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Nostalgia de Don Quijote, reflexiones ante un regreso

  • Foto del escritor: sertorio
    sertorio
  • 14 feb
  • 3 Min. de lectura

Las agujas del reloj giran hacia delante, no se puede volver atrás, y sin embargo, las circunstancias del destino han hecho que Muriel Romero, nueva directora de la Compañía Nacional de Danza, haga un salto programado hacia el pasado con “Don Quijote”, la coreografía más emblemática de José Carlos Martínez y estrenada bajo su mandato en 2015, pues “cada escena tiene su firma”, dijo la bailarina Giada Rossi, durante la rueda de prensa. Ella será Kitri (o Quiteria) bailando junto con Yanier Gómez, que será el Basilio en el elenco del primer reparto que se podrá ver a partir el próximo 27 de febrero en el Teatro Real hasta el 2 de marzo.


la coreografía más emblemática de José Carlos Martínez, pues “cada escena tiene su firma” dijo la bailarina Giada Rossi

Una semana antes, el sábado 22 de febrero, se representará “Don Quijote”, en el Real Auditorio de El Escorial.


La totalidad del aforo está prácticamente vendida, lo que evidencia el éxito. Realmente, “Don Quijote” fue un hito que significó el retorno del ballet clásico a la CND después de varias décadas. José Carlos Martínez, sucesor en la dirección de Nacho Duato, tardó cuatro años de mandato para acometerlo. Fue en 2015. Desde entonces la producción va a cumplir las 100 funciones, algo muy meritorio.

La totalidad del aforo está prácticamente vendida semanas antes de la represenación, lo que evidencia el éxito.

El público añora “Don Quijote”. En palabras de Elna Matamoros, encargada de su montaje, es una visión desde el siglo XIX hacia el siglo de oro, por lo que las danzas boleras, que no existían en la época cervantina, se vislumbran en el ballet creado por Marius Petipa en 1869  y estrenado en el Teatro Imperial de Moscú. “Don Quijote” forma parte de la trayectoria vital del gran coreógrafo francés, que vivió varios  agitados años en España, donde se batió en duelo con un conde, tal y como detalla el escritor Jesús Rivera Rosado en su libro “El ballet romántico en España” (Ed. Cumbres); y terminó fugándose con la noble Carmen de Mendoza y Castro, siendo la pareja perseguida por Europa.


Marius aprendió las danzas boleras y presumía de bailarlas como los españoles. Una vez en Rusia donde alcanza el puesto de maestro de los Ballets Imperiales, el sello español está en todos sus obras. Siempre me lo imagino inmerso en los fríos inviernos rusos recordando los locos años de su juventud en nuestro país, razón por la que en todos los emblemáticos ballets siempre hay una danza española.


Este Quijote de José Carlos es muy especial: “Los capotes son auténticos capotes de torero, se quedan tiesos, y no unos leves trapitos que suelen agitarse en el aire”, nos contó.


El aire español está más presente y en esa búsqueda de identidad y actualización, se han aligerado su duración; Don Quijote baila con Quiteria y no se limita a la pantomima, “la toca”; además, se baila una seguidilla y un fandango que ha coreografiado Mayte Chico.


Sea como fuere, el éxito va con él, con esa alegría y el “joie de vivre” que impactó en la memoria de Petipa y que José Carlos hace suya.

Cada vez que veo a Muriel Romero me encanta observarla. Es de apariencia sencilla, nada afectada, parece ajena al divismo, y es grato comprobar la generosidad que ha tenido durante la rueda de prensa al ceder el protagonismo de un "reestreno" en el Teatro Real a quien, actualmente, ostenta el cetro de la dirección del Ballet de la Ópera de París.


MERCEDES ALBI

 

 

 
 
 

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