Conmemorando el día 21 de marzo, Día Internacional de la Poesía, hemos querido reproducir tres poemas dedicados a este gran bailaor que fue Vicente Escudero (1888-1980)
"Y tú, Vicente Escudero
¿De quien eres escudero?
¿De los grandes vencedores
del ritmo, que riegan flores
sobre el tablao?
¿Del caballero esforzado
de la Mancha?
El aire a sus pies se ensancha.
Como quien coge limones
coge Vicente la gracia:
La agridulce aristocracia
de las puras emociones.
A la orilla del abismo
-sacrilegio y exorcismo-
dime, Vicente Escudero:
¿De quien eres escudero?...
¿De ti mismo?"
JOSÉ MARÍA PEMÁN
"Tronco ¿para qué te quiero?
Para erguirme hecho una torre.
Ni Giralda ni Teruel
ni proa de Peñafiel.
Mi tronco tiene una amante,
torre de la Antigua,
-dos por seis doce-
que al verme me reconoce
y baila sin caperuza.
Brazos ¿Para qué os quiero?
Para cantar en los bordes
con pájaros de mi alero.
Y la siguiriya trepa,
arañando, sentranando,
llanto de hiedra.
Manos ¿Para qué os quiero?
Para crearme el espacio
y ahondar como el eco, eco
del misterio seco.
Dedos ¿Para qué os quiero?
Para triscar dulce y neto
el esqueleto
y llevar
con temas y con nudillos
en el bastidor del proscenio
la cuenta del ritmo, ritmo
del cuento de no acabar.
Garganta, también te quiero,
garganta, gárgola limpia,
ronca de estilo y conciencia,
manando todos los cantes,
de lo de siempre, los de antes
a la vera del Pisuerga.
Cintura: tu quieta.
Muslos ¿Para qué os quiero?
Dos rayos de arriba abajo,
dos lanzas de abajo arriba.
No os vayáis, no me voy,
que estoy bailando,
pisando, pesando, volando,
quedándome,
porque soy
-como hay cielo y como os quiero-
Vicente Escudero."
GERARDO DIEGO
ESPINELAS (con duendes) PARA VICENTE ESCUDERO
"¿De hierro? De soledades
tu baile, fiel Escudero:
las verdades del barquero,
las cuatro solas verdades.
¿Las bailarinas de Gades?
¡El sol de Valladolid!
Quijote del aire, Cid
por esos mundo de Dios
probando que dos y dos
son cinco. ¡Duendes, abrid!
Duendes del baile más fino,
más armonioso y más recto,
abrid, salid del camino.
Vicente va peregrino,
con cañero y en camisa,
embajador de la brisa,
diciéndole a medio mundo
cómo se baila profundo
¡Aprisa, duendes, aprisa!
Sobrio, pastueño, afilado,
con acento y con estilo,
pendiente de siempre del hilo
del arte, bien asentado,
bailando en hombre, tocado
por la gracia, un caballero
pasó por aquí primero
y lo hizo de tal manera
que si Vicente volviera
yo sería su escudero."
CARLOS MURCIANO
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