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- "Mediterráneo" de Miguel Ángel Berna, un viaje en busca de los orígenes
Miguel Ángel Berna presenta en los Teatros del Canal "Mediterráneo". Tal y como él mismo ha confesado, este espectáculo nace de su inquietud por conocer los orígenes de la jota. El artista a partir de esa necesidad realiza su personal búsqueda, basada en una profunda labor de investigación que le condujo a través de diversos paises, desde Albania pasando por Túnez, Grecia e Italia. Se fascinó al descubrir que aquella jota que aprendió en infancia, tuviera tantas coincidencias con el folclore de los países visitados. Entonces concibió su objetivo: el alejamiento de la jota aragonesa del "baturrismo", intentando romper con el academicismo de los puristas y asumiendo los riesgos que ello conlleva. En "Mediterráneo" le acompañan un excelente grupo de músicos, así como dos voces de gran calado: María Mazzotta -cantante reconocida de la música tradicional italiana- que interpretó con mucha dulzura, entre otras piezas, "La Tarara" de Federico García Lorca; y Nacho del Río -cantante de jota aragonesa, recientemente nombrado hijo predilecto de Calatayud-. Una de las caracteristicas de este espectáculo es la de combinar música y danza a partes iguales fusionando armónicamente las culturas. Y digo a partes iguales porque son tan protagonistas la una como la otra. Por momentos, parece que estemos asistiendo a un concierto y que nos falte danza, pues son tan intensas las apariciones de Berna en escena que sus ausencias, aunque quedan sobradamente cubiertas con la música, se hacen notar. Miguel Ángel con su fuerza, con su gran personalidad, se nos muestra en su recorrido por el "Mare Nostrum" como un Ulises en busca de Ítaca. Es un bailarín tan carismático y poseedor de una excelente técnica que podría haberse quedado anclado en un repertorio mucho menos arriesgado y seguro, del que habría salido airoso. Pero movido por su curiosidad ha ido más allá para convertirse en algo distinto, y gira vestido con una "fustanella" de forma incansable con una cadencia y ritmo impecable. Con esta misma calidad es capaz de bailar una "Jota Tarantada" -fusión de ritmos italianos y aragoneses-. Berna en cualquiera de sus piezas hace hablar a sus mejores compañeras, las castañuelas, y lo hacen con el sentimiento que unen su "dedo corazón" con la pasión por su jota. No obstante, fusiones a parte, la gran triunfadora una vez más es la "Reina de las Jotas", la baturra, la aragonesa, porque en ella se contiene la emoción y hace desatar la ovación del público. Es la jota aragonesa la que en una de sus olas condujo a Miguel Ángel Berna a donde está y es la que le devuelve al sitio que merece. GEMMA ORTEGA Fotografías Juan Moreno https://www.youtube.com/watch?v=DGVlpnnbFtI
- La CND comienza el año con paso firme
La Compañía Nacional de Danza sigue su senda de enraizamiento y apertura directa hacia el público, con lo que no cesa en su actividad, organizando numerosos actos casi íntimos, pero constantes en el tiempo, y actuando en los teatros y núcleos culturales más relevantes. El entrañable homenaje a María de Ávila, que tuvo lugar hace unas semanas en la sede de la CND, dónde se le puso su nombre a una de las Salas, era una cita inexcusable. Todo es poco para esa gran maestra que es la piedra angular en donde reposa el origen de toda una generación emblemática de bailarines. Las jornadas de puertas abiertas prosiguen, como la acontecida estos primeros días de enero, obsequiando a los asistentes con el cuaderno pedagógico, escrito por Elna Matamoros, “Balanchine para jóvenes”, gracias al patrocinio de la Fundación Loewe. El pasado viernes se ofreció, en el Teatro Auditorio de Alcobendas, un adelanto del mismo programa de tres piezas que presentarán en París, en el Théâtre des Champs Elysées, a finales de este mes (“Casi-Casa” de Mats Ek, “”Extremely Close de Alejandro Cerrudo y “Sub” de Itzik Galili). El día 23 participaran en la Gala Inaugural Del Museo Universidad de Navarra. La nueva producción que se está ensayando ha generado una gran expectación entre el público. Promete ser muy interesante esta revisión del mito de “Carmen”, coreografíado por Johan Inger, con la célebre música de Bizet que arreglase Rodion Shchedrin para un ballet a su esposa Maya Plitseskaya, y figurines a cargo de David Delfín, en una dramaturgia creada por Gregor Acuña-Pohl. Se estranará en el Teatro de la Zarzuela en abril. José Carlos Martínez sigue apostando por una compañía nacional que concilie los diversos estilos y las diferentes corrientes artísticas bajo el paraguas único de la DANZA. Les deseamos muchos éxitos en esta nueva temporada que comienzan con paso firme. PAOLA PANIZZA
- Agustina La Reina (3): la artista que acompañó a Pastora Imperio en el estreno de "El amor bruj
(anterior) El 21 de septiembre de 1936, se toma esta fotografía, que nos sirve de epílogo para cerrar la serie de artículos dedicados a la bailaora Agustina Escudero, una mujer excepcional, cuyo rastro se ha transmitido de generación en generación, siendo precisamente su bisnieto, el escritor Joaquín Albaicín, quien rescata la imagen de los archivos del diario ABC, y publica su magnífico artículo “La otra generación del 27”. No se puede reunir más arte en una sola fotografía. Describe, Joaquín: <> El rostro de Agustina aparece agazapado entre La Argentinita y la actriz Catalina Bárcena. Ella es una mujer que brilló en los lienzos y en el amor de los suyos, no busca un lugar preeminente en la fotografía. No lo necesita. Se basta con sí misma y el orgullo que debía sentir por sus dos hijos: Miguel, el bailaor que quiso ser torero y había debutado con Argentinita en el ballet “Las calles de Cádiz” (1933); y Rafael, que en aquel momento deseaba consagrase como pianista, aunque el destino le tenía reservado un sitio de honor en el mundo del toreo. La flor y nata de artistas que actuaron ese día en el Teatro Calderón es algo que, con solo imaginarlo, deja a cualquiera sin habla. Agustina y Pastora Imperio, juntas de nuevo en la fotografía, están rodeadas por la nueva generación que se abre paso en medio de grandes dificultades. En el aire se quebraba el cante de Manolo Caracol y el de Pastora Pavón, la Niña de los Peines, cuya mítica voz de “estaño derretido” nos deleita en estas alegrías grabadas de 1929. Zuloaga contó que una vez llevó a Stravinsky a oirla, y el compositor ruso quedó maravillado y exclamó: “¡Qué prodigio! Nosotros que creíamos estar haciendo algo nuevo en música, y resulta que todo está ahí ya, en la garganta de esa mujer.” En el medio de la foto vestida de blanco, poseida por una majestad que parece hacerles a todos girar sobre su centro, esta Encarnación López, la Argentinita. Atrás habían quedado los años de felicidad junto a su gran amor, el torero Ignacio Sánchez Mejías. No hacía mucho que habían estrenado en el Teatro Español (1933) el ballet “Las calles de Cádiz” de cuyo libreto era autor el malogrado torero. Fue, precisamente, en ese espectáculo donde debutó el joven Miguel Albaicín. ¡Cuantas cosas habrá relatado Miguel a su sobrino nieto, el escritor Joaquín Albaicín! Vivió momentos trascendentales. El bailaor fue testigo de la conmoción que sacudió a los artistas, sintiendo en carne propia la muerte Ignacio Sánchez Mejías, que Lorca inmortalizó en sus poemas. Los reproducimos en la voz de Paco Rabal: Argentinita quedó desconsolada por la muerte de Ignacio, y para olvidar la pena que corroía su alma, emprendió una gira por América con su compañía en la que también viajó Miguel Albaicín. La fatalidad, una vez más, hizo que regresan a Madrid en julio del 36, pocos días antes de estallase la Guerra Civil. Las sonrisas de la foto son una mera apariencia, un disfraz, una careta de gestos alegres en tiempos de desgarro interno. La muerte rondaba a los artistas y el miedo se instaló en ellos como una consecuencia del horror cotidiano. Es necesario leer el artículo de Joaquín Albaicín para darnos cuenta de alguna de las “realidades” que estos rostros escondían. Bailaores, cantantes, actrices son llevados de aquí para allá a festivales en pro de la República. Escribe Joaquín: "(...) la alegría aparente de los artistas, que encubre sus esperanzas de fuga de un Madrid sitiado y cacheado cada noche por la Brigada del Amanecer, los Linces de la República y otras cuadrillas de ejecutores que habían ya amenazado de muerte a Joaquín Turina y asesinado de un disparo en la nuca, en la Puerta del Sol y a plena luz del día, a Rodero, el fotógrafo taurino de la calle del Príncipe. Quedaba apenas un mes para que dieran el «paseo» a Ramiro de Maeztu y dos para que acabaran con el comediógrafo Muñoz Seca. Y tres sólo para que mataran también vilmente a Valencia II, a quien no sirvió de nada torear en Alicante a beneficio del Frente Popular sólo un día antes de ser tomada esta foto... Sé por boca de mi tío Miguel, pareja artística por aquel entonces de Argentinita, en cuántos festivales a favor de «la causa» hubo de participar. ¿Cómo decir no? La otra opción era ser fusilado «por fascista»." Este testimonio coincide con lo que la hermana de Argentinita, Pilar López le cuenta al escritor Ángel Álvarez Caballero en su libro “El baile flamenco”: <> Sin embargo, Argentinita y su hermana Pilar López fueron de las pocas que lograron escapar, gracias al pasaporte argentino de Encarnación, se marcharon a través de Orán. En América se juntaron con los otros artistas españoles que ya se habían ido, como Carmen Amaya, con quien se hacen esta foto en NY, bailando en porche de su casa. Un trozo de España se quedó en América. Entre los que aquí permanecieron y lograron salvar su vida "por los pelos", estuvo Rafael Albaicín, el menor de los hijos de Agustina. Según nos sigue relatando su bisnieto Joaquín: <> El amor de una madre como Agustina, que se esfuerza, a pesar de que ella era analfabeta, para que sus hijos estudiasen idiomas, logra el milagro de protegerles frente a la muerte y los horrores de la guerra. He querido significar en estos capítulos la grandeza de Agustina Escudero. Una mujer, que parió arte, dió y salvo vidas, y permanece eterna sonriéndonos en los lienzos y mirándonos para siempre con unos ojos negros de “siniestra belleza”. ¡Ave, Agustina, Reina de los Gitanos! MERCEDES ALBI
- Aída Gómez habla sobre música en el programa de Radio Clásica "Juego de Espejos"
Estos días en que el espectáculo "Adalí" está en los Teatros del Matadero de Madrid, es imprescindible escuchar el siguiente audio, en el que Aída Gómez hace un repaso de sus músicas preferidas acompañadas de sus recuerdos, en el programa "Juego de Espejos" de Rádio Clásica. Os recomendamos pulsar sobre el surayado y escucharlo, así como deseamos a Aída y al resto de artistas que forman parte de este espectáculo, que cosechen un gran éxito. Con toda la admiración y el afecto del Equipo de Albidanza.
- El viaje a Madrid de Aída Gómez
Reestreno con aroma de estreno. Aida Gómez regresa a Madrid con 'Adalí', un espectáculo que sólo pudo presentarlo una noche dentro de la edición de Suma Flamenca de 2012. En esta ocasión, la bailarina estará en las Naves del Matadero, al lado de donde tiene su sede el Ballet Nacional de España que dirigió, hasta el 1 de febrero. 'Adalí' es el homenaje de Gómez a Madrid, donde nació y se formó con maestros como Antonio, quien la 'retiró' a los 14 años del ballet que estudiaba para 'envenenarla' con la danza española, o Mariemma, entre otros maestros. No sólo desde el título, el nombre de la capital en calé, sino en toda su esencia, pues la obra es “un recorrido por Madrid, una ciudad que es una fusión de culturas y donde nos conocimos todos los que hacemos Adalí”, explica la bailarina, que va más allá del flamenco, aunque este tipo de baile tenga un gran protagonismo. “No es un espectáculo de flamenco donde está metida la danza española. No, es danza española en la que, lógicamente, incluyo flamenco”, precisa Gómez. Así, 'Adalí' comienza con una introducción “por todo lo alto de palillos y chello con un poco de folklore” para recordar luego el histórico 'Permíteme bailarte' y adentrarse en el flamenco de hoy con seguiriyas, tangos, rondeñas, “unas alegrías que dan ganas de escucharlas en el coche y una farruca con sabor a Buenos Aires”, dice la Premio Nacional de Danza de 2004, además de seguiriyas, rondeñas y tangos. Con este último palo acaba un espectáculo que tiene una música original de Juan Parrilla y la colaboración de Batio. Ambos han compuesto una partitura “muy emocionante” que inerpreta el elenco original de la obra -Gómez, Christian Lozano y Eduardo Chamorro- del 27 de enero al 1 de febrero. Antes, del 15 al 25 de este mes, acompañarán a la bailarina en el escenario José Manuel Benítez y Moisés Navarro, un joven bailaor del que Gómez se quedó prendada por su “fuerza” cuando lo vio en un tablao. CARLOS GALLEGO
- Agustina La Reina (2): la artista que acompañó a Pastora Imperio en el Amor Brujo (1915)
(Anterior) En el verano de 1931 el viajero irlandes Walter Starkie, uno de los mayores admiradores y estudiosos del mundo gitano, narra en su libro “Aventuras de un irlandés en España” sus andanzas por nuestro país, haciéndose pasar por uno de ellos y tocando su violín para ganarse la vida. Llega a San Sebastian, y un tal Lucas, de quien se ha hecho amigo, le advierte: <<-Tengo grandes noticias para ti. Agustina Escudero ha llegado a San Sebastian. -¿Quien es Agustina? -¡Cómo! ¿No conoces a Agustina, la reina de los gitanos de España? Pues es tan famosa que muchos pintores van a Madrid sólo para pintarla, y dicen que su cara les vale a ellos muchos miles de pesetas. Anda, vamos a verla.>> Agustina tenía un piso en la Plaza de la Constitución, al que accedieron subiendo por una intrincada escalera de caracol. Les abre la puerta su criada, y mientras la esperan en el salón, Starkie admira un fotografía de una joven muy bella. Su acompañante, le explica: "-Es la hija de Agustina, María del Albaicín, famosa bailarina." Agustina ya no posee la radiante juventud que mostraba en los retratos que le pintó Manuel Benedito, como el representado en esta postal de mi colección personal, datado en 1910. Han pasado más de veinte años desde entonces, y Walter Starkie nos describe a la mujer madura en que se ha convertido: <> El escritor la recordaba de un retrato pintado por Ignacio Zuloaga, y le dice a Agustina: “pero, ningún cuadro, señora, puede parecérsele a usted”. "No era alta, pero cuando echaba hacia atrás la cabeza, con un gesto de soberbia muy suyo, parecía una amazona. Su cuerpo era delgado y muy bien formado, y al andar se balanceaba con una gracia tan delicada, que no era dificil descubrir su profesión de bailarina (…) Y respecto a sus ojos, casi no me atrevo a hablar, pues había en ellos, además de su gitanesca belleza, una siniestra luz inolvidable.” El historiador del arte Lafuente Ferrari, en su exhaustivo tratado titulado "El arte y la vida de Ignacio Zuloaga" habla de la amistad que el pintor tenía con toda la familia de Agustina. Especialmente admiró mucho al menor de sus hijos, el torero Rafael Albaicín, que era su ahijado. Lafuente Ferrari escribe: “pude comprobar que Zuloaga había atesorado, sin querer venderlos bastantes cuadros que pueden figurar entre sus obras mejores. Para aumentar este número, destinaba él el retrato de Albaicín, su ahijado, el hijo de Agustina, el torero gitano que podía sentarse al piano e interpretar a Chopin. Alguien le había dicho al pintor que aquel cuadro debía ir al Museo, y entonces, con ese brusco salto que Zuloaga era capaz de dar, sin transición desde la modestia hasta la fanfarronada, afirmaba sin inmutarse: “No hay dinero en España para comprarlo”.>> Agustina siguió siendo modelo de Zuloaga, y se la ve envejecer con el paso del tiempo en los retratos y apuntes que va tomando de ella. La Reina de los Gitanos debió de ser una mujer arrolladora, de las que no podía pasar por la vida oculta bajo el manto de la indiferencia. Agustina desató pasiones, fue un ser libre, valiente, amante de su familia y de una vivaz inteligencia. Fue analfabeta y sin embargo, sus dos hijos menores recibieron una esmerada educación que conprendía el dominio del inglés y el francés, así como avanzados estudios musicales. Ella tuvo tres hijos y todos fueron grandes artistas: María Imperio (1898-1931) -quien debutó como bailarina en el estreno del Amor Brujo, y a la que Diaghilev le puso el nombre de María Dalbaicín, llevándosela con él a París-; el segundo, fue el gran bailaor Miguel Albaicín (1913-1999), quien debutó con la Argentinita y Pilar López; y el pequeño Rafael del Albaicín (1919-1981), el músico torero que derramaba arte en cada gesto. En la visita que Walter Starkie hace a Agustina, ella le invita a que, si pasase por Madrid fuera a verla a su casa, en la calle Lombía número 5, -en pleno Barrio de Salamanca-. Y ofreciendo una muestra de la libertad de su caracter, advierte al irlandés: “que a lo mejor cuando usted vaya me habré marchado ya y nadie en todo el barrio podrá decirle donde vive Agustina Escudero. La vida para nosotros es una contínua aventura; por ello no acertamos a comprender a aquellos que siempre viven y mueren en sus casas. Yendo de aquí para allá vemos muchas cosas hermosas y sabemos dialogar con la naturaleza; el trabajo que Dios nos impuso es el ir errantes hasta la muerte (…)” Starkie le pregunta por su hija María: "-Pero también, entonces, su hija María del Albaicín, está conforme de ser siempre una gitana y seguir errante por la vida?" El relato sobre el triste destino de María contado por su madre merece ser reproducido en su integridad: <
- Presentación del libro "Papelería sobre la Danza (Y el Ballet) 2" de Roger Salas
Ayer por la tarde en la Casa del Lector, un espacio ubicado junto a los Teatros del Matadero de Madrid, se convirtió en un centro de culto a la danza. En la mesa acompañaban al autor, Mayda Bustamante, promotora y directora de Ediciones Cumbres, junto con la bailarina Aída Gómez. Mayda Bustamante sigue adelante publicando nuevos títulos, y la felicitamos porque con el presente ha alcanzado el número 14. Se mostró muy feliz con la edición de este primer libro del año 2015, siendo el segundo título que publica del mismo autor. Y no será el último, pues "Papelería sobre la Danza 2" va a formar parte de una colección de cuatro títulos. En el 2 la materia que trata Roger Salas es una investigación que contiene detallados estudios de los repertorios; y nos adelanta que el tercer título será una recopilación de entrevistas; con el cuarto, volverán a salir a la luz las críticas publicadas en su día por El País. Aída Gómez interrumpió el ensayo de la obra que esta misma semana estrena el Matadero (“Adalí “, del 15 de Enero al 1 de Febrero) para acudir a esta cita con la literatura. La bailarina hizo hincapie en la difícil situación que está atravesando la danza en España, de ahí la gran importancia de "estos libros que inducen a reflexionar sobre lo que tenemos y sobre lo que hemos perdido". También consideró que los libros de Roger Salas son algo que siempre hay que tener al alcance de la mano. Roger Salas hizo hincapié en la necesidad que tiene un buen crítico de acudir a los espectáculos, ya que hay historiadores de la danza que no van a ver bailar porque se basan únicamente en las fuentes escritas, sin embargo, considera que es muy importante el contacto directo con la escena, e incluso durante el montaje de las coreografias. Él considera que ha aprendido mucho de actuaciones de Maya Plisetskaya y de Aída Gómez, como grandes figuras, pero también le encanta asistir a las salas alternativas ya que opina que es fundamental conocer y valorar el hecho artístico diario. También recordó, por ejemplo, como disfrutó y aprendió sobre Escuela bolera viendo al maestro Ángel Pericet cuando montó sus "Seis Sonatas para la Reina de España" para el BNE. Así como de los espectáculos de escuela bolera de Aída Gómez. Para ser un buen critico, siguió aconsenjando el brillante autor, "hay que seguir al artista en su desarrollo y continuidad. Un crítico es el que hace ver, oír y no callar. Hay que leer de todo, y tener conocimientos de otras disciplinas artististicas". Agradecemos a Roger Salas tan sabios consejos, y le felicitamos por la publicación de estas obras de imprencindible letura para los profesionales y aficionados a la danza. PAOLA PANIZZA
- “FLA.CO.MEN” de Israel Galván en los Teatros del Canal
El público abarrotaba la Sala Roja de los Teatros del Canal. Se podía sentir la gran espectación que suscitaba asistir al “Fla.Co.Men” de Israel Galván. Esta producción fue estrenada en la Bienal de Flamenco de Sevilla el pasado 14 de Septiembre de 2014, y se presenta ahora como broche final del XXXII Festival de Danza Madrid. Israel Galván logra sorprender de nuevo con un espectáculo presentado a modo de un originalismo concierto musical, tomando como base las partituras de sus anteriores montajes -“Los Zapatos Rojos”, “La metamorfosis”, “Las Galvanicas”, “Arena”, “El final del estado de las Cosas” y “Lo real”- para crear una nueva obra llena de pasión. Israel baila solo. Le acompaña una orquesta formada por cuatro músicos -violín, bajo eléctrico, xilófono y un excelente guitarrista- junto a dos magníficos cantaores. Entre las piezas musicales que diseñán el particular espacio sonoro en el que se mueve Galván, hay una soleá que fue un regalo que el maestro Morente le hizo. La letra es una auténtica definición poética de su modo de danzar: “Fui piedra y perdí mi centro, me arrojaron al mar, y al cabo de mucho tiempo mi centro vine a encontrar”. Su coreografía es pura expresión, compuesta a base de virtuosos giros y zapateados veloces hechos con botas y hasta con los pies desnudos, y esos brazos oblicuos con poses ajenas al academicismo. El espectáculo quedó aderezado con unas vibrantes “Sevillanas “ de Pedro G. Romero, colaborador habitual de Israel, y unas originales “Alegrías”, coreografiadas por Patricia Caballero. Israel Galván con su personalísimo estilo, se dejó el alma sobre el escenario y convirtió su cuerpo en un instrumento musical más. La danza se volvió música, y para ello el bailarín utilizó hasta su estomago, pues ni un ápice de su cuerpo se resistió a la melodía en que quedó transmutado con sus palmas, los pitos y los pies que golpeaban un enorme tambor situado a mitad del escenario. “Fla.Co.Men” gozó de un ritmo veriginoso, sin que faltase ni sobrase nada. Las secuencias coreográficas, tan diferentes unas de otras, siempre dejaban vislumbrar un universo propio cargado de múltiples colores. La más sobrecogedora tuvo lugar la término de la representación. Entonces, Israel se sienta en el borde des escenario para bailar sentado gopeando con sus pies desnudos el borde del escenario. Fue un momento arrollador, donde hizo gala de una enorme expresividad facial. “Fla.Co.Men” es un remix de flamenco deconstruido con estilo contemporáneo, grandes dosis de humor y un enorme derroche de imaginación. PAOLA PANIZZA (Fotografías de Hugo Castillo y Hugo Gumiel)
- La estela de Vicente Escudero en Antonio Gades e Israel Galván
Imaginar al maestro Vicente Escudero, lápiz en mano ante un lienzo en blanco, tratando de esbozar las imágenes cubistas de su próximo espectáculo, nos invita a soñar. Él entendía que un buen bailarín debía dibujar en su cabeza lo que más tarde representaría con su cuerpo. El destino ha querido que el trazado de sus líneas no tuvieran fin. Sin duda alguna los dos grandes protagonistas de su obra serían Antonio Gades, "el ladrón de oído" como el mismo le llamaba, que entendía que "una cosa es bailar y otra pisotear la tierra" e Israel Galván el "vanguardista" del flamenco contemporáneo. Fue Pilar López la que supo encontrar el paralelismo entre Vicente y Antonio. Ambos estaban predestinados a conocerse siendo ella el nexo de unión. Una vez que tuvieron contacto saltó la chispa de la admiración mutua. Su relación siempre estuvo cargada de mucha magia. Vicente Escudero encontró en Antonio la "comprensión" a su lenguaje, la materialización de su decálogo, su forma de entender el flamenco, de algún modo vió en él reflejada su obra. Con el tiempo, algunos le consideraron su sucesor artístico. Antonio Gades en la película "Bodas de Sangre" de Carlos Saura, narra la serie de casualidades que le unieron al maestro: Recientemente Israel Galván ha presentado TOROBAKA en el Théâtre de la Ville (Paris). Los éxitos cosechados con cada uno de los rompedores espectáculos que presenta en la cuna parisina del flamenco nos llevan a recordar el reconocimiento que ochenta años atrás obtuvo Vicente Escudero. Imaginar cuales habrían sido las impresiones del maestro de maestros sobre esta figura de nuestro tiempo resulta muy sencillo. Si alguien "intencionadamente" o fruto de la casualidad ha sabido extender como pocos el trazo escondido de las líneas dibujadas por el maestro ha sido Israel Galván. Precisamente en el alejamiento del flamenco purista anida su sentir y su éxito. "Soy un 'bicho raro' dentro del flamenco, como lo han sido en otras épocas Vicente Escudero, Carmen Amaya o Farruco". Llevar el flamenco a los extremos más vanguardistas es su intención sin el ánimo de imitar a nadie, como el mismo ha declarado en alguna ocasión, pero bebiendo de las fuentes del pasado. Y esas fuentes indudablemente están muy marcadas en la pieza "Silencio" que interpreta Israel en la película "Flamenco" de Carlos Saura. GEMMA ORTEGA
- Agustina la Reina: la artista que acompañó a Pastora Imperio en "El Amor Brujo" (2015)
Al entrar en la primera sala del Museo de la Fundación Manuel Benedito, llaman la atención del visitante dos retratos de una bellísima mujer morena. En uno, en tonos rojizos, la modelo posa de cuerpo entero tumbada sobre un diván. Sus ojos negros miran desafiantes. Y así debieron de parecerle al excelso pintor valenciano -discípulo predilecto de Sorolla- cuando títuló el lienzo como “La Gavilana” (1910). En el segundo cuadro, inacabado, la hermosa gitana viste de blanco con un mantón de grandes flores. ¡Cuantas historias dormidas acuden a la mente contemplandola! Su nombre era Agustina Escudero Heredia y es recordada como modelo de grandes pintores, especialmente de Manuel Bendito y Zuloaga, que fue padrino del más pequeño de sus hijos, el torero Rafael del Albaicín, que tantas veces pintó. Y es que Agustina, apodada la Reina, fue mucho más que la misteriosa imagen que contemplamos en los lienzos. En su existencia el arte y la pasión se mezclan, sin que todavía nadie se haya tomado la molestia de rescatar los fragmentos dispersos de su biografía. En el Museo Manuel Benedito una suerte de azar ha querido que los retratos de Agustina estén colgados a pocos pasos de donde se exhibe el magnífico cuadro que le pintó a Pastora Imperio. Dos mujeres que en vida compatieron la escena del Teatro Lara en el histórico momento en que se estrenó “El Amor Brujo”(1915), y cuyas imágenes pueden contemplarse ahora bajo un mismo techo, cercanas y unidas para siempre. "El Amor Brujo" reunió a Pastora y Agustina en el mismo escenario, lo que constituye una muestra de la grandeza y generosidad de Pastora que, sin temer que la belleza de Agustina la eclipsara, le ofreció subir al escenario para acompañar a su hija, que tenía una clara vocación artística y terminaría siendo María del Albaicín. Así, las dos gitanillas del reparto fueron María Benitez – actuando bajo su nombre artístico de Perlita Negra- y la hija de Agustina, María, conocida como María Imperio hasta que unos años después Diaghilev, en su último viaje a Sevilla, le cambiara el nombre por el de María del Albacín, y la contratase como estrella principal de "Cuadro Flamenco", que se estrenó en París en 1921. A pesar de que Agustina actuara en el estreno del “El Amor Brujo” -obra que marca un antes y un después en la danza española- no queda constancia de su trayectoria escénica. Agustina bailaba y cantaba en el ámbito doméstico, y subió a escena para acompañar a su hija porque solo tenía 13 años. Agustina estaba casada con Benigno García Gabarre, un tratante de caballos perteneciente al clan de los gitanos del barrio de Tetuán, en donde vivía hasta que enviudó. Mucho mejor que cualquier biografía es siempre lo que el propio personaje cuenta de sí mismo. Agustina nunca escribió, pero gracias a Walter Starkie y su libro “Aventuras de un irlandés por España”, existe un testimonio directo sobre su persona, y cómo sería “la Gavilana” que el escritor irlandés no duda en afirmar: “Desde que he caído bajo la influencia de la Reina Agustina tengo la sensación de que cualquier cosa me puede pasar”... (continuará) MERCEDES ALBI
- Entrevista a Ludmila Pagliero (2): una étoile argentina en la Ópera de París
(Primera Parte) -¿Surgió una salida? -Siempre intervino en mi vida el elemento sorpresa, el azar inesperado y emocionante. En 1999, Ricardo Bustamante, el director del Ballet del Teatro Colón se marchaba al Ballet de Santiago de Chile. Un día, de repente, suena el teléfono. Era Ricardo, que me ofrecía un contrato de un año para cuerpo de baile. Estaba tan impaciente de entrar en el escenario que acepté inmediatamente sin preguntar nada a mis papas. Mas tarde este día, se lo cuento a mis papás y... ¡Se arma una revolución en mi casa! Fue mi primera separación familiar. -¿Fue duro? -Me sentía feliz de poder trabajar y subir al escenario. Yo estaba en mi mundo. Vivía sola, tenía un sueldo, y siempre fui alguien para quien su libertad era muy importante. Pero el desarraigo físico y la lejanía familiar ha sido un precio muy caro a pagar. -¿Cuánto tiempo estuviste en el Ballet del Teatro Municipal de Santiago? -Tres años. Se me abrió un mundo lleno de posibilidades. -Cuéntame un momento importante de esa época. -Cuando bailé la Aurora de ”La Bella Durmiente”, mi primer gran ballet, con 17 años. Fue un hito en mi vida. De mi etapa en Chile recuerdo el cansancio físico, porque cada día me imponía nuevas metas y trataba de ir un poco más lejos. Con “La Bella Durmiente” sentí por primera vez lo que significa llevar el peso de una obra a tus espaldas. Es un estrés de de responsabilidad distinto, porque en el cuerpo de baile te escondes, no te sientes tan expuesto. -¿Consideras que el escenario es la gran escuela? -Aunque pudiera pensarse que es la última etapa, hay toda una evolución que se realiza sobre el escenario. Y poder hacer varios espectáculos es lo que posibilita avanzar, es el arte viviente. Es muy importante la experiencia escénica, lo que se aprende entre las paredes del estudio es solo el proceso técnico. En la escena llega la hora de la verdad. -¿Cuándo dejas el Ballet Nacional de Chile? -A los tres años se marchó Ricardo Bustamante, y no sabía qué hacer, estando en Chile, Europa y USA me parecían algo demasiado lejano. Fue entonces cuando conocí a Bernard Courtot. -¿Quién es? -Un bailarín free-lance con el que bailé “El Corsario”. Él comienza a hablarme de lo que hay en el mundo... Y me aconseja que me presente al Concurso Internacional de Ballet de NY, donde gano la medalla de plata y el Premio Ygor Youschevich, por el que logré un contrato de un año para el American Ballet Theatre. Ya me veía bailando con Ángel Corella, con Paloma Herrera, con Joaquín de Luz... Entonces, cuando vuelvo a Santiago con el premio bajo el brazo, este amigo francés me cuenta que hay un concurso en la Ópera de París. Le contesto que está loco, que jamás me van a coger en la Ópera de París. Y además un viaje tan largo era muy costoso, mi familia tampoco me podía ayudar económicamente... Y mi sueldo en Santiago no me hacia rica. Pero al final me lancé. Siempre parecía que había algo más. Invertí todo el dinero del premio del Concurso. Y me propuse ir a aquel mítico escenario del Palais Garnier, aunque solo fuera por pisarlo una vez en la vida. -Llegas a París... ¿Qué sucede? -Me fui una semana antes para preparar el examen, pues tenía que preparar una coreografía: la prueba consistía en una clase y una variación. Me encontré aprendiendo la variación en 15 minutos en la calle con una bailarina de la ópera, amiga de Bernard. Busqué un estudio el siguiente día, pero el piso del que encontré estaba tan deslizante que tenía miedo de herirme antes de la audición. El día siguiente era día feriado en Francia y todos los estudios estaban cerrados. Empece a sentirme desesperada. Finalmente Bernard consiguió que otra bailarina de la ópera me permita entrar y bailar en un estudio de la Ópera de París el siguiente día, y me enseñó durante una media hora que en la Ópera de París los brazos son así, asá... Y esa fue toda mi preparación. Hice el examen, y tuve mi primera gran decepción. No era en el escenario, sino en la Sala Petipa, y yo que había ido para poder pisar su suelo aunque solo fuera una vez... -¿Pasaste la prueba? -Termino quinta y me dicen que no tenían contrato para mí, pero que si acaso, ya me llamarían. Dije “chao”. Si no hay contrato... Regreso a Chile, hago una última producción y me voy a Argentina para preparar mis papeles, la visa a Estados Unidos. Pero como se quejaba mi madre, siempre hay algo más... -¿Qué fue esta vez? -Justamente el día que me levanto en la mañana para ir a la Embajada de Estados Unidos a por la documentación, suena el teléfono. ¡Me llaman de la Ópera de París! Me ofrecen un contrato de 3 meses. Recuerdo que estaba con mi mamá tomando unos mates, eran las 8 de la mañana. Me quedé sin saber qué hacer, y pregunté si lo podía pensar. Me contestaron que no, porque si no aceptaba llamaban a otra. Y en un minuto decido: me voy para allá. No me voy a USA, me voy a Europa, y empieza toda una revolución en mi casa para ir a Europa. -¿Por qué Europa? -Había algo con Europa... En el Instituto del Teatro Colón nos ponían vídeos de la Opera de París. Era como no podría decirte... Allá, el estilo ideal de la bailarina era el estilo francés. Es el estilo que podíamos ver en las vídeos. Me dije, me voy 3 meses, y luego me buscaré alguna compañía en Italia, Alemania o Inglaterra. Seguía pensando que lo de París era un sueño imposible. -¿No pensabas que te pudieras quedar en la Ópera de París? -Yo tenía la idea de que, como existe un puente entre la escuela y la compañía de la Opera, todos los bailarines estaban formados allí. Ni conocía la historia de José Martínez ni de esos pocos artistas extranjeros que lo habían logrado. -Y te quedas... -Sí, voy renovando el contrato. Y una vez más llega “La Bella Durmiente” y bailo una de las hadas. Yo solo era refuerzo del cuerpo de baile, pero resultó que las seis bailarinas que tenían que hacer el papel se lesionaron. -¿Cómo se llega a étoile? -Se hace por nominación. No hay concurso. El director de la ópera y el del ballet deciden hacerte étoile por un espectáculo específico. -¿Cual fue el tuyo? -Otra vez el azar... Nunca lo olvidaré. Fue el 22 de marzo de 2012. Estaba programada en una pieza de Mat Eks y otra de Robbins en el Palais Garnier; y en Bastille se hacía la Bayadère. El maestro de bailé y asistente de la dirección me dice: “mira, Ludmila, ya sé que hace dos años que bailaste el papel, pero necesitamos que sustituyas a la Gamzatti en una semana, porque la bailarina no se encuentra bien...” Uff, pensé que era complicado, pero respondí que ok. De repente veo que a la chica, que tenía que bailar esa noche, le cuesta caminar.. El maestro me viene a ver. Presiento que hay un grave problema. Y me pregunta: “¿Cómo te sientes para bailar hoy? No tenemos a nadie más, sois vos o probaremos con otra”. Yo me quedé helada. No podía ni ensayar, y por si fuera poco, aquella función se retransmitía en directo para los cines de toda Europa. Y él me dice: “Bueno, no lo pienses, simplemente hay un poco más de gente que te va a estar mirando...” Hacemos un ensayo de media hora y casi corriendo nos vamos de Garnier a Bastille, para probarme los trajes. Y aquella función fue por la que me nombraron étoile. -¿Cómo pudiste recordar un papel que no habías ni ensayado? ¿Cuál es el secreto? -¿Secreto? Hay una memoria corporal que es increíble, que queda en el cuerpo. Es como si el movimiento quedase escrito y registrado dentro de uno mismo. -Insisto, me parece que para hacer algo así hay que tener una cualidad muy especial, porque incluso se puede producir un bloqueo, un terror escénico y quedarse en blanco, sin saber qué hacer. Dime cómo lo haces. -Lo que uno trata de hacer sobre el escenario es una acción. El público quiere verte en ese instante. No se plantea cuánto tiempo te ha costado preparar el papel. Nadie te lo va a preguntar, lo que desean ver es el resultado. Así, en la pelea con Nikiya quieren que la bailarina lo viva en el instante. Yo me lo planteo como una oportunidad de experimentar, me meto en el papel como si estuviera ocurriendo realmente por primera vez en mi vida. Viví, me sumergí en las emociones del personaje, no pensé en que podía bloquearme, en los posibles errores en los pasos y me lancé a sentir. Ese es mi secreto. -¿Has bailado en España? -Sí, he estado en galas con José Martínez y debo decir que cuando yo era solista el fue quien me dio mi primer rol protagonista en “Les Enfants du Paradis”. También he actuado en el Teatro Real con “Joyas” de Balanchine, pero todavía no era étoile. -¿Qué piensas de la situación de la danza en España? -La danza está en España. Se siente. Son sociedades que han crecido con el que baila, porque lo llevan en la sangre. La danza en España no desaparecerá aunque actualmente por la crisis las circunstancias sean adversas. Estoy segura que resurgirá. "Un ser alado en este corto vuelo prende como una aparición de llama ardiente, surge de entre las sombras con anhelo el brillo de Ludmila evanescente" MERCEDES ALBI (Fotografía de cabezera por Julien Benhamou)
- "La Source": el Ballet de la Ópera de París recrea su antiguo esplendor
Durante el pasado mes de diciembre ha cosechado un gran éxito, en la sede del Palais Garnier de la Ópera de París, el ballet “La Source”. La obra original se estrenó 1868, en los últimos años de la era postromántica. Fue una época de esplendor -bajo el reinado de Napoleón III y su esposa, la española Eugenia de Montijo- que produjo algunos títulos emblemáticos que todavían permanecen en el repetorio, como el ballet “Coppelia”. Edgar Degas, asistió a aquel primer estreno de "La Source" y quedó tan profundamente fascinado por la actuación de la bailarina Eugénie Fiocre, que le inspiró el cuadro titulado ”Mademoiselle Fiocre en el Ballet La Source”. Por desgracia el incendio del edificio de la antigua Ópera -sita en la calle Peletier- en el año 1872, destruyó el atrezzo y los archivos existentes. Este lamentable suceso convierte a la pintura de Degás en uno de los pocos indicios que se conservan de la obra primigenia. La versión actual fue realizada por el bailarín étoile y coreófrafo, Jean-Guillaume Bart, en 1977, quien propuso esta brillante idea a Brigitte Lefevre. No se trata, por tanto, de una reconstrucción sino de una re-creación de la trama original con su música (Minkus y Delibes). El ballet se ha sintetizado en dos actos y tres escenas. Se abre el telón y la magina de la danza nos traslada a un reino imaginario, donde conviven a la par el ambiente exotico de una corte del Caucaso con el mundo fantástico de las ninfas y los elfos del lago. En esta atmósfera plena de reminiscencias orientales, acontece una historia de amor a tres bandas entre el cazador Dejemil (Karl Paquette), Nouredda (Laetitia Pujol) y la ninfa Nalia, el espíritu de la fuente (Ludmila Pagliero). La coreografía de Jean-Guillaume Bart es todo un homenaje a la técnica de la escuela francesa de ballet. Es un ballet muy dinámico que alterna las danzas de conjunto con bellísimos pasos a dos y solos de esmerado vituosismo, sin que decaiga en ningún momento la atención del espectador. La étoile Ludmila Pagliero brilla sobre el escenario con luz propia. La bailarina argentina posee una técnica envidiable que conjuga a la perfección con unas grandes dotes interpretativas. Ludmila sobre el escenario se convirtió realmente en una ninfa, un ser etereo proveniente del más allá, de un lugar donde los seres alados existen y parece que en vez de caminar se deslizan como si flotaran ajenos a la fuerza de la gravedad. Karl Paquette fue un perfecto partenaire cuya danza destacó por sus magníficos giros; Laetitia Pujol ofreció una muestra de equilibrio y armonía en total consonancia con su papel de Nouredda. Alister Madine, en el rol del elfo Zael, y Vicent Chaillet como Mozdock, el hermano de Nouredda, compaginaron un tandem dancístico que subrayó la diferencia entre los dos mundos escénicos: el de la ligereza de las ninfas y elfos, con el reino del Cáucaso y sus danzas de caracter. La variación de Nalia (Ludmila Pagliero) del primer acto, y la escena final, en la que la étoile alcanza su culmen interpretativa, muriendo para que su amado Dejemil logre ser su felicidad al lado de Nouredda, fueron momentos inolvidables por su alta intensidad poética. La meditada sencillez de los elementos escenográficos concentró toda la carga visual en el magnífico vestuario diseñado por Lacroix con piezas de Swarosvski. Todo un sortilegio de la imaginación quedó desplegado en torno al cuadro de Degas, así el atuendo de la Nouredda moderna recuerda en su inspiración al que vistiera la “mademoiselle” del cuadro, Eugénie Fiocre. Y es que con “La Source”, el Ballet de la Ópera de París ha logrado recrear un título desaparecido para convertirlo en un ballet inolvidable. PAOLA PANIZZA (Fotografías Julien Benhamou)