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El Marqués de Cuevas y Raimundo de Larraín, protagonistas en la danza del siglo XX



La compañía de ballet clásico que más visitó España durante los años 50 del pasado siglo, cuyos programas todavía son recordados por nuestro maestros fue el Gran Ballet del Marqués de Cuevas.


Jorge Cuevas tuvo una vida de tintes novelescos que transcurrió partiendo de su Chile natal entre New York y París, donde se reinventó a sí mismo. Su intenso amor por el ballet, le llevó a crear su propia compañía que en los inicios (1947) reunió a los bailarines del quebrado Original Ballet Russe del Coronel de Basil, que regresaron a Europa, pues la sede de la empresa se estableció en Cannes y cada año estrenaban una nueva producción en París, que solían representar en sus giras en el Gran Teatro del Liceo.



Un personaje olvidado, Raimundo de Larraín, unido sentimentalmente al marqués, tuvo la oportunidad de aplicar su sofisticado gusto estético en la última producción del Gran Ballet del Marqués de Cuevas: "La bella durmiente" (1961). Jorge Cuevas se encontraba tan enfermo que delegó en él, pero en el estreno quiso salir a saludar pues siempre deseó morir entre bambalinas, y asistió a todas las representaciones durante dos semanas hasta su fallecimiento.


Rudolf Nureyev

Pero los hechos que marcan el final de unos, son el punto de partida para otros, pues fue en esta obra la primera vez que Rudolf Nureyev bailó liberado del yugo soviético para una compañía de occidente, y su partenaire fue Nina Vyroubova, quien fue hasta entonces la musa de Serge Lifar en la Ópera de París.

Rudolfo Nureyev y Nina Vyroubova en La Bella Durmiente

La historiadora del arte Catalina Dib, en su artículo titulado "Los excéntricos chilenos que vivían en París" traza las conexiones personales y el modo de vida del curioso triángulo formado por el Marqués de Cuevas, su esposa Margaret Strong y Raimundo de Larrain, que a continuación reproducimos.

El marqués de Cuevas y Serge Lifar

<<EL MÁRQUES DE CUEVAS

Este genial personaje parece realmente salido de una novela. Nacido en Santiago de una familia venida a menos, su arribismo social fue desde siempre notorio. Jorge Cuevas llegó a ser el hazme reír de la estirada y conservadora sociedad chilena, quienes lo llamaban peyorativamente “Cuevitas”. Sí, su don de gentes nunca pasó desapercibido y pronto Cuevitas, dejó el provincial Santiago para buscar mejor suerte en París. Y claro que la encontró.


Llegó a trabajar en la Maison Irfe, creada por el príncipe asesino de Rasputín, Felix Yussoupov y su esposa, Irina Romanova. Un día apareció en el salón una mujer, algo rara y de cero atractivo, quien resultó ser la nieta del magnate del petróleo John D. Rockefeller. Aunque Jorge Cuevas era evidentemente homosexual, esto no impidió que al poco tiempo estuvieran casados.


Su título oficial era el de Marqués de Piedrablanca de la Guana, pero siempre fue puesto en duda. Lo adquirió de parte del Rey de España como una restitución de un antiguo título de su familia, perdido hace siglos. La nobleza española se burlaba de lo que veían como una compra de privilegios por parte de la familia Rockefeller.


Con la fortuna Rockefeller a la mano, el Marqués de Cuevas dio rienda suelta a sus extravagancias y deseos de lujo. Su departamento en el Muelle Voltaire se convirtió en el centro de la Haute Boheme parisina. La vizcondesa Jaqueline de Ribes que siempre había gente esperando audiencia, parecía la corte real. En un acto total de singularidad, muchas veces el Marques recibía en su cama, envuelto en una robe de terciopelo negro. A su lado yacían sus diez perros pequineses a quienes alimentaba con violetas.

El Marqués entrando a su baile con su disfraz de «El Rey de la Naturaleza»

En 1953, dos años después del gran Baile de Máscaras de Charles Beistegui en Venecia, el Marqués de Cuevas celebra en Biarritz su famosísimo baile a lo siglo XVIII, con más de 2000 asistentes.

La bailarina Zizi Jeanmarie haciendo su entrada en el baile del Marqués

El extravagante evento en un país aún con ecos de guerra, fue criticado por la izquierda y el Vaticano. 500 disfraces de la época fueron adquiridos para vestir a la policía y al servicio. Margaret no bajó a la fiesta y se cuenta que mandó a su empleada vestida con su disfraz diseñado por Balmain.

Los caniches del Marqués con su chofer

Jorge Cuevas se codeaba constantemente con grandes personajes, como Maria Callas, Salvador Dalí, la reina madre de Egipto, Arturo López y el Barón de Rede. Con Salvador Dalí eran muy amigos, en 1943 el pintor pasó cuatro meses en la finca del Marqués en las montañas de Nueva Hampshire para escribir su única novela Rostros Ocultos.

El marqués de Cuevas con María Callas y Salvador Dalí

Fue un amante del ballet y se compró la Compañía de Monte Carlo, a la cual rebautizó como la Compañía del Marqués de Cuevas. Sus espectáculos eran vistos por le tout París. Recorrió el mundo con su compañía hasta su muerte. Terminó siendo muy querido e influyente en este mundo.


Cuando llegaba al teatro de los Champ Elysees aparecía con los pequineses y varios objetos de los que no se desprendía nunca. Tenía un bastón con pomo de marfil regalo de Bao Dai, el último emperador de Vietnam y un chal bordado en oro regalo del Gran Muftí de Jerusalem. Otras veces llegaba al teatro acostado en una litera sostenida por dos hombres vestidos de blanco. No le gustaba vestir de esmoquín y prefería disfrazarse; turbantes, chilabas y trajes de marahá eran su predilección.


Margaret Strong Rockefeller

MARGARET STRONG ROCKEFELLER

La esposa de Jorge Cuevas venía de un background bastante particular. Su madre Rockefeller murió cuando ella era pequeña y su padre, filósofo y psicólogo, se la llevó a vivir a Italia. Su infancia estuvo rodeada de científicos e intelectuales, más que de millonarios y socialités. Creció en un ambiente bastante austero y luego estudio química en Cambrigde. Su look fue siempre más bien el de una científica que el de una millonaria.


Margaret Strong Rockefeller con su abuelo e hija

En oposición a la continua vida social y opulencia de su esposo, Margaret se puso cada vez mas reclusa y sombría. Estuvo casada con Jorge Cuevas por más de treinta años y tuvieron dos hijos. Pero durante el último periodo de su relación, ella vivía en su townhouse en Nueva York y él en París.

Raymundo de Larraín

RAYMUNDO DE LARRAÍN

Raimundo Larraín Valdés provenía de una de las familias más aristocráticas y ricas de Chile, pero se escapa de la castiza sociedad chilena para desarrollarse en París. Llega como protegido del Marqués y se hizo conocido como su sobrino, aunque no lo era.

Dueño de un gran talento, el Marqués lo invita a participar en su ballet como escenógrafo y diseñador de vestuario. El año ’60, un enfermo George Cuevas, le pide a Raimundo que produzca una versión de La Bella Durmiente. Con ayuda de Jacqueline de Ribes crearon la más suntuosa producción de la década (financiada por el dinero de los Rockefeller) y un absoluto éxito de taquilla. Fue en este ballet donde bailó, por primera vez en occidente, el gran Rudolf Nureyev luego de escapar del Ballet de Leningrado.


Raimundo de Larraín y Rudolf Nureyev

Jorge Cuevas muere el año ’61 y el Ballet sólo continúa por tres años con Larraín y de Ribes a cargo.


Raimundo de Larraín y Jacqueline de Ribes por Richard Avedon, 1961

El creativo Larraín tuvo su primer contacto con la moda en 1956 cuando ganó el concurso de tocados del Bal de Têtes dado por Alexis de Rede en el Hôtel Lambert. Participó Dalí, Dior, Balenciaga y un joven Saint Laurent, pero ganó Raimundo Larrain por el tocado que creó para la vizcondesa Jacqueline de Ribes. Esta mujer, a quien le decían «la última reina de París» se convirtió en una gran amiga para Larraín y quien lo conectó con la crema y nata.


Raimundo Larrain y Jaqueline de Ribes recibiendo su premio en el "Bal de Têtes"

Posteriormente se fue a vivir a Nueva York donde conoció a la editora de Vogue Diana Vreeland. Volcó sus talentos en este nuevo medio y fue comisionado para la misma Vogue y otras revistas como Life y Town & Country. Para Life fotografió la psicodelia de Jimmy Hendrix.

Raimundo de Larraín consultando bocetos

El año 1977, en un giro de esta historia, se casa con la viuda del Marqués, Margaret Rockefeller. Ella tenía 80 años, él 42. Dicen que la anciana nunca estuvo tan bien cuidada como con Raymundo pero a la muerte de ella, el año ’85, los hijos comenzaron un duro juicio por 30 millones de dólares desaparecidos por Larraín (en esos años una enorme fortuna). Finamente llegan a acuerdo el ’87, pero un año después Larraín muere. Oficialmente de un ataque al corazón, pero el mundillo internacional sabía que estaba enfermo de Sida.

Para mí, esta historia representa la decadencia de una época y un estilo de vida moribundo. El mismo Pierre Bergé comentaba que nadie vivía hoy con la grandeza del Barón de Rede. Lo más curioso son los improbables personajes que terminaron siendo los protagonistas de esta Café Society. Aristócratas, artistas, diseñadores, nuevos ricos y actrices de cine se codeaban por igual en un mundo de fastuosidad y ostentación. Living Large en su máxima expresión.>>


CATALINA DIB


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