, todos la queriáis mucho.



Betty y Maribel
Betty y Maribel

-Era muy generosa, ayudaba a todo el mundo, no solo a mí. Ha sido mi amiga, mi confidente, mi coreógrafa, mi directora, mi maestra... hasta el año pasado que nos dejó. 


Enseñaba algo más importante que la técnica: sentir. Te enseñaba a bailar desde dentro.


Imagínate que, cuando al final de la clase nos marcaba un port de bras y la teníamos que seguir, pues... ¿puedes creerte que a veces, nos paralizaba? No deseábamos bailar porque preferíamos contemplarla.

Ella era artista.


La familia de Maribel: Currillo sus tres hijos
La familia de Maribel: Currillo sus tres hijos

-Cuéntame alguna anécdota suya.


-Yo era la más pequeña de la clase y siempre me ponía delante.. Me sentía muy segura de mi misma. Pero un día que vino gente a ver la clase, voy y me coloco en primera fila y... De repente, ordena: "Maribel, ponte detrás".


Me sentí chafadísima. La sensación... fue algo humillante, ¿Cómo me ponía detrás atrás, si yo siempre estaba delante? Me fui a casa con ganas de llorar.


Pero me dio una lección que nunca olvidaré.



Betty y Maribel en Real Academia de las Artes
Betty y Maribel en Real Academia de las Artes

-¿Qué quiso decirte?


-Fue crucial lo que me enseñó: "Maribel, nunca te subas a la parra". Betty se dio cuenta de que me estaba endiosando.


Si no me hubiera dado esa dosis de humildad, tal vez hubiera pedido el norte.


Nadie debe nunca perder la humildad por muy alto que esté.


-Lo que me llama la atención de ti, es que todo el mundo te aprecia y eso que en la danza, como en cualquier arte, suele haber rivalidades entre artistas.


-He luchado mucho para ser primera bailarina y alcanzar mis metas, y cada escalón lo he subido a base de esfuerzo y trabajo, sin pisar a nadie. Por eso, el respeto que me brindan mis compañeros de profesión es algo que me traspasa el alma.


Maribel Gallardo
Maribel Gallardo

Pero también te puedo decir que he tenido personas a mi alrededor que me han apoyado muchísimo.


-Si te pregunto por sus nombres... Seguro que te olvidas de alguien y quedamos mal cuando lo lean.


-Afortunadamente, han sido tantos... He vivido una época increíble para la danza, tiempos en que había muchísimas compañías y muchísimo trabajo. Terminé con 14 años la carrera de danza, porque hacía dos cursos por año. En el 2026 cumpliría los 50 años en que pisé por primera vez un escenario.


-¿Puedes nombrar a algunos?


-Pues mira...El Ballet Folklórico Nacional estaba dirigido por Pilar López y allí estaba María Rosa, Betty, Juana Taft, Manolete, Juan Quintero, Conchita España, Cristina Hernando, Carmen Cubillo, había una cantidad de grandes profesionales, no voy a poder acordarme de tantos, también estaba Jorge Luis, Juanjo Linares, Pedro Azorín...


-Madre mía.


-Reflexiono y me doy cuenta de que quizá mi máster en danza fue mi

paso por el Ballet Folklórico Nacional.


Entonces, el primer viaje de mi vida... fuimos al Japón. Tenía 14 años y en Tokio cumplí los 15.


Estuvimos como un mes de gira por Japón con Yoko Komashibara, una empresaria con la que a día de hoy sigo en contacto. También mi marido, unos años después, fue de gira con ella. Pero Currillo es menor que yo cuatro años.


LLevamos 36 años juntos y tenemos 3 hijos. La vida nos ha ido uniendo de forma increíble. Por eso te digo que he sido muy afortunada.


Currillo y Maribel
Currillo y Maribel

-En esta Medea del Teatro Real, tu marido Currillo va a interpretar a Creonte.


-Sí, me hace mucha ilusión. Artísticamente he tenido la suerte de que nos hemos aportado mucho, él es flamenco y yo bailarina, lo que no tenía él, se lo daba yo y al revés. Mi marido es un bailaor buenísimo que ha estado con los mejores, pero te confieso que es un hombre sin ego, odia figurar, ni siquiera va a los estrenos, prefiere ir otro día. Nacieron nuestros hijos, obtuvo la plaza de profesor en el Real Conservatorio de Danza Mariemma, y cambió los escenarios por una vida más introspectiva.


-El Ballet Folklorico Nacional duró poco.


-Sí, nueve meses, pero fue decisivo. Por ejemplo, María Rosa que estaba allí de artista invitada y primera bailarina, y también me llevó a su compañía cuando la formó.


Maribel con María Rosa
Maribel con María Rosa

-María Rosa pone amor en todo lo que hace.


-Me enseñó muchísimo, hasta me enseñó a peinarme. Es la gran dama del saber estar, siempre pendiente de cada detalle. Le tengo admiración y cariño.


Era un tiempo efervescente, en el que había un montón de compañías, entré en el Ballet Antología, con Alberto Lorca, María del Sol y Mario de la Vega, los padres de Laura del Sol, que también me trataron como una hija, y fue una época maravillosa.


Después estuve pues con Rafael de Córdoba, con Luisillo, que hice una antología de la zarzuela en la Plaza de Toros; el Ballet Siluetas con José Antonio y Luisa Aranda. Y también hice televisión.


Maribel Gallardo con Adolfo Marsillach
Maribel Gallardo con Adolfo Marsillach

-Cuéntame sobre tu etapa televisiva.


-Verás, yo era muy muy tímida. Claro que solo tenía unos 17 años. Sentía que dentro de mí se alzaba un muro que me impedía expresar. Me propuse vencerlo.


Así conocí a Alberto Portillo.



Maribel como Creusa en "Medea"
Maribel como Creusa en "Medea"

-¿Cómo le conociste?


-Porque coreografiaba y dirigía los ballet del famoso programa de RTVE, "Antología de la Zarzuela". Había dos compañías, recuerdo que una grababa el lunes y la otra, un día distinto de la semana. Cuando íbamos a rodar, yo me escondía, me daba vergüenza salir en televisión.


Pero Alberto, me descubrió detrás y me llevó delante, y me dio la primera oportunidad de coreografiar, confió en mí. Me puso de repetidora y monté para las actrices.


Ja ja, recuerdo que hice aquella canción de "Ay que ver, ay que ver, las cosas que hace un siglo llevaba la mujer". Eso lo monté y me gustó mucho la experiencia porque sentí que confiaban en mí. Me dió seguridad. Superé mi miedo escénico.


-Pero tu vida está unida al Ballet Nacional de España, ¿desde cuando formas parte de la compañía?



Maribel Gallardo
Maribel Gallardo

-Cuando se creó el Ballet Nacional de España, en 1978, bajo la dirección de Antonio Gades, no me presenté a las audiciones. No me sentía preparada.


Fue más adelante que deseé entrar. Era la época en que Antonio el Bailarín, lo dirigía. Y Betty estaba de maestra en la escuela del Ballet Nacional, pero estaba muy enfadada conmigo, porque no la había aparecido por las clases desde que empecé a trabajar.


En septiembre entré en la Escuela del Ballet Nacional y justo, entonces, Rafael Aguilar me propuso contratarme para ir a París con su compañía. Fue un verdadero dilema, porque yo quería ir con él. Le dije: "¡ay, Rafael, por Dios, qué bien, qué ilusión! Lo único que es que quiero entrar al Ballet Nacional"... "No te preocupes", me contestó, "yo hablo con Antonio". Entonces para mi sopresa Antonio le contó que no me podía marchar porque iba a entrar en Ballet Nacional en diciembre.


Pero menuda decepción sufrí.


-¿Qué pasó?


-Que cogieron a otra compañera...


Y yo me sentí muy angustiada, porque yo ayudaba en mi casa, necesitaba trabajar.


Moví cielo y tierra, hablé con Betty, con María Magdalena, qie también estaba de maestra de danza española, de la que incluso me despedí, le dije que me marchaba obligada porque tenía que seguir trabajando, necesitaba el dinero...


Y a los pocos días, me comunicaron que en enero entraba  en el Ballet Nacional de España.


-¿Qué año era?


-1981, bajo la dirección de Antonio el Bailarín.


-¿Cómo te sentiste allí?


-Para mí fue tremendo. Cuando Antonio se pasaba por la escuela y nos observaba en las clases, nosotros nos poníamos muy nerviosos. Durante mi formación con Betty, ella siempre nos hablaba sobre Antonio el Bailarín. El era como un dios, un referente.


-¿Cómo era como director?


-Era muy estricto, le gustaban las cosas muy bien hechas y nada de conformarnos con cualquier cosa.


-¿Os seguía impresionando al verle o la confianza os tranquilizó?


-La verdad es que cuando yo le veía entrar en el estudio, nos entraba una cosa interiormente, pero no solo a mí, sino a todos. Era un ser tan grande.


En varias ocasiones le vi marcando El Molinero, La Molinera, El Corregidor... Era increíble.


-Y sobre su faceta personal, ¿qué característica resaltarías de su modo de ser?


-Era muy generoso. Viajábamos y solía invitarnos, por ejemplo, el día de su Santo íbamos todos a comer con él. Nunca escatimaba el dinero, todo lo contrario.


Maribel y Rubén Olmo en La Bella Otero
Maribel y Rubén Olmo en La Bella Otero

-¿Qué era lo que más le gustaba de ti como bailarina?


-Exactamente, no lo sé. Me llamaba La Gallardo. Le gustaba mucho un pie bien estirado. Yo no tengo un pie ni he tenido nunca un empeine natural. Tengo un pie muy trabajado. Y a él eso le gustaba mucho. Entonces me eligió para la reposición en el Nacional de las Sonatas del Padre Soler. Para mí fue maravilloso.


Luego hicimos El Sombrero de Tres Picos, El Amor Brujo...


-Y ¿Cómo vivisteis su destitución como director?


-Fue un momento muy desagradable. Nosotros no sabíamos nada. Teníamos una tablilla de trabajo firmada por Antonio. Se quitó esa tablilla y cuando volvimos se había puesto otra en su lugar. Fue un momento muy desconcertante.


-Entonces, le sucede María de Ávila.


-Sí, también fue una etapa apasionante. Le dio completamente la vuelta a la compañía, ella quería savia nueva, potenciar el talento de las nuevas generaciones, quería ayudarnos a brillar. Significó un antes y un después para el Ballet Nacional.


Aparecieron grandísimos nuevos bailarines.


Selfie de Maribel con Currillo, Antonio Canales y Rubén Olmo
Selfie de Maribel con Currillo, Antonio Canales y Rubén Olmo

-Nombra a algunos.


-Estaba Canales, Joaquín Cortés, Miguel Ángel Espino, Lola Greco, Aída, luego entró Antonio Márquez, Javier Latorre, Javier Barón...

Fue otra época maravillosa.


-¿Hiciste muchos papeles?


-Síii. Con "Danza y tronío" hasta me lesioné un pie de tanto bailar, pero no nos importaba, disfrutábamos de aquel nunca parar.


Maribel Galallardo ensayo de "Danza y Tronío"
Maribel Galallardo ensayo de "Danza y Tronío"

- Y ¿Medea?


-Primero hice la novia. Ya hace treinta años que fui Medea por primera vez. Ahora lo siento diferente, lo he madurado al extremo, creo que hoy soy mejor que he sido nunca con la Medea. Va a ser mi adiós.


He pasado por todas las direcciones del Ballet Nacional, menos por la de Antonio Gades, aunque he tenido la fortuna de bailar Bodas de Sangre con él en el décimo aniversario.


Maribel Gallardo con María Rosa y José Antonio
Maribel Gallardo con María Rosa y José Antonio

-Con José Antonio también bailaste.


-Sí, José Antonio fue otro de mis sueños cumplidos. Yo de jovencita lo vi bajo la dirección de Gades interpretando Puerta de Tierra con Luisa Arana. Me quedé fascinada.


El día que bailé con él se lo dije:


"José, ¿tú sabes que era uno de mis sueños? Bailar contigo... y hoy lo cumplo."


Nos abrazamos y tal como te cuento, Mercedes, son regalos que me ha dado la vida, sin buscarlos, sin mover nada.


El universo se encargaba de todo, es lo que yo les digo a mis hijos. Hay que creer desde el corazón, porque si tú quieres algo desde el corazón, se te cumple.


Maribel Gallardo como Medea, ensayos Teatro Real. Fotografía Merche Burgos
Maribel Gallardo como Medea, ensayos Teatro Real. Fotografía Merche Burgos

 

  MERCEDES ALBI

 
 
 

1 comentario


Isabel Alario
Isabel Alario
13 oct

Preciosa entrevista. Como no puede ser de otra manera entrevistando a una persona tan grande y maravillosa como Maribel Gallardo.

Isabel Alario

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